Raimundo Fitero
DE REOJO

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Como todos los veranos en marcos incomparables por su arquitectura e historia se realizan lo que antes era una plaga de universidades de verano, ahora reducidas por los recortes, pero manteniéndose algunos encuentros que, a este rincón, le sirven de inspiración o al menos son una manera de otear el horizonte. Lo más significativo dicho en El Escorial, salió de la boca de Carlotti el vicepresidente de Atresmedia, quien dejó apuntado que se plantean suprimir los informativos de la noche, es decir, los de la franja horaria que va de las ocho a las diez, que es cuando las televisiones generalistas ofertan esos programas.

Y su argumentación no puede ser mas acertada: «es invitar a cenar a alguien que ya ha cenado, que pica algo por cortesía». La metáfora es un poco retorcida, pero lo cierto es que en la inmensa mayoría de los días, esos informativos son un refrito absoluto de las noticias del mediodía. Se emiten un elevado porcentaje de noticias y reportajes tal cual se ha hecho en los de las dos o tres de la tarde, y solamente se añaden algunas cuestiones de alcance, declaraciones de reuniones, partes médicos o algún dato deportivo en temporada. Lo internacional es inexistente. Se trata de una cobertura de agencias, sin más, siempre a favor de lo predominante y siempre repetidas en todos los canales.

Si el grupo de Planeta decide dar ese paso en Antena 3 (cosa que cuesta creer), se producirá un terremoto y todas le seguirán. El monto de telespectadores que ven el conjunto de los telediarios de la noche es grande, porque se emiten en los horarios de máxima audiencia, pero como alguien se invente una informativo-exprés, con otro formato, mucho deporte y que de paso a programas divertidos sobre la realidad contada, seguro que se vuelca la parrilla. No hace tanto que existían a la medianoche unos informativos que crearon escuela y descubrieron a comunicadores de solera. Ya no existen. Hay unas tertulias de trileros, fútbol hablado, y poco más. La ideología no la venden solo en los informativos, ni siquiera en los debates, eso se impregna en series, entretenimiento y reportajes. Y ciertamente, ver las mismas noticias tantas veces, empalaga.