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Los gigantes tecnológicos en 2020: cada vez más poderosos, cada vez más contestados

Al acelerar la transición digital, la pandemia ha consagrado la omnipotencia de los gigantes tecnológicos con miles de millones de personas usuarias cada día, pero también se ha convertido en el ruidoso despertador que insta a los poderes estatales a levantarse para poner coto a su dominio.

Los gigantes tecnológicos se han hecho omnipresentes durante el transcurso de este 2020. (Justin TALLIN/AFP)
Los gigantes tecnológicos se han hecho omnipresentes durante el transcurso de este 2020. (Justin TALLIN/AFP)

Reuniones en Zoom, compras en Amazon, búsquedas en Google, intercambios en Whatsapp y veladas ante Netflix. Si antes de la pandemia ya estaban en una posición fuerte, los Gafam estadounidenses (Google, Amazon, Facebook, Apple y Microsoft) y los Batx chinos (Baidu, Alibaba, Tencent y Xiaomi) se han hecho omnipresentes durante el transcurso de este 2020.

«En este mundo donde tantas cosas que parecían sólidas se ven hoy frágiles», estas superstars del capitalismo digital, «dan la sensación de caminar a un palmo del suelo e, incluso, de ser invencibles», como resume la economista Joëlle Toledano, profesora en la Universidad París-Dauphine.

Más que puramente económico –Google sufre por la caída del mercado publicitario, Booking se ve afectado por el parón del turismo, etc,–, su triunfo es sobre todo financiero. Mientras los estados gastan miles y miles de millones para evitar quiebras en serie y un desempleo masivo, el valor bursátil de los Gafam no cesa de inflarse: actualmente pesan en bolsa cerca de 8 billones de dólares –más de tres veces el PIB del Estado francés– frente al poco más de 2 billones de hace cinco años.

Tomando como referencia enero, los precios de sus acciones se han disparado con el covid: +35% para Facebook, +67% para Amazon, +68% para Apple... Y qué decir de Zoom, creado en 2011 por un ingeniero californiano, cuyas acciones han subido un 600%, o de Airbnb, cuya participación duplicó su valor el día en que salió a bolsa.

Por su parte, las aplicaciones chinas, confinadas durante mucho tiempo al mercado local, comienzan a extenderse por el mundo: TikTok, por supuesto, pero también SHEIN (ropa) o Likee (videos).

Pero 2020 también ha sido el año del despertar de los Estados, que quieren frenar la expansión frenética, con cientos de adquisiciones, de las corporaciones del nuevo milenio. «Hasta 2017, considerábamos que los beneficios aportados, especialmente en términos de innovación, eran mayores que los daños causados (por estas empresas», pero la marea ha cambiado, explica Toledano, autora de “Gafa: ¡Recuperemos el poder!”. Además de controlar de facto el acceso al mundo digital –el motor de búsqueda de Google tiene el 93% de la cuota de mercado– estos monopolios encierran a sus usuarios en «ecosistemas bloqueados», como subraya la economista.

Aprendiendo de los fracasos del pasado (procedimientos administrativos o penales largos y tardíos, multas con poca influencia disuasoria), Bruselas ha puesto en práctica un ambicioso conjunto de nuevas reglas, que abarcan desde la libre competencia hasta la lucha contra la difusión de mensajes de odio on line pasando por la transparencia de los algoritmos.

También en Estados Unidos están aumentando los procesos contra Google y Facebook por abuso de posición dominante. Convocados a rendir cuentas, los patrones del sector han sido convocados en varias ocasiones ante el Congreso.

En China, las autoridades han ido endureciendo la regulación de contenidos de diversas plataformas en los últimos meses y también han anunciado nuevas reglamentaciones para el comercio a través de Internet. Y la suspensión in extremis de la salida a bolsa del gigante de los pagos online Ant Group fue interpretada como una advertencia del Gobierno a un sector que se ha vuelto extremadamente poderoso... y que ha generado fortunas considerables.

El poder de las «Big Tech» también es cada vez más contestado por la sociedad civil, sin que esta ira haya socavado hasta ahora su éxito económico, ni el entusiasmo de los consumidores o internautas. «Estas son empresas increíblemente imaginativas, extraordinariamente bien gestionadas y que ofrecen una alta calidad de servicio», juzga Jacques Crémer, de la Escuela de Economía de Toulouse, que advierte contra la tentación de convertirlas en «chivos expiatorios».

En el Estado francés, es Amazon quien cristaliza este descontento, entre la llamada al boicot por parte de cargos electos que apoyan el comercio local y manifestaciones contra cada nueva instalación de sus enormes almacenes robotizados. Esto no impidió que la sucursal francesa de la empresa de Jeff Bezos lograse un récord de ventas en el último Black Friday.

Sin sufrir mayores daños económicos, en EEUU Facebook también padeció en julio el boicot a un centenar de marcas que lo acusaban de no hacer lo suficiente contra los contenidos racistas, en el contexto de movilización de “Black Lives Matter”.

Su influencia sicológica también es destacable. Estrella del documental emitido en Netflix “El dilema social”, que acusa a los Gafam de llevar a los adolescentes al suicidio y a las democracias a la guerra civil, la economista estadounidense Shoshana Zuboff denuncia el «capitalismo de vigilancia» basado en la monetización de los datos personales.

De ahí la urgencia de organizar este «cuarto espacio» donde se despliega la actividad humana –después de la tierra, el mar y el aire– como lo ha descrito el Comisario de Mercado Interior de la Unión Europea, Thierry Breton.