Raimundo Fitero
DE REOJO

Se acabó


Ya no hay más encierros; ya no hay partidos del siglo durante unos meses; ya no hay especulaciones de boudoir en las sedes del partido zombie; se acabó. Pasemos página. Todo ha sido mejor de lo que se esperaba y peor de lo que se intuía. O al revés. Los Miura, esos burros grandotes con cuernos, han dado unos sustos para acabar el relato con algo de enjundia. Ya estamos en el pobre de mí, como tantas veces. Falta tiempo para salir de la pobreza general. Ahora a contar mentiras por las tardes a la fresca. Unos habrán tocado las astas en todos los encierros y otras habrán bailado hasta el amanecer con todos los italianos. Así es nuestra memoria, de plastilina. Nos construimos la biografía a base de infidelidades a nuestros propios deseos. Y mirando todos al Mediterráneo, por donde llegan los rubios del norte y los morenos del sur. Si te fijas mucho, al fondo, se ven hilitos de sangre, se huele el humo de las bombas. ¿No te dan náuseas?

Han ganado al fútbol los que acostumbran. No recuerdo un final de Copa del Mundo más triste. Dilma parecía un espectro. La señora Merkel abrazó a todos los jugadores de su selección como una generala a sus oficiales después de una operación militar definitiva. Y Messi solamente acudió a recoger un premio no merecido. Visto y escuchado en canal latino, es otro partido. Es otro fútbol. Es otro nivel de comunicación. Y de nuevo disturbios. Los de Río de Janeiro ocultados, los de Buenos Aires difundidos. Violencia y fútbol parecen un binomio lacaniano.

Lo del partido zombi fundado por Pablo Iglesias, es de traca. Ha ganado el que más gusta a Cospedal. Dicen que Pedro Sánchez es fotogénico, que puede arrastrar un voto subconsciente por su guapura. ¿De verdad lo creen? ¿De verdad funciona así algún impulso de voto? Los candidatos del espectáculo televisivo. ¿Y los feos? Nada ha cambiado. Las expectativas de voto para este partido son las mimas que el sábado. Va siempre a remolque en el mismo tren dirigido por la troika, cuyo maquinista local es Rajoy. Una guapura natural, un icono de belleza interior. Entre guapos andan las risas. Por cierto, yo escuché el programa de la SER del domingo por la mañana. Algo pasa.