Elkarrizketa
Sara Comeron
Voz y composición de Frank

«En Frank hay dos voces, la mía y la de la guitarra en una especie de diálogo»

Tres canciones domésticas liberadas el año pasado apuntaban singularidad, preciosismo y elegancia en las formas de Frank, quinteto donostiarra integrado por músicos curtidos en diferentes bandas de la escena vasca. La publicación de «My wild kingdom» supera expectativas.

No es habitual que un primer disco tenga la prestancia, clase y atractivo de «My wild kingdom», contenedor de seis canciones que pasean entre las sombras y luces de un sonido rockero limpio y en ocasiones reforzado, como puede ocurrir en «Fire». No obstante, y sin perder compostura, una identidad, Frank se bambolea entre el sonido australiano de Nick Cave, de una de las posibles caras de Cave, y la música de raíz estadounidense entre el folk y el rock, caso de «Memory of the tree». En cualquier caso, y por encima de peculiaridades de origen, a Frank le define la elegancia de los músicos, su dominio del instrumento y su capacidad para crear atmósferas introspectivas gracias a la delicada sección rítmica, las teclas y el destacable gusto dibujando de Iñigo Bailador a la guitarra. Lo descrito es el trazo de Frank, porque lo que cierra definitivamente el cuadro es la dulce y plástica voz de Sara, dominadora del género, sutil con las melodías, afinada en todos los registros. Frank es, además, el proyecto de cinco músicos y seis canciones donde la beldad, aunque suene cursi, encoge el corazón y arruga el alma. «My wild kingdom» compite internacionalmente desde el primer acorde al sellado final.

Sara Comeron (Black Diamond y Supertrooper, proyectos sucesivos que arrancaron en 2001), Christian Rodríguez, bajo (Mirapoint y Mente), Andoni Etxebeste, batería (Señor No, Chico Boom, Octavo Árbol, Supersweet...), Iñaki Santos, teclados (Casual Blues), incorporado después de la foto, e Iñigo Bailador, guitarra (Boogie Van) son Frank. Cinco músicos que ayer por la tarde ensayaban en Errenteria, donde reside Iñigo, con la misma ilusión que unos jovenzuelos, pero con el convencimiento de la solidez y prestancia del proyecto.

Sus bandas anteriores las recuerdo más rockeras, aunque su voz nunca fue desgarrada, al contrario, tan amable y casi tan delicada como con Frank. No obstante, se puede hablar de ruptura?

La música que escuchaba entonces la sigo escuchando ahora, y sigo pasando del folk americano al punk rock o al soul o al hard rock de los 70. Quiero decir que no ha habido necesariamente un cambio que haya impulsado la diferencia entre un tipo de música y otra en las bandas en las que he estado, sino sobre todo el tipo de canciones que me salían cuando cantaba yo sola con la guitarra. Eran de un perfil claramente más melódico, tristón y country. Aunque me temo que los años no pasan en balde y puede que la inspiración no sea la misma cuando tienes 20 años que cuando tienes 30.

Cómo se inicio musicalmente?

Lo que siempre ha sonado en mi casa ha sido jazz, grupos sudamericanos de los 70 y música medieval, renacentista y barroca, principalmente. Respecto al primer estilo, aún no puedo decir que me guste; el resto sí. Pero lo que me descubrió el rock en general y después el rockandroll, el soul, el country, punkrock etc., fue la primera vez que con unos ocho años escuché a The Animals y Simon and Garfunkel. Aquello no era nada que hubiera escuchado previamente y literalmente me voló la cabeza. Me hizo entrar de lleno en el mundo de la música, o más bien, la música entró en mí para siempre.

¿Y cómo recuerda esos años?

Con mucho cariño porque descubrí por mí misma todos los grupos que adoro. Toda la música que para mí fue, ha sido, y sigue siendo importante la encontré porque la busqué, sin que nadie me invitara a escuchar esto o lo otro. Así que la sensación un poco egocéntrica de haber llegado por mí misma al tesoro oculto de la cueva es algo que me sigue incitando a descubrir nuevas bandas. Es como sentirse siempre como un explorador en busca de tesoros.

El mini cedé destaca por la personalidad de su voz y la base instrumental. ¿Complicado el encuentro entre unos y otros, el equilibrio?

Cuando compongo lo suelo hacer con la acústica, pero nunca sigo un orden en cuanto a la -creación-. Sencillamente sucede, y puede funcionar o no. Me viene una melodía a la cabeza que no puedo dejar de tararear y entonces trato de buscarle sentido y un caudal con la guitarra. Y sí, siempre me grabo. Hace años en una grabadora de casetes que aún uso, pero generalmente lo hago con el ordenador. Y en los ensayos hacemos lo mismo, cuando estamos dándole forma a las canciones. Respecto a la composición y melodías vocales, diría que entre los temas más viejos y los nuevos hay un equilibrio de composición entre Iñigo (el guitarrista) y yo.

Dos universos convergentes, voz e instrumentación, en un final de fuertes caracteres.

En la mayoría de las bandas el vocalista va a determinar, inevitablemente, el sonido o el «rollo» del grupo. Supongo que una voz particular, un modo de cantar propio, es algo muy marcante y definitorio, pero en nuestro caso (al margen de mi voz), creo que la guitarra eléctrica y el sonido y el aura que aporta son totalmente identificativos de Frank. Es algo muy concreto y buscado, algo personal muy evocador. A mi modo de ver, en Frank hay dos voces, la mía y la de la guitarra eléctrica en una especie de diálogo, respetando los silencios y espacios de cada uno. No obstante, partiendo de lo que traigamos Iñigo o yo, cada miembro de la banda va aportando, pero no únicamente desde su instrumento, sino pensando siempre en el conjunto, en lo emocional: en lo que la composición necesita. En nutrir a la canción, en definitiva..

La canción más dispar, aunque, en realidad encaje sin roce alguno, es «Memory of the tree», además de la voz masculina que le acompaña, en un dúo perfecto, y ese banjo que toca alguien llamado 413.

Iñigo la compuso completa de ese modo; él tenía muy clara la idea y concepto de la canción. La comenzamos a ensayar en el local con el resto de instrumentos, aportando detalles y fue saliendo sola. Digamos que fue un parto fácil y hermoso. Luego escribí la letra y... ¡eso es todo! La maravillosa y grave voz que me acompaña es de David aka 413, un amigo, músico e ingeniero de sonido multidisciplinar con una sensibilidad exquisita y un gran amante del banjo y de todo lo que evoque a épocas pasadas, tanto en sonidos, como en estética. Digamos que no es que no quiera identificarse, sino que él es 413. Queríamos que estuviera en el disco, y él quería estar en el disco, así que fue como un trato entre hermanos.

Poco hubiese costado llevar «Blessme» a una canción más vaquera, si es que ya no lo es en parte. A veces parece un poco jipi y en otras ocasiones sofisticada.

¡Ja,ja, ja,! Recuerdo perfectamente que esa canción me salió prácticamente entera, como si estuviera esperando su turno para hablar, tras haber ido a ver a Nick Cave. Es de los primeros temas que comenzamos a ensayar cuando la banda tomaba forma. Lo que mencionas del jipismo versus sofisticación es muy posible, sí. Al fin y al cabo, es positiva y esperanzadora dentro del lamento interior que porta.

Como Black Diamond editaron la maqueta «Long, cool and wild» y como Supertrooper un disco, «A big band». La historia duró seis años, cabe imaginar que tocó replantearse las cosas.

Comencé a meterme en grupos con unos 17 años, entre finalizar el instituto y comenzar la carrera. Tras el periodo que mencionas estuve parada unos cuatro años, sin formar ninguna otra banda, sin tocar en directo -¡cuánto lo echaba de menos!-. Seguía componiendo canciones, pero solo eran para mi, no tenía ni ganas ni fuerzas para armar otra banda. Pero los años pasaban y cada vez tenía más ganas de volver a la música; al fin y al cabo me faltaba algo muy importante que había estado presente en los diez últimos años de mi vida. Pero jamás pensé en dejar la música, sencillamente tenía que descansar de un largo matrimonio musical y encontrar mi propia forma de expresarme y, sobre todo, ilusionarme de nuevo y como nunca. Fue entonces cuando decidí que quizá se podría hacer algo con todas esas canciones que tenía amontonadas.

Frank no parece el típico nombre sacado de una lista de posibles.

Barajamos unos cuantos, pero había uno que siempre estaba ahí y que para mí tenía sentido. Frank es el nombre de un personaje de cómic sin diálogos muy recomendable (Jim Woodring). El mundo, y las historias que recrean esos cómics, es muy evocador y extraño, onírico y delirante, pero siempre deja un regusto amargo y crudo. Me gusta todo lo que condensa. Y el propio significado del nombre Frank, que es algo como viajero libre, muy apropiado. Y la relación entre Frank y franqueza, verdad, honestidad, etc. Y por todos aquellos Frank del mundo artístico que nos gustan, y lo fácil y sencillo que se pronuncia.