Ruben PASCUAL
Elkarrizketa
Imanol Ordorika
Prof. de Ciencias Sociales en la UNAM

«Es imposible saber dónde acaba la Policía y empieza el crimen organizado»

Nacido en la Ciudad de México, Imanol Ordorika mantiene una estrecha relación con Euskal Herria, la tierra que sus padres y abuelos tuvieron que dejar como exiliados tras la Guerra del 36. Nos atiende en Donostia, donde se encuentra con motivo de un homenaje de la UPV-EHU a su padre, el destacado arquitecto Imanol Ordorika.

¿Qué lectura hace sobre los acontecimientos de Iguala, en los que seis jóvenes fueron ejecutados y otros 43 están desaparecidos?

Los hechos, de los que hace ya casi un mes, los definimos como un crimen de Estado, en el sentido de que es una acción en la que intervino la fuerza pública.

¿Cómo valora el papel que han jugado las autoridades mexicanas?

A nivel municipal y estatal, dijeron que no sabían nada sobre lo sucedido y finalmente se ha demostrado que ambos estaban informados y que tuvieron al menos una parte de intervención directa en la desaparición de los estudiantes. A nivel federal, el Gobierno mexicano ha actuado con una cortedad de miras total, dejando en Guerrero la responsabilidad de lo que ocurría para obtener el máximo rédito posible. Los hechos de Iguala han puesto de manifiesto La crisis del Estado mexicano.

¿En qué aspectos se refleja esa crisis?

En primer lugar, se ha puesto en evidencia el carácter indistinguible entre la Policía y el crimen organizado. Para la ciudadanía es imposible identificar en qué punto termina uno y empieza el otro. En segundo lugar, se aprecia que la infiltración del crimen organizado alcanza niveles de gobierno muy elevados, como puede ser el caso de Iguala (la segunda ciudad más importante de Guerrero) o los vínculos directos o indirectos del gobernador con el narcotráfico.

¿De qué manera se han gestionado estos graves hechos ?

El Gobierno federal ha actuado con gran tibieza por cálculos políticos. Las autoridades judiciales federales y las de Guerrero han aparecido a menudo confrontadas y con declaraciones totalmente contrapuestas.

¿Cómo vive esto la sociedad?

La clase política mexicana ha sufrido un proceso de deslegitimación enorme, ya desde antes de las elecciones de 2012. Tras esos comicios, los debates de los partidos políticos siguieron estando muy alejados de las preocupaciones de la ciudadanía. En la manifestación del miércoles, que se considera una de las más grandes en la historia de la Ciudad de México, aparece con gran fuerza el mensaje «que se vayan todos». Esto sintetiza la ruptura en la ya de por sí deteriorada relación entre la clase política y la sociedad.

¿Los hechos de Iguala pueden suponer un punto de inflexión?

Los asesinatos y las desapariciones han sido la gota que ha colmado el vaso y han movilizado masivamente a la ciudadanía. Esto no quiere decir que estemos al borde de una ruptura total del sistema, pero sobre todo los jóvenes estudiantes han abierto una veta de cuestionamiento del actual estado de cosas y que dibujan un escenario político diferente al de hace unos meses. En este momento, las demandas se limitan al esclarecimiento de los hechos, castigo a los responsables y, lo más importante, la presentación con vida de los 43 estudiantes.

¿Y después?

No tengo claro cómo se va a canalizar todo esto. La sociedad está pendiente y existe una reacción colectiva, pero habrá que ver cómo sigue todo este proceso . Los familiares de los desaparecidos han dado un ultimátum para que las autoridades den un información fehaciente, por lo que cabe esperar que se produzcan hechos informativos con relativa rapidez. R.P.