Beñat ZALDUA
EUSKAL HERRIA-URUGUAY-EUSKAL HERRIA

Peio Gómez, tres vidas de orilla a orilla del Atlántico

Peio Gómez ha tenido dos vidas: la de Euskal Herria y la de Uruguay, país para el que solo tiene palabras de agradecimiento y donde se ha pasado el último cuarto de siglo sin poder volver a casa. Esta semana regresa por fin a su Ortuella natal, iniciando así su tercera vida, la del retorno.

Habla como siente, y como siente mucho, cuando arranca a hablar no para. Peio Gómez solo detiene su relato cuando una lágrima se le atasca en la garganta al referirse a Uruguay y Euskal Herria. Al primero llegó hace más de dos décadas. Al segundo regresa ahora, después de 25 años sin pisar el pueblo que le vio nacer. Un cuarto de siglo que, tal como confiesa, le ha servido para llenar la mochila de dolores y alegrías.

Los dolores de «dejar una vida a medias y empezar otra lejos de casa, ver cómo tu hermano gemelo se pasa en la cárcel los mismos años que tú fuera, sufrir en carne propia episodios como los del Hospital Filtro y no poder despedir a tu madre porque estás a 10.000 kilómetros». Sobre todo, esto último. Gómez tiene claro qué es lo primero que hará en cuanto pise Ortuella, y cuando lo explica se acuerda de Arnaldo Otegi: «Iré derecho al cementerio a ver a mi madre. No la vi morir y eso me lo tengo que sacar». «En un conflicto todas las partes padecen, que nadie me diga que no sé lo que es sufrir», apunta.

Pero en la maleta de vuelta se lleva también alegrías, empezando por la de su nieta, que le dice «agur aitite» desde el aeropuerto de Montevideo, pequeño y desenfadado como el propio país. Entre las satisfacciones cuenta también al propio Uruguay, que «nos lo ha dado todo. Aquí he hecho mi vida y mi familia, aquí me he realizado como persona», explica. No tiene más que buenas palabras para la gente que lo ha acogido estos años: «Saben vivir, disfrutar la vida e implicarse y moverse cuando hay que cambiar las cosas. Yo ya tengo dos casas: Euskal Herria y Uruguay».

Gómez insiste una y otra vez en «la tremenda deuda que el pueblo vasco tiene con el pueblo uruguayo» e, inevitablemente, se refiere a los conocidos como «sucesos del Filtro», que vivió en primera persona y que guarda tanto en la maleta de los dolores como en el de las alegrías. «Fueron momentos durísimos, podía pasar cualquier cosa», señala Gómez, quien añade que, «de hecho, todavía no se conoce toda la verdad». Ante la evidente curiosidad, una respuesta y tres puntos suspensivos en aire: «Algún día...»

La impresión del Filtro

Precisamente este próximo agosto se cumplirán 20 años de aquel episodio de resistencia ciudadana en favor de los refugiados vascos a los que el Gobierno de Luis Alberto Lacalle -padre del actual candidato del Partido Nacional a las elecciones de octubre- quería extraditar. Pese a las protestas del Frente Amplio y toda la izquierda uruguaya, la fecha de la extradición quedó fijada para el 24 de agosto de 1994. Jesús María Goitia, Mikel Ibáñez y Luis Lizarralde estaban en el Hospital Filtro en huelga de sed contra la entrega, y una multitud acudió a respaldarles. Fueron los sucesos más graves en Montevideo desde el fin de la dictadura, una década atrás. Hubo dos muertos.

«Pese a lo duro que fue, la respuesta del pueblo uruguayo fue impresionante, en ningún sitio había pasado algo así con nosotros», recuerda Gómez, que no puede evitar emocionarse al hablar de la solidaridad uruguaya, manifestada de nuevo el pasado jueves con el apoyo de todos los partidos a la Declaración de Aiete. Mientras se seca la lágrima, piensa en voz alta: «Los sentimientos fluyen y no se pueden prohibir, como decía el Che. Una persona sin sentimientos no es una persona, es un animal».

Y sentimientos a Gómez, desde luego, no le faltan. A unas horas de volar hacia Euskal Herria, es un torrente de nervios y emociones que disfraza de historias y anécdotas que no paran de salir de su boca. Historias de Euskal Herria y de Uruguay, de dos vidas que dan para mucho y que abren ahora una tercera: la del regreso.