Alberto PRADILLA
Ataque contra la revista «Charlie Hebdo»

«Unidad» y «valores» como respuestas inconcretas de la jornada bajo el shock

Unidad» o «valores» eran los conceptos más repetidos frente a la sede de la revista «Charlie Hebdo», escenario de la matanza perpetrada la víspera. Un improvisado mausoleo, con flores y caricaturas, recordaba a las 12 víctimas. El fantasma de la islamofobia asoma, pero nadie acierta a proponer una receta pese a que todos son conscientes de que el auge del Front National se incrementará tras el ataque. U

«Que el Front National aproveche políticamente lo que está ocurriendo es precisamente lo que los dibujantes de «Charlie Hebdo» no querrían». Natalie Tribout, que ronda la cuarentena, se enjuaga las lágrimas frente a la sede de la revista tiroteada. No conoció personalmente a Charb, director de la publicación, ni a ninguno de sus colegas muertos a tiros el miércoles. Sin embargo, los sentía como si fuesen parte de la familia. «Era suscriptora desde que tenía 15 años. Mi hija, que ahora tiene 19, también lo lee».

Frente a la sede de la publicación satírica, en pleno centro de París y con las calles adyacentes cortadas por agentes armados, Tribout simbolizaba un estado de ánimo generalizado. Confundida, enfadada, abatida y sin saber muy bien cómo afrontar las consecuencias sociales de la matanza, consciente como era de que, para el Estado francés, irán más allá de la semana de luto. Como muchos otros parisinos, había acudido a depositar una rosa y permanecer un rato en silencio, en señal de duelo. Allí admitía que «ser musulmán en Francia tiene que ser muy duro en este momento». Y más que puede llegar a serlo.

A nadie se le pasa por alto que la ultraderecha, ya de por sí crecida en el Estado francés, sacará tajada del ataque. Ya lo está haciendo, con Marine Le Pen, líder del Front National, lanzando calculadas diatribas islamófobas. Esta es una realidad que todo el mundo menciona, pero para la que nadie pone un remedio convincente.

«Valores» es la palabra que más se repite en todos los discursos. Un concepto lo suficientemente amplio y hueco como para aparentar que lo cubre todo e ignorar aquello que se queda en sus márgenes. Más allá de la certeza de que los autores del tiroteo «serán detenidos», París optaba ayer por recogerse, como si intentase postergar problemáticas latentes que asomarán en el futuro.

«Somos parte de esta generación. Desde (François) Cavanna -fundador de «Hara Kiri», la antecesora de «Charlie Hebdo»- formamos parte de este equipo, como lectores». Michel Magadoux y su marido, Jacques, también presentaban sus respetos en el acceso a la sede, todavía precintada y con los restos de la matanza en su interior, según la fotografía que reveló ayer «Le Monde».

La escalinata principal, el lugar por el que el miércoles irrumpieron los atacantes con sus kalashnikovs, se había convertido en un mausoleo: fotografías, caricaturas y muchas flores. Delante, desplegada como una inmensa barrera móvil, toda la parafernalia mediática.

Existe un abismo entre el momento de expresar el dolor, algo íntimo, y las decenas de focos, cámaras y periodistas dando vueltas en pocos metros cuadrados. Imposibilitamos cualquier solemnidad. Por eso, algunos de los que se acercaban depositaban su flor y, sin levantar la mirada, desaparecían rápidamente. «Les conocía. No tengo ganas de hablar. Solo he venido por la memoria y la libertad de expresión», musitaba una mujer de pelo canoso sin poder contener el llanto. No era la única. Otros sí que se quedaban. Y en menos de cinco segundos eran asaltados por alguno de los informadores, a quienes manifestaban su pesar, su enfado y su incomprensión ante el ataque. Entre los que aguantaban la lluvia durante unos minutos frente al número 10 de la calle Nicolas Appert se encontraba, por ejemplo, David Hanneson. Reside a 50 metros del lugar de la tragedia, por lo que la víspera escuchó todo. Ayer, clamaba contra la «barbarie inútil».

«Estoy sorprendido por la unidad que ha demostrado la sociedad francesa. No creía que estuviésemos en ese punto, observando cómo iban las cosas hasta el momento», consideraba Hanneson. «Unidad» es otro de los términos inevitables en cualquier discurso. Como una barrera imaginaria que nadie es capaz de delimitar. «Los terroristas querían castigar el sacrilegio», apuntaba Michelle Magadoux. «Hablamos de una cadena de valores que no tiene nada que ver con la nuestra. La libertad de expresión, la libertad de prensa... Por eso el ataque es algo tan horrible e inquietante», sentenciaba.

El riesgo del racismo

En este primer momento de shock, las valoraciones basculaban entre los años que la revista ha pasado amenazada -ocho en total, desde la primera publicación de unas caricaturas sobre el Islam en 2006- y el esfuerzo por no condenar a toda una religión, que tiene mucho que ver con los barrios empobrecidos y el pasado colonial francés. Ahí aparece el término «extremistas». Y la apelación a los «valores de la República». ¿Cuáles? Entre ellos, el derecho a dibujar y ridiculizar cualquier símbolo, religioso o no, sin ser objeto de un atentado, según insistían todos. Claro, que todo lo ocurrido no tiene una explicación tan sencilla. De hecho, nadie, ni en los alrededores de la revista, ni en el Ayuntamiento, donde a mediodía se celebró una concentración silenciosa, ni en la plaza de la República, centro neurálgico del duelo continuado, se atrevía a teorizar con certeza sobre qué lleva a dos jóvenes nacidos en el Estado francés a convertirse en yihadistas. Y, sobre todo, a atacar en su territorio. Ahí está la inquietud, alimentada por un creciente racismo que no se limita al Front National, como recordaba a GARA Ennarsri Nabil, presidente del colectivo de musulmanes del Estado francés, que apuntaba a discursos públicos que van calando. «El riesgo existe. Y el fanatismo no va a disminuir pese a la indignación y a la movilización social», exclamaba Magadoux.

Rápidamente, rechazaba la «asimilación entre Islam y extremismo». Y descartaba que el ataque tenga algún tipo de relación con las intervenciones francesas en países como Libia o Malí. Para ella, que consideraba la revista como un apoyo ideológico, una de las grandes tragedias era comprobar cómo la muerte a balazos de sus dibujantes podía terminar convirtiéndose en el apoyo para la extrema derecha a la que siempre criticaron.

Número especial

El semanario satírico ``Charlie Hebdo» sacará su próximo número el miércoles con una tirada de un millón de ejemplares, muy superior a la habitual, tras el atentado sufrido y en el que perdieron la vida doce personas.

Templos atacados

Varios ataques contra lugares de culto musulmán tuvieron lugar en distintas ciudades del Estado francés desde el miércoles por la noche, tras el atentado contra el semanario satírico. El ataque más grave tuvo lugar en Le Mans, donde hicieron uso de granadas.

Le Pen capitaliza el debate de la marcha

La manifestación contra el atentado convocada para el domingo ha derivado en un debate sobre la presencia o no del Front National en una convocatoria «unitaria» y «republicana» en la que está previsto que participen desde los principales partidos hasta las comunidades islámicas, que organizarán su propia delegación para la marcha. Sin embargo, Marine Le Pen, líder del grupo ultra, es quien está centralizando la discusión, después de asegurar ayer que no acudirá por no haber sido invitada y que los llamamientos a la unidad son una «maniobra política». «Si no me invitan, no me voy a imponer», afirmó, explicando que se trata de «una vieja trampa política». «Al menor incidente dirán que es mi culpa», argumentó, en declaraciones a «Le Monde». En su opinión, no necesita «ser integrada» en la «unión nacional» ya que «la unión nacional no puede usarse como condición». «No me voy a someter a este chantaje. Hay una perversión total del concepto de unión nacional», defendió, después de clamar por la reinstauración de la pena de muerte. Tratando de sacar ventaja y en un contexto en el que las encuestas la sitúan a la cabeza en una futura carrera electoral, aprovechó para asegurar que se trataba de «una forma de intentar evitar un solo movimiento político que implique responsabilidad sobre la situación actual». Hoy se reunirá con Hollande. GARA

«Quinta columna»

Nigel Farage, líder del partido antiinmigración UKIP, fue ayer muy criticado en Gran Bretaña por referirse a la presencia de una «quinta columna» que viviría «en Reino Unido y Francia», y que sería responsable del ataque contra el semanario.