Alberto PRADILLA Periodista
Histórica cadena humana por el derecho a decidir

En Iruñea se pasó lista, porque no faltó nadie

Ayer no faltó nadie. De hecho, al avanzar a través de los últimos metros de la cadena humana en Iruñea, uno tenía la sensación de que la organización hubiese pasado lista, porque nadie perdonó el día. Como el 6 de julio, esta era una de esas jornadas ineludibles en las que uno tiene que fichar. Y lo hace convencido. Desde los madrugadores, la mayoría, hasta aquellos a los que el solazo sorprendió en fiestas de Errotxapea y llegaron al mediodía cogidos de la mano. Todos compartieron ese momento épico que nos puso los pelos como escarpias. Porque, al margen de las cifras, que resultan espectaculares, Gure Esku Dago transmitió emoción, entusiasmo y la certeza de que se pueden cambiar las cosas. Un ejemplo de que los demócratas somos mayoría. Que cuatro policías intentasen evitar que se cortase el tráfico alegando falta de permiso solo caricaturiza sus propios nervios.

Las comparaciones son odiosas, pero en este caso inevitables. Y la imagen que se contrapone a esa fila entusiasta de demócratas es la de Madrid, donde una institución arcaica como la monarquía era homenajeada entre militares. En Nafarroa, además, llegó precedida de una multitudinaria marcha en clave de cambio y derecho a decidir. Es la pugna entre los que defienden las urnas y un bloque del «no» en descomposición. En esta pelea no sobra nadie.