El pasado 23 de enero, el ministro de Interior, Jorge Fernández, afirmó que estaba seguro de que Santa Teresa «estará siendo una importante intercesora para España». Meses antes, la ministra de Empleo, Fátima Báñez, había dicho que «la Virgen del Rocío nos ha hecho un regalo en nuestra salida de la crisis y en la búsqueda del bienestar todos los días a los ciudadanos». Sin olvidar las condecoraciones policiales a varias vírgenes.
Ante esto, y tras recordar que también Francisco Franco atribuía poderes sobrenaturales e intercesiones a Santa Teresa, el diputado Jon Iñarritu, de Amaiur, registró en el Congreso una pregunta para su respuesta por escrito al Gobierno. El parlamentario abertzale quería saber «¿cómo considera el Ministro de Interior que intercede Santa Teresa de Jesús por España? ¿Cuál es el papel de la Virgen del Rocío en la salida de la crisis? ¿Ha notado mejoras el Ministro de Interior tras la condecoración a la Virgel del Pilar? ¿Cuáles?».
Las preguntas, tras lo dicho por los ministros, eran sencillas, pero se ve que responder a ellas no lo era tanto. No es lo mismo dar un discurso coronado al grito de «Viva la Virgen del Rocío», que explicarlo por escrito y con membrete oficial y para que quede constancia en los archivos del Congreso de los Diputados.
La contestación del Gobierno ha llegado. Es lacónica. No se sabe si por el bochorno que pasó el funcionario que la tuvo que escribir o porque la falta de fe del diputado abertzale ofendió al redactor.
«La Constitución –reza la respuesta– define a España como un Estado aconfesional en el que la libertad religiosa y la libertad de expresión son derechos fundamentales y el respeto a las creencias un valor cívico que debe preservarse». Amén.