EDITORIALA

El calentamiento global se retroalimenta

Las imágenes de los satélites muestran grandes incendios en las regiones árticas. Los datos registrados señalan que ha habido más de 745 incendios en Siberia, donde han ardido alrededor de 2,7 millones de hectáreas. En Alaska se han contabilizado 105 incendios y 700.000 hectáreas quemadas. En los Territorios Noroccidentales de Canadá han sido 45.000 las hectáreas quemadas mientras que Groenlandia también hace frente a un importante incendio cerca del popular sendero del círculo polar ártico.

Los incendios son habituales en periodo estival, incluso en las regiones árticas. Las altas temperaturas, los rayos de las tormentas y los vientos conforman el conjunto de factores que hacen que la vegetación prenda fácilmente. Lo inusual es la cantidad, intensidad y duración que han tenido, aunque los expertos señalan que las elevadas temperaturas registradas en el mundo en junio y julio –que igualan y superan los registros históricos– han contribuido a que en la vulnerable región ártica los valores hayan sido todavía superiores. Y eso en un año en el que, a diferencia de 2016, el fenómeno de El Niño no ha sido apreciable.

En conjunto los expertos calculan que se han liberado a la atmósfera 75 megatoneladas de dióxido de carbono, lo que equivale a la huella de carbono anual de un país como Colombia. Unas emisiones que aportarán al calentamiento global, al que también contribuirá el hollín en suspensión cuando se pose sobre el hielo polar y facilite la absorción del calor que acelera su fusión. El calor asimismo seguirá derritiendo la capa de suelo permanentemente congelada –permafrost–, con lo que se libera metano y otros gases de efecto invernadero, y deja la turba descongelada y seca lista para prender; y a diferencia de la vegetación, la turba puede arder, incluso durante meses, liberando dióxido de carbono que contribuirá a nuevas subidas de temperatura.

Los incendios veraniegos en la región del ártico muestran como ningún otro fenómeno la retroalimentación y el efecto acumulativo que ejerce el calentamiento global sobre el cambio climático.