Iñaki VIGOR
ATARRABIA

Atarrabia coloca «adoquines tropezones» en recuerdo de 20 fusilados

Más de cien personas han asistido a la colocación de 20 «adoquines tropezones» junto a las casas donde vivieron 20 vecinos de Atarrabia que fueron fusilados por los franquistas. El primer adoquín ha sido colocado junto al Ayuntamiento por Elena Labat, nieta de Miguel Labat Velasco, alguacil del pueblo en 1936.

Elena Belzunegui Labat junto al «adoquín tropezón» que recuerda a su abuelo Miguel Labat Velasco. (Iñaki VIGOR)
Elena Belzunegui Labat junto al «adoquín tropezón» que recuerda a su abuelo Miguel Labat Velasco. (Iñaki VIGOR)

La colocación de «adqouines tropezones» en Atarrabia ha comenzado a las 11.30 en la puerta principal del Ayuntamiento, que había organizado este acto en colaboración con la Asociación de Familiares de Fusilados de Navarra (AFFNA-1936) para recordar y homenajear a los 20 vecinos asesinados tras el golpe de Estado franquista.

Al acto han asistido familiares de los represaliados y han contado con el apoyo de más de un centenar de personas y de los grupos municipales, quienes han explicado que se trata de «un acto de reparación, justicia y verdad» hacia los 20 vecinos asesinados, cuyos nombres han sido leídos a continuación.

El momento más emotivo ha llegado con la intervención de Elena Belzunegui Labat, nieta de Miguel Labat Velasco, alguacil de Atarrabia asesinado en 1936. «Al igual que en ciudades de Europa se instalan adoquines que señalan los lugares donde vivieron víctimas del nazismo –ha señalado–, las aceras y calles de los pueblos y ciudades de Navarra podrían estar cuajadas de 3.452 placas de latón como las que en estos países se ven, que señalan las viviendas en las que residieron las víctimas de nuestro holocausto particular».

Elena Belzunegui Labat ha añadido que, a diferencia del Parque de la Memoria de Sartaguda, los «adoquines tropezones» no se encuentran en un lugar acotado, «sino que se funden con el espacio público, la misma esfera en la que comenzó a desarrollarse el terror franquista, en nuestras calles y plazas». «Cuando la gente que pasee por las calles los vea, brillando con su color dorado, o cuando reparen en ellos porque sobresalen ligeramente de la superficie del suelo, cuando intenten leer lo que está grabado en ellos, sin darse cuenta inclinarán la cabeza. Solo entonces –ha explicado– perciben que exactamente aquí, una vez vivió no hace mucho tiempo una persona que fue víctima solamente por pensar distinto, y que sus hijos y nietos conviven con nosotros».

Ha agregado que «al agacharnos para leer el texto, nos inclinamos simbólicamente ante las víctimas, hablaremos sobre la persona que se nombra en el adoquín, y se les devolverá la identidad a las víctimas, devolviéndoles también la dignidad que se les había quitado. Una persona solo es olvidada cuando se olvida su nombre».

Su intervención ha sido acogida con fuertes aplausos por los asistentes, y ha sido ella misma la que ha colocado el «adoquín tropezón» en recuerdo de su abuelo, junto a una rosa roja y una  vela, tras un aurresku de honor a cargo de dos dantzaris.

Irene Latasa, concejala de EH Bildu, y el exalcalde Pello Mirena Gurbindo, ambos de EH Bildu, han intervenido a continuación para constatar el «compromiso» del Ayuntamiento de Atarrabia con los represaliados del pueblo, expresando su deseo de que este tipo de actos «sirvan de reparación moral para sus familiares».

Todos los asistentes han recorrido seguidamente el pueblo para ir colocando los otros 19 «adoquines tropezones» en las casas donde vivieron por última vez los vecinos asesinados en 1936, para finalizar con una actuación musical en el Molino de San Andrés.