Iñaki Soto
SISTEMA POLÍTICO URUGUAYO

Las primarias universales alimentan el debate en Uruguay

Uruguay se rige por un sistema electoral en el que las primarias para elegir a los candidatos son universales y abiertas, es decir, todo ciudadano puede elegir tanto a quien votará en las elecciones generales como a un candidato rival. Las elecciones generales son, además, obligatorias. Todos los ciudadanos están obligados a participar. Esto altera profundamente la cultura democrática y la práctica política tanto de partidos como de la propia ciudadanía.

Cuando se habla de elecciones y democracia todo el mundo suele dar por sentado que el sistema que uno disfruta o padece es el más común, el estándar. Sin embargo, las elecciones en países extranjeros suelen mostrar diferencias sustanciales, que pueden ir desde la duración de las legislaturas o la posibilidad o no de reelección de los mandatarios hasta las listas abiertas o cerradas. Las polémicas sobre los cambios constitucionales para posibilitar la reelección en algunos países latinoamericanos, el escándalo de las papeletas en EEUU, las eternas esperas en las elecciones irlandesas para ver qué deparan los segundos votos... muestran que la frase hecha «democracia es -o no es- votar cada cuatro años» no se ajusta del todo a toda realidad.

En el caso de Uruguay, el sistema electoral es particularmente diferente y afecta profundamente a la cultura política del país. En un momento en el que en el Estado español, en concreto en el PSOE, se está debatiendo sobre la necesidad de realizar o no primarias dentro de los partidos y sobre si estas deben ser vía sufragio universal (un militante, un voto) o voto delegado, llama la atención que los uruguayos acaben de realizar unas primarias en las que entre todos han elegido a los candidatos de los diferentes partidos. Así, como suena.

Primarias universales

El pasado 1 de junio se celebraron elecciones «internas» en las que los políticos que se postulaban a liderar las diferentes listas en las elecciones generales de octubre tuvieron que luchar entre ellos. Entre ellos quiere decir con los rivales externos y con los del propio partido o coalición. Así, al ser voluntarias, solo participó el 37,2% del censo (989.710 votantes de un padrón de 2.668.775). En octubre, por el contrario, esos más de 2,6 millones de uruguayos estarán obligados a votar por ley.

En términos individuales el ganador de las elecciones fue Tavaré Vázquez, del Frente Amplio, con 244.060 sufragios. En la pugna entre partidos, por el contrario, el ganador fue el Partido Nacional. El elegido para ser candidato presidencial de los blancos -así se les conoce- fue Luis Lacalle Pou, que se impuso a Jorge Larrañaga en las internas. El Partido Colorado quedó en tercer lugar, con Pedro Bordaberry como candidato. Ahora todos ellos tienen que elegir al compañero que en caso de ganar sería su vicepresidente. La primera vuelta será en octubre y, de ser necesaria, la segunda, en noviembre.

Los resultados de estas primarias no implican en sí una tendencia clara de cara a las generales. Hace cinco años ya suce- dió que los blancos ganaron en primarias, y luego Pepe Mujica se impuso en las elecciones claramente. Sí son importantes para enfocar las campañas, las apuestas políticas y personales de los diferentes bloques.

Teniendo en cuenta los resultados de estas primarias, lo lógico sería que el segundo de Vázquez fuese Raúl Sendic, que logró unos resultados sorprendentes y que a posteriori ha recabado el apoyo de diferentes agrupaciones del Frente Amplio [ver entrevista con Sendic en GARA de 2014/6/8]. Por ejemplo, el del MPP, que en estas internas postulaba a Lucía Topolanski como vicepresidenta, pero quedó tercera, por detrás de Sendic. También el Partido Socialista le apoya, solo que más tibiamente. Al final la opinión de Vázquez será determinante.

Entre los blancos, todos apuestan porque Larrañaga haga dupla con Lacalle Pou, lo que daría al Partido Nacional mayores opciones de lograr, cuando menos, una segunda vuelta y una representación parlamentaria suficiente como para poner en apuros a un posible Gobierno del Frente Amplio. Bordaberry puede sacar partido de ese escenario, ya que por lo demás no parece contar con demasiadas opciones, vistos los resultados de las primarias.

Una de las ventajas del Frente Amplio es que, a diferencia de los blancos y los colorados, ya tiene su programa de gobierno elaborado y aprobado. Fue acordado en noviembre de 2013 en el VI Congreso Extraordinario, lo que garantizaba también que, fuesen quienes fuesen los candidatos elegidos, deberían gestionar lo acordado dentro del bloque de izquierda en base a las relaciones de poder internas.

Otro de los efectos de las primarias en los partidos es precisamente que esas relaciones de poder se van actualizando, tanto en cuotas de representantes como en influencia en los órganos. De hecho, a diferencia del FA, tanto Lacalle como Bordaberry empiezan ahora a negociar el programa de gobierno partiendo de los resultados que hayan obtenido sus aliados en las primarias. A su favor la derecha cuenta con una renovación de las caras (pese a que se trata de hijos de la tradicional «casta» política). Está por ver cómo aguanta el tirón el «mujiquismo sin Mujica».

Debate permanente

Como se puede ver, el propio sistema le imprime un gran dinamismo a las estrategias internas y externas de los partidos. Eso hace que la sociedad esté politizada por encima de la media. No es extraño que un taxista realice complejos análisis sobre estos equilibrios de poder y las perspectivas electorales, o que entre señoras reunidas en una cafetería de los barrios altos se comente la entrevista realizada a Sendic en televisión. Hoy por hoy, la política es un hecho cotidiano en Uruguay. Interesa y es interesante.

Plebiscitos viables

Otra de las características del sistema democrático uruguayo son los plebiscitos sobre cuestiones concretas, legales e incluso constitucionales, que pueden realizarse y hacerse efectivos si se consigue un apoyo suficiente. Sin ir más lejos, en octubre, junto al futuro presidente y vicepresidente, los uruguayos votarán una reforma para rebajar la edad penal a 16 años. Era necesario reunir 250.000 firmas -un 10% del censo- y la oposición unida logró reunir 350.000. El Gobierno de Mujica y diferentes organismos de derechos humanos y civiles se oponen a esa bajada, pero la decisión está en manos de los uruguayos.

Evidentemente, la oposición no solo busca castigar a los menores, sino meter en la agenda político-electoral el tema de la inseguridad. Bien, más debate.

El Mundial, un paréntesis

Sin tapujos. Los partidos y las instituciones asumen sin ambages que durante el Campeonato Mundial de Fútbol el país se va a paralizar y han anunciado que en ese pe- riodo la contienda electoral, que se había lanzado con las internas, vivirá un paréntesis. Los uruguayos aspiran a rememorar el Maracanazo del Mundial de 1950, en el que ganaron la final ante la selección anfitriona. Lo tienen difícil, pero no será por «distracciones» políticas.

I.S.