Fede de los Ríos
JO PUNTUA

Los constructores de relatos

La infanta -ni su padre- no puede ser culpable; los acusados de terrorismo carecen de derechos, familia y hasta de amistades; por eso Melitón Manzanas es una víctima del terrorismo. Un sencillo «relato» para gente sencilla

Estoy convencido de que la Infanta demostrará su inocencia», ha respondido el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy. Al momento la totalidad de mi ser ha estallado en espasmos liberadores de la tensión acumulada durante estos últimos meses ante tanta incertidumbre sobre el incierto y sombrío destino que se cernía sobre la trabajadora de La Caixa. Gracias, Mariano. Atenazados por la duda, era un sinvivir, y tú, una vez más, has traído tranquilidad a nuestros cuerpos y a nuestras almas.

Una infanta encarcelada dificultaría sobremanera a los constructores -historiadores y demás expertos- del capítulo del Relato dedicado a la Monarquía borbónica en el que serán aleccionadas futuras generaciones. Así que pagos en negro, desviaciones de dinero público y fraudes a la hacienda pública se desvanecerán en el aire cuando, nosotros ingenuos súbditos, nos temíamos lo peor para la princesita. Y para el Relato, claro está.

Hoy, los relatores que refieren hechos pasados, lo que antes denominábamos Historia, en todos los medios de comunicación relatan cómo hace cien años a los europeos les invadió una especie de locura, declarándose, durante más de cuatro años, la guerra unos a otros. Así, sin más. Al parecer por la falta de diálogo y una intolerancia sobrevenida. En los corazones alemanes y austrohúngaros, al alimón, tanto de pobres como de ricos, nació un odio hacia todo británico, francés o ruso, sin distingo alguno. Y viceversa. Una auténtica pena. Un error del que todos fueron culpables, sin distinción de etnia, religión o clase social, de la Gran Guerra provocada por un nacionalista llamado Gavrilo Princip al dar muerte al Archiduque Francisco. El neorrelato sobre la I Guerra Mundial, al ser tan sencillo, tiene la virtualidad de ser fácilmente recordado. Mucho más práctico que el anterior relato de la pugna por hacerse con los mercados entre los capitales monopolistas sustentadores de las formas imperiales de los estados, amén de la claudicación de una socialdemocracia que votó a favor de los famosos créditos de guerra, dejando solos a comunistas y anarquistas oponiéndose a una guerra en la que los desposeídos de uno y otro país se mataban entre sí para beneficio de sus explotadores. Lo dijo por aquél entonces Anatole France: «Uno cree que muere por la patria y muere por los industriales».

Hace poco fue el Relato del desembarco de Normandía. La intervención americana sin otro fin que defender la democracia. Como en Irak, Vietnam, Chile y un sinfín de otros lugares del planeta. Relatos construidos con similares mimbres, por capítulos, fáciles de recordar para los que no los vivieron. Y adaptables a diferentes tiempos y lugares para convencer de que vencen los que deben vencer.

Por eso la infanta -ni su padre- no puede ser culpable; los acusados de terrorismo carecen de derechos, familia y hasta de amistades; por eso Melitón Manzanas es una víctima del terrorismo. Un sencillo «relato» para gente sencilla. A la mayor gloria de la sencilla democracia española siempre tutelada por la más que sencilla democracia americana.