M.I. DONOSTIA

La vieja vanguardia resucita en «Adiós al lenguaje»

El Festival de Cannes se postró ante el maestro de las viejas vanguardias Jean-Luc Godard concediéndole el Premio del Jurado por su experimento «Adieu au langage», en el que se sirve de las nuevas tecnologías para buscar nuevas formas expresivas.

Godard experimenta con el 3D como nadie lo había hecho antes, lejos de su común aplicación comercial. Busca profundidad en las imágenes, grabadas con dos cámaras, para superponerlas o doblarlas. Poco importa que ese despliegue formal insólito carezca de un contenido preciso, puesto que en la parte discursiva hace tiempo que el cineasta renunció a la coherencia o la lógica. Al igual que en su anterior «Film socialisme» se decanta abiertamente por la fragmentación, continunado con ese collage tan suyo, que le permite mezclar todo tipo de materiales, ya se trate de textos, diálogos, discursos, fragmentos de películas, imágenes de archivo o lo que fuere. Un maregmanum que representa el caos cultural, y que aquí utiliza para incidir en la idea de la muerte del cine.

Ese adiós al lenguaje fílmico tal como lo hemos conocido le sirve para clausurar el arte del pasado siglo e inventar a partir de él otro distinto, que se podrá llamar audiovisual o como se quiera. Es un cajón de sastre en el que cabe lo político o lo banal, lo intelecutal o lo animal. Así cruza la relación de una pareja que discute con el deambular de un perro por el bosque.