Jesús Valencia
Educador social
JO PUNTUA

Acabemos con la dispersión

La dispersión como tortura para provocar el arrepentimiento ha fracasado. El EPPK ha incorporado a su lucha una nueva estrategia. ¿Cuáles pensamos incorporar nosotros?

Los veinticinco años de dispersión han marcado incontables vidas y provocado demasiadas muertes. El Estado español y su socio necesario, el PNV, jamás han reconocido la crueldad de la medida ni las víctimas que han generado. Cinco lustros de una violencia institucional que se intensifica; laberinto de maldades que solo cuenta con una puerta trasera por donde evadirse: el arrepentimiento. Los dispersadores, sobre todo los jelkides, han promovido con ahínco esta ruindad; quizá esto explique lo que sucedió el pasado mes de marzo.

Nada más conocerse que algunos presos políticos tenían previsto presentar solicitudes individualizadas para cumplir su condena en Zaballa, Urkullu elevó las exigencias a los presuntos solicitantes y auguró que no los veía con voluntad de cumplir los requisitos que la ley señala ¿Se refería al texto de la ley o a su interpretación más ruin? La reacción de Urkullu sorprendió por su premura, contundencia y despliegue de medios; le apoyaron altos cargos de su partido, la Comisión para la Paz y la incondicional EITB. Esta divulgó profusamente el testimonio de expresos acogidos a la vía Nanclares (¿Cuándo dará voz a las presas dispersadas o a sus familiares?). Los arrepentidos aseguraron que Nanclares y Zaballa son vías idénticas encubriendo diferencias sustanciales. Los acogidos a la primera se arrepienten, reniegan de lo que fueron y rompen con el EPPK; los nuevos solicitantes reafirman su pertenencia al Colectivo y admiten que causaron sufrimiento, pero no reniegan de lo que son. El rechazo jelkide a la nueva iniciativa desbordó al propio constitucionalismo español que -una vez más- jaleó al PNV y siguió su estela. Madrid y Lakua siguen conformando las dos uñas de una misma pinza; juntos colaboran apresando patriotas e intentando quebrarlos mediante la dispersión. Un desacuerdo enturbia sus coincidencias penitenciarias: Madrid mueve hilos para que los presos cumplan cadenas perpetuas; Lakua prefiere que, una vez arrepentidos y desfigurados, salgan a la calle; El PNV ha derrochado ingentes energías en la «vía Nanclares». Cuentan que el defenestrado Txema Urquijo se fue a su casa con una espinita clavada en el corazón. No le faltaba motivo; defensor acérrimo de España, se enrabietaba cuando ésta no cumplía las ofertas que, en su nombre, había hecho Urquijo a los potenciales arrepentidos.

La nueva estrategia del EPPK ya ha dejado en evidencia al PNV; si es posible conseguir mejoras penitenciarias apelando a la justicia, ¿qué sentido tiene buscarlas en la contrición? También dejará desnudo al propio Estado. Los presos políticos están suscribiendo sus solicitudes con dignidad y realismo; saben cuál será la reacción oficial, pero quieren que España se enfrente a su propia legalidad. El incumplimiento de ésta será un arma que piensan utilizar contra sus dispersadores. La dispersión como tortura para provocar el arrepentimiento ha fracasado. El EPPK ha incorporado a su lucha una nueva estrategia. ¿Cuáles pensamos incorporar nosotros? Toda la sociedad debería estar en permanente agitación hasta acabar con esta lacra maldita.