Eli Txapartegi
Tradicionales cabañas de espacdores de las islas Lofoten. (GETTY IMAGES)
Tradicionales cabañas de espacdores de las islas Lofoten. (GETTY IMAGES)

Las Lofoten, tranquilidad salvaje

Auroras boreales, el sol de medianoche, acogedoras cabañas de madera de colores, bacalao secándose al aire libre, playas ideales para surfear o pasear, fiordos impresionantes y acantilados de vértigo... Las islas Lofoten, en Noruega, irradian una magia y encanto especial, una tranquilidad salvaje.

Vågan, Vestvågøy, Flakstad, Moskenes, Værøy y Røst. Son las seis islas que conforman el archipiélago noruego de Lofoten, ubicado estratégicamente al norte del Círculo Polar Ártico, en la provincia de Nordland. Se trata de un conglomerado de poblaciones comunicadas entre sí por ingeniosos puentes que salvan fiordos y túneles que avanzan sigilosos bajo el mar; un lugar ideal para convertir los sentidos en guías fiables y dejarse seducir por una naturaleza salvaje que sorprende a cada paso.

Pintorescos pueblos de pescadores salpicados por tradicionales cabañas de madera de llamativos colores, extensos secaderos de bacalao al aire libre, idílicas playas que invitan tanto a surfear como a pasear sin prisa, impresionantes fiordos protegidos por imponentes montañas que retan desde las alturas, auroras boreales que provocan fugaces instantes aparentemente fantásticos, «soles de medianoche» que durante el verano ahuyentan la oscuridad de las noches... Las islas Lofoten son todo eso y mucho más. Y lo que viene a continuación únicamente pretende ser una humilde guía ilustrada para combinar y planificar mejor las sensaciones que estas islas deparan.

Lofotveggen (Muro de Lofoten)

Las islas Lofoten son también conocidas como Lofotveggen (muro de Lofoten), porque sus montañas, majestuosas, desafiantes e imponentes, surgen desde el agua levantando de forma natural una especie de muro protector. Y espectacular. Curiosamente, Lofoten proviene de ‘Lo’ (lince) y ‘foten’ (pie). Quizás algo tenga que ver lo que dicen sobre los picos de las montañas de las islas: vistos desde tierra, parecen los pies de un lince.

Secaderos de skrei

El bacalao –skrei noruego– forma ya parte del paisaje de las Lofoten, tanto como sus coloridas cabañas de madera de pescadores, algunas de ellas reconvertidas hoy en pintorescos alojamientos turisticos. Durante los meses de invierno y primavera, se extienden a orillas del mar kilómetros de flakes o drying houses, secaderos de bacalao.

También es habitual ver en estos pueblos barcos que faenan a la captura de skrei, bacalao «nómada» que, tras un largo viaje, ha llegado para desovar a las islas desde las frías aguas del mar de Barents. Una vez capturados, los cuelgan, sin cabeza, en palos de madera. Lo hacen porque el aire de Lofoten es ideal para dejarlos secar al aire libre. El resultado, al parecer, es exquisito.

Carretera E10

Camino del Rey Olav V. Ese es el nombre oficial de la única carretera principal de las islas. Conocida popularmente como Carretera E10, es la vía que se puede recorrer desde Svolvær, al norte, hasta Å, al sur, en apenas dos horas y media en coche. Aun así, lo aconsejable es no acelerar, sino recalar en los pueblos, especialmente en los que más llamen la atención. Algunos de ellos apenas albergan un puñado de casas y otros, sin embargo, como Svolvaer, ofrecen todo tipo de servicios donde el viajero se puede abastecer antes de dejarse perder después en playas y pueblos que no destacan en las guías.

Puentes estratégicos y túneles bajo el mar

Austvagoy, Gimsoya, Vestvagoy, Flakstadoya, Moskenesoya, Vaeroy y Rost. Son las islas que conforman el archipiélago noruego. Comunicadas entre sí por numerosos puentes y túneles subterráneos bajo el mar, ocupan una superficie aproximada de 1.220 kilómetros cuadrados y acogen cerca de 25.000 habitantes.

Campo de fútbol sorprendente

Las Lofoten acogen uno de los estadios de fútbol más sorprendentes del mundo: Henningsvær Stadium. Ubicado en un islote rocoso con vistas espectaculares, es un campo sin asientos y con césped artificial usado únicamente por aficionados; en realidad, no se podrían jugar encuentros profesionales porque los balones caerían al agua. El curioso campo se ubica en Henningsvær, un pueblo pesquero con 500 habitantes y una superficie de 0,3 kilómetros cuadrados.

Auroras boreales

Antes de ir a las Lofoten el viajero debe tener en cuenta sus preferencias. Quien quiera disfrutar de las auroras boreales deberá desplazarse en invierno, mientras que quienes prefieran aprovechar los días largos que regala el fenómeno conocido como «sol de medianoche» deberá elegir la temporada estival. Eso sí, para poder disfrutar al máximo de las fascinantes auroras boreales, es aconsejable tener en cuenta varios factores: cuanto más al norte, más posibilidades de contemplar el espectáculo; los mejores meses son octubre y marzo, aunque son visibles durante todo el año –especialmente, entre septiembre y abril–; y hay que evitar al máximo la contaminación lumínica. De todos modos, las Lofoten se encuentran por encima del Circulo Polar Artico, lo que las convierte en un lugar idóneo para contemplar el singular fenómeno de colores.

Sol de medianoche

Quienes, en lugar de las auroras boreales, opten por el «sol de medianoche» deberán viajar en verano, en especial en épocas cercanas al solsticio estival. Julio es perfecto porque, debido a su estratégica ubicación geográfica –al norte del Círculo Polar Ártico–, el día se alarga durante 24 horas. No se pone el sol, por lo que la noche no existe. Además, esta es la mejor época también para disfrutar de los festivales y espectáculos callejeros (porque sus habitantes hacen vida en la calle tras un invierno largo, oscuro y frío y a la espera de otro igual de largo, igual de oscuro e igual de frio) y para realizar alguna de las rutas de la amplia red de senderos y rutas que ofrecen las islas.

Rutas y panorámicas impresionantes

La mayoría de los itinerarios integrados en la red de senderismo de las islas discurren paralelos a panorámicas realmente inolvidables. Dos de las más especiales y también populares son, sin duda, Reinebringen y Tjeldbergtind. Ambas recompensan a quienes ascienden hasta sus cimas con unas vistas impresionantes sobre los fiordos de Lofoten. Pero también impresiona contemplar esa naturaleza salvaje desde el mar, sobre todo si se dejan ver las águilas marinas mientras se lanzan en picado hacia el agua a la captura de su presa. Y los amantes del ciclismo también encontrarán en estas islas un lugar ideal para pedalear por rutas debidamente señalizadas y con ferries adaptados para bicicletas.

Å, el pueblo de nombre más corto del mundo

De norte a sur, es el último pueblo de la carretera E10, la vía principal que recorre las islas. Pero, si por algo es famoso este pueblo auténticamente pesquero, no es por su lejanía, sino por su nombre, Å, que lo convierte en el pueblo con el nombre más corto del mundo. Por un motivo u otro, lo cierto es que Å atrae a numerosos visitantes, que tienen la oportunidad de alojarse en rorbuers reconvertidos en alojamientos y conversar con algunos de su centenar de habitantes. También pueden visitar el Museo del Pescado.

Reine, Svolvær y más...

El lugar más bello del país nórdico. Así fue catalogado Reine en los setenta, posiblemente por la espectacularidad con la que saluda a sus visitantes. Ubicado entre impresionantes montañas verticales –con el pico Reinebringen a la cabeza–, mantiene la magia y el encanto de los auténticos pueblos pesqueros noruegos del norte del país nórdico.

Pero no es Reine el único pueblo que merece ser visitado. Igualmente destacan, por diversas razones, otros destinos como: Svolvær, capital de Lofoten y su mayor localidad; Sund, el pueblo pesquero más antiguo y uno de los menos habitados del archipiélago; Nusfjord, al que se accede a través de la espactacular bahía de Flakstadpollen; Kabelvåg, con su famosa  iglesia Vågan Kirke, «la catedral de Lofoten»; Henningsvær, apodada popularmente ‘La Venecia del Norte’ –por su red de canales que comunican sus islas– y elogiada por haber sabido combinar de forma armoniosa la arquitectura tradicional de madera con modernas galerías de arte y establecimientos.


Playas para surfear y pasear

En Lofoten hay muchas playas, algunas de ellas ideales para surfear. Flakstad y Unstad son dos buenos ejemplos. Pero quien no surfee también agradecerá pasear durante kilómetros flanqueados por imponentes paredes verticales. Una de ellas, Haukland, está catalogada como la playa más bonita de Noruega. Desde allá, además, se puede acceder hasta el arenal de Uttakleiv por el camino que bordea la costa. Sin embargo quien quiera pasear por Bunes, una de las playas más aisladas de las Lofoten, deberá embarcarse en un ferri desde Reine.

Rorbuer, pintorescas cabañas de pescadores

Las islas están salpicadas por pequeñas cabañas de colores alineadas a lo largo de las orillas. Son los rorbuer, pintados habitualmente en rojo o naranja. Inicialmente, sus dueños eran empresarios que las alquilaban a los pescadores, pero, actualmente, aunque algunas aún mantienen su utilidad original, están habilitadas como atractivos alojamientos para turistas.

También llaman la atención en estas islas las casas cubiertas de turba. Torvtak las llaman los noruegos. Su curiosidad obedece a que sus tejados están recubiertos de hierba y tierra. Los lugareños alaban sus numerosas ventajas: absorbe la lluvia y la humedad, actúa como aislante térmico, es ecológico y natural, estabilizan la casa gracias al peso de los techos... Quizás por ello algunas de las nuevas construcciones han recuperado aquella antigua técnica.

Museos e iglesias de madera

Aunque las islas Lofoten acogen numerosos museos e iglesias de madera, dos destacan entre las visitas recomendables. El primero es el museo Vikingo –Lofotr Viking Museum–, ubicado a 15 kilómetros de Leknes e inaugurado en 1995 a raíz del hallazgo, en 1983, de la casa del jefe vikingo en las excavaciones de la antigua aldea de Borg. Con sus 83 metros de largo y 9 de alto, se considera el edificio más grande de la era vikinga. Y, con respecto a las decenas de iglesias de madera que salpican las islas, cerca de Svolvaer se levanta, frente al mar, la segunda iglesia de madera más grande de Noruega. Es Vagan Kirke. Construida en 1898, tiene una capacidad para acoger a 1.200 personas.