Eguzki Urteaga
EHUko Soziologia Irakaslea
GAURKOA

Incremento del voto de extrema derecha entre los simpatizantes sindicales en Francia

Una reciente encuesta de opinión entre simpatizantes de sindicatos en el Estado francés arrojó un resultado inesperado, como es que también entre gente que se supone más concienciada y de ideología más progresista aumente el voto a la extrema derecha, hasta alcanzar un porcentaje significativo y preocupante. En su artículo, Urteaga analiza este fenómeno y llega a conclusiones como que la estrategia de «desdemonización» de Marine Le Pen, así como la de apropiación de ciertas ideas propias de sectores con inquietudes sociales, ha sido efectiva, debido a que muchos desempleados y empleados precarios «se sienten abandonados por los partidos de gobierno».

El instituto de sondeos Ifop acaba de publicar los resultados de una encuesta de opinión realizada el 25 de mayo de 2014 a una muestra de 3.373 personas simpatizantes de sindicatos representativos en Francia para conocer su voto en las últimas elecciones europeas. Los resultados son preocupantes ya que dan cuenta del incremento del voto a favor de la extrema derecha incluso entre los simpatizantes sindicales. Si bien es cierto que el voto favorable a las listas del Frente Nacional (FN) es inferior a la media, es sin embargo notable. Así, si el 30% de los asalariados han votado a favor del partido presidido por Marine Le Pen, el 25% de los simpatizantes sindicales han hecho lo mismo, mientras que esa proporción asciende al 34% entre los trabajadores que no manifiestan ninguna proximidad sindical. Esto significa que, aunque sea inferior a la media de los trabajadores, la cuarta parte de los simpatizantes sindicales ha votado a favor del partido de extrema derecha. Por lo tanto, la proximidad a un sindicado, sabiendo que la mayoría es de izquierdas, ha dejado de ser una barrera de contención a la extrema derecha.

Si analizamos los datos más detalladamente observamos que este fenómeno afecta a todas las centrales sindicales, aunque sea en mayor o menor medida. De hecho, la extrema derecha consigue el 33% del voto entre los simpatizantes del sindicato FO, el 29% entre los trabajadores próximos a la CFTC (sindicato católico), CFE-CGE (central que representa a cuadros y directivos) y UNSA (sindicato corporativo), el 27% entre los simpatizantes de Solidaires (afín al Front de Gauche y a la extrema izquierda), el 22% entre los asalariados afines a la CGT (próximo al Partido Comunista Francés) y el 17% entre los trabajadores que se identifican con la CFDT, socio preferente del Gobierno socialista y próximo a las tesis socialdemócratas. Este fenómeno alcanza incluso el mundo académico, ya que el 22% de los docentes que se sienten próximos al sindicato FSU han votado a favor de las listas lideradas por Marine Le Pen. En otros términos, el voto a favor de la extrema derecha gala se está desarrollando rápidamente, incluso entre los asalariados que gozan de cierta conciencia política, con inquietudes sociales y que votaban hasta entonces a sindicatos y partidos de izquierdas.

Esta situación ha despertado todas las alarmas en numerosas centrales sindicales, empezando por la CGT, primer sindicato por el número de afiliados y votos. La central, que se adhiere a las tesis comunistas, subraya que, «incluso si no se trata de una sorpresa, no podemos satisfacernos del voto del Frente Nacional», de modo que su Secretario General, Thierry Lepaon, ha anunciado la organización de una huelga y una manifestación el 26 de junio para protestar contra las ideas de extrema derecha y para marcar la agenda de la Conferencia Social que tendrá lugar los días 7 y 8 de julio. Según Thierry Lepaon, «hay dos salidas posibles a esta crisis, la brutal a la que nos lleva la derecha, el Frente Nacional y a veces el Gobierno (socialista), o una salida de crisis progresista que trabajamos». Dado que vislumbraba el auge del voto frentista, el sindicato comunista puso en marcha en enero pasado una campaña común con las centrales FSU y Solidaires contra las ideas de extrema derecha.

Estos datos demuestran que la doble estrategia elaborada y llevada a cabo por Marine Le Pen desde su llegada a la presidencia del FN ha surtido efecto. Por una parte, la estrategia de «desdemonización», que ha consistido en cuidar las formas, evitar las declaraciones polémicas y presentarse como un partido que aspira a gobernar, ha permitido al Frente Nacional aparecer como un partido de derechas «sin complejos», nacional-republicano, populista-popular y antieuropeo. Aunque sus fundamentos ideológicos y sus ideas básicas no hayan variado, se ha «normalizado» y aparece como un partido «respetable» y «creíble» a una parte creciente de la ciudadanía. Por otra parte, la extrema derecha se ha apropiado ideas asociadas a la crítica de la globalización y del «capitalismo salvaje» así como temáticas sociales tales como la defensa de los más humildes, la preservación de las prestaciones sociales para los ciudadanos galos o el incremento de los bajos salarios. Gracias a esta doble estrategia ha conseguido ampliar su electorado y atraer a nuevos colectivos, incluyendo a simpatizantes sindicales.

Más allá, estos datos demuestran que buena parte de los desempleados, obreros y empleados precarios se sienten abandonados por los partidos de gobierno y que viven la globalización como una amenaza para su empleo y su poder adquisitivo, en definitiva, para su bienestar social. Ante esta situación, votan a favor del partido de extrema derecha, tanto para mostrar su descontento y su desesperación como para poner de manifiesto sus expectativas en materia de protección socioeconómica. En ese sentido, las temáticas sociales, proteccionistas, antieuropeas y antiinmigrantes cuajan en este electorado que no se siente representado por los partidos de gobierno y ha perdido cualquier esperanza de ver su situación personal mejorar gracias a las políticas implementadas por el UMP, el PS y sus aliados. Estos datos, que confirman estudios anteriores, son especialmente preocupantes porque demuestran un profundo enraizamiento de las ideas de extrema derecha en la sociedad gala y la «normalización» progresiva del FN, de modo que una parte creciente de la ciudadanía pierda el temor a votar a favor de esta formación política.