Asier VERA
Violaciones en grupo de mujeres en India

El sistema de castas perpetúa la violencia sexista

La historia se repite cada poco tiempo en India. Mujeres pertenecientes a las castas más bajas -denominadas «dalits» o «intocables»- son víctimas de violaciones en grupo, que suelen acabar en una muerte terrible, como la de las dos primas adolescentes de 14 y 15 años, que la semana pasada fueron violadas en el Estado norteño de Uttar Pradesh y, posteriormente, colgadas de un árbol. La imagen de las dos adolescentes ahorcadas ha recorrido el mundo y ha vuelto a poner la lupa sobre un país en el que cada veinte minutos es violada una mujer, según datos de 2011 aportados por la Oficina Nacional de Registro de Crímenes de India.

La atención mediática no ha gustado nada al primer ministro de Uttar Pradesh, Akhilesh Yadav, del partido Samajwadi Party, quien ha criticado que los periodistas solo se fijan en los casos de violación que se producen en su estado, «ignorando» los numerosos que se registran en otras zonas de este denso país de 1.200 millones de habitantes. Tras las insistentes preguntas de una periodista sobre el incremento de violaciones en los últimos días en Uttar Pradesh -se han conocido cuatro casos-, la respuesta dejó desconcertados a todos: «¿Tú te sientes segura? Pues eso es lo que tienes que explicar». El líder de su partido, Mulayam Singh, fue más allá al asegurar que «los chicos serán siempre chicos, ¿Por qué ahorcar a los violadores?».

Estas declaraciones ya han sido rechazadas por el secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon, quien ha mostrado su «consternación» por la «brutal» violación y el «horrible asesinato» de las dos adolescentes en la aldea de Budaun, cuando tuvieron que salir de sus casas a un campo cercano a hacer sus necesidades al carecer de retretes en las viviendas.

Pese a estas condenas internacionales, la mujer en India sigue sometida a una violencia perpetua, al ser el cuarto país más peligroso, después de Pakistán, República Democrática del Congo y Afganistán, según la Fundación Thomson Reuters.

Solo en la última semana, otra niña de 15 años fue hallada colgada de un árbol el martes a la noche en otra aldea de Uttar Pradesh, después de haber sido violada, según la denuncia presentada por el padre ante la Policía. Asimismo, en el mismo estado, una jueza fue agredida sexualmente e intentaron matarle después de drogarle. Esta secuencia continuó con otro terrible caso en Uttar Pradesh, en el área de Baheri, donde una estudiante de 22 años fue violada y estrangulada tras ser obligada a beber ácido.

Estas agresiones evidencian lo poco que han cambiado las cosas después de las masivas protestas que se produjeron en el país tras la violación en grupo de una estudiante de 23 años en un autobús de Nueva Delhi en diciembre de 2012. La joven falleció y la movilización que generó su caso obligó al Gobierno a endurecer las penas.

Las cifras, sin embargo, no invitan a la esperanza. Solo en 2012, la cifra de violaciones ascendió a 24.923, mientras que se produjeron 38.262 secuestros y 8.233 muertes violentas, según la Oficina Nacional de Registro de Crímenes de India. Bengala Occidente y Andhra Pradesh son los estados más peligrosos.

No obstante, las cifras de violencia contra las mujeres pueden ser superiores, teniendo en cuenta que muchas no denuncian por miedo a ser repudiadas por sus propias familias o a sufrir represalias. En términos globales, la violencia machista se ha incrementado un 71% entre 2001 y 2012, al pasar de 143.795 a 244.270 los casos documentados, según el Ministerio de Interior.

La situación se agrava más aún si cabe por el sistema de castas, arraigado en el país desde hace 2.000 años, según revela un estudio genético realizado por la Escuela de Medicina de Harvard y el Centro CSIR de Biología Celular y Molecular en Hyderabad.

Este sistema fue abolido por la Constitución india en 1950, tres años después de que el país se independizara del Imperio Británico, decretándose la igualdad de todos ante la ley, lo que ha permitido que personas de castas bajas lleguen a ocupar puestos relevantes en el Gobierno.

Pese a su abolición, siguen las castas

Sin embargo, el sistema de castas sigue existiendo y, por ello, el Gobierno indio decidió en 2011 realizar un polémico censo, algo que no se hacía desde 1931, con el objetivo, según alegó, de detectar dónde se registra la mayor pobreza. Para ello, no hacen falta informes, ya que solo hace falta visitar las zonas rurales para ver que afecta a las castas más bajas, conocidas como dalits a partir de la década de los 90 y que en hindi significa «oprimidos».

Este sistema, tradicionalmente ligado al hinduismo, se basa en la consideración de que las personas ocupan un lugar en la sociedad según sus acciones en vidas pasadas, lo que marca su estatus. Condena a millones de personas a la pobreza, sobre todo, a los 170 millones de dalits, que están por debajo incluso de ese sistema, y les aboca a realizar los trabajos más humillantes de la sociedad, como la limpieza de letrinas y de pozos sépticos y la incineración de cadáveres.

Hace unos años se les denominaba también intocables, al extenderse la creencia de que podrían ser fuente de contaminación si se tenía contacto con ellos. En 1995 se aprobó una ley que prohíbe la intocabilidad. Pese a que se han ido aprobando nuevas normas para mejorar su calidad de vida, lo cierto es que continúan haciendo los peores trabajos y siguen siendo objeto de una mayor violencia, sobre todo las mujeres. Los autores de las agresiones no tienen miedo a que se actúe judicialmente contra ellos porque las víctimas pertenecen a los estratos más bajos de la sociedad.

Estructura jerárquica

Concretamente, las castas se ordenan en función de una estructura jerárquica, con los brahmanes -sacerdotes e intelectuales- situados en lo más alto y los dalits en lo más bajo. En virtud de esa estratificación, los primeros son los más puros y los segundos, los más impuros. En medio de ambos polos, y en orden de abajo a arriba, se hallan los shudras -campesinos y trabajadores-, los vaishyas -comerciantes- y kshatriyas -guerreros y reyes-.

Toda esta estructura provoca que millones de personas nunca lleguen a progresar, dado que nadie puede aspirar a pasar a otra casta, y los matrimonios se deben dar entre personas del mismo estrato social. En caso de que haya un emparejamiento entre integrantes de diferentes castas, la pareja sufre el rechazo de sus familias, razón por la cual la mayoría de las bodas son concertadas por los padres, sin que exista amor de por medio entre los contrayentes.

Así, según la tradición hindú, la única manera de progresar es por medio de la reencarnación. Los hinduistas creen que el comportamiento de una persona marcará su siguiente vida. Se conoce como karma, lo que significa que los ciudadanos son responsables tanto de sus vidas pasadas, como de la presente, de modo que deben procurar comportarse bien para asegurarse una casta superior en la siguiente vida.

Por su parte, el Gobierno indio ha catalogado las castas y subcastas en dos grupos, denominados «Backward Castes» y «Forward Castes», si bien no distingue entre religiones, por lo que incluye tanto a los hinduistas, como a los musulmanes, cristianos, sijs y jaimistas.

Se trata, por tanto, de una división socioeconómica, de manera que los «Forward» son los que se encuentran en una mejor situación económica. Esto se traduce en que el Gobierno no les destina ninguna ayuda de discriminación positiva, al contrario de lo que hace con los «Backward».