El mayor buscador por internet amaneció ayer con una urna tricolor que pivotaba cual vedette pizpireta sobre un eje improbable allí donde debía encontrarse la segunda G del logo; un pequeño homenaje a la democracia francesa, habrán pensado los jefes de marketing de la compañía, prestos siempre a adaptar su imagen comercial al mercado. Y este ayer ofrecía escaños a pares, y por un periodo generoso de media docena de años, en los Consejos Generales, esos parlamentos de tercera que se encargan de gestionar las pírricas competencias que la mal llamada política de descentralización que la República tuvo a bien concederles.

Pero la excitación se encontraba ayer más allá de los departamentos, exactamente en París, donde la sangre hervía por conocer si Hollande mantendría aún parte del poco sex-appeal electoral que según aseguran aún le queda o si, como apuntaban todos los sondeos, Marine Le Pen acapararía gran parte de la líbido del voto dominando un debate atado de pies y manos con las cuerdas de la demagogia.

A los jefes de marketing del mayor buscador de internet jamás se les ocurrirá intercambiar alguna de las letras de su logo por el testigo de la Korrika, que estos días ha atravesado tres provincias condenadas por París a la sumisión política, cultural y lingüística. Ahora pretende seducirlas con un disfraz nuevo que estaría listo para 2017, una mancomunidad de municipios gigantesca que reuniría a las 158 localidades vascas y que contaría con parte de las pírricas competencias de los Consejos Generales. Se escribe con G de punto, pero el gordiano es un nudo poco placentero que, al final, sólo podemos desanudarlo nosotros, si es preciso desnudando a París y Madrid de sus artificios democráticos.