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De la UE a EEUU, pasos por un mejor salario mínimo ante la desigualdad

El incremento de las desigualdades y de la pobreza entre personas con empleo es otra de las derivadas de la pandemia. El salario mínimo puede ser un instrumento para atajar la realidad de trabajadores pobres. Funciona de forma diferente dependiendo del país y no existe en todos.

Trabajadores con mascarilla en un edificio en construcción en Bolueta. (Marisol RAMÍREZ / FOKU)
Trabajadores con mascarilla en un edificio en construcción en Bolueta. (Marisol RAMÍREZ / FOKU)

La pandemia del coronavirus ha transformado parámetros en todos los ámbitos, también en el laboral, donde aumentan las desigualdades salariales y empeora la realidad de los trabajadores en situación de pobreza. Atajar esa circunstancia, además de potenciar la convergencia económica en la UE, llevó a la Comisión Europea a dar, en junio de 2020, los primeros pasos para fijar una remuneración mínima en los Estados del bloque comunitario equivalente al 60% del sueldo medio estatal. No se establecerá un salario mínimo armonizado, ya que las competencias en materia laboral corresponden a los Estados.

La medida ha logrado, en el pleno de mediados de mes, el respaldo de la Eurocámara, que considera que con una nueva directiva que garantice un sueldo superior al umbral de pobreza se reducirían las desigualdades entre los Estados y dentro de ellos. Todos los socios de la UE, excepto Italia, Austria, Chipre, Suecia, Dinamarca y Finlandia, tienen fijado por ley un salario mínimo. Los países nórdicos son los que mayor oposición presentan a la propuesta, ya que consideran válido su método de negociación colectiva.

Uno de cada diez europeos

El documento impulsado por la presidenta de la CE, Ursula Von der Leyen, constata que «la situación de los trabajadores con salarios bajos ha empeorado y las desigualdades salariales se han incrementado».

La pobreza entre personas con empleo se ha extendido y alcanza ya a una de cada diez europeas.

El más alto de la Unión, el de Luxemburgo –2.202 euros brutos mensuales– es seis veces mayor que el más bajo, el de Bulgaria –322 euros–, según los últimos datos de Eurostat. Las diferencias entre los diferentes Estados, como muestra el ejemplo, son notables, incluso entre aquellos que tienen cuantías más altas.

En el Estado español, por ejemplo, está congelado en 1.108,3 euros (950 euros en catorce pagas)– después de que las negociaciones finalizaran sin acuerdo. A finales de enero, Trabajo constituyó la comisión asesora para fijar la hoja de ruta para alcanzar al final de la legislatura un salario mínimo equivalente al 60% del salario medio. Está conformada por representantes del Ejecutivo español, CCOO, UGT, Cepyme, CEOE y expertos del ámbito económico y su mandato es determinar la senda de subida más adecuada para 2021, 2022 y 2023.

En el Estado francés, el salario mínimo cumplió cincuenta años el pasado año y desde 2008 se revaloriza de forma automática cada 1 de enero en función de la inflación y el poder adquisitivo. Este año se ha actualizado con un alza del 0,99%, hasta los 1.555 euros brutos al mes. Sindicatos como CGT reclaman al Ejecutivo que vaya más allá en esa subida automática. La última «gran» subida de 2% se remonta a 2012, al día siguiente de la elección como presidente de François Hollande.

Alemania cuenta con un salario mínimo desde el 1 de enero de 2015 y, en la actualidad, se sitúa en 1.614 euros al mes.

Un estudio publicado en enero de 2020 por el Research Institute for the Future of Work (IZA) concluyó que la instauración de un salario mínimo no hizo que aumentara el desempleo, como temían desde algunos sectores.

Según un estudio del instituto IW, próximo a la patronal, en mayo de 2020, el salario mínimo tuvo muy poco impacto sobre el riesgo de caer en la pobreza (si los ingresos del hogar son inferiores al 60% de los ingresos medios), sobre todo porque muchos trabajadores con nóminas bajas tienen otras fuentes de ingresos, como el sueldo de su pareja. El riesgo de pobreza, en cambio, aumentó para los trabajadores empleados a tiempo parcial.

En Gran Bretaña, el salario mínimo (National Living Wage) fue creado, en su forma actual, el 1 de abril de 2016. Es el Gobierno quién decide las subidas, a propuesta de una comisión independiente, la Low Pay Commision. El objetivo al lanzar este nuevo sistema era que el salario mínimo aumentara hasta el equivalente al 60% del salario medio antes de 2020, una meta alcanzada, según un informe del Ejecutivo británico. En la actualidad no genera debate, al contrario de lo que sucede con el ingreso mínimo vital, del que se pueden beneficiar los parados o las personas con bajos ingresos.

El salario mínimo para los trabajadores mayores de 25 años subió un 6,2% el 1 de abril de 2020, hasta alcanzar los 9,85 euros la hora. Baja en función de la edad, hasta los 4,69 euros/hora para los aprendices menores de 16 años.

Estados Unidos

A finales de enero arrancó la batalla legislativa a favor de duplicar el salario mínimo con el lanzamiento de un proyecto para pasar de cobrar 7,25 dólares (6,98 euros) la hora a 15 (12,3 euros).

Promulgado por primera vez por el Congreso en 1938 como parte de la Ley de Normas Laborales Justas, el salario mínimo ha sido ajustado varias veces, la más reciente en 2007, cuando el Congreso votó para elevarlo gradualmente de 5,15 dólares a 7,25 la hora. Desde entonces, varios gobiernos estatales y locales han aumentado el salario mínimo a 15 dólares la hora o a otros niveles, tanto más alto como más bajo. De los 50 estados, 21 cumplen con el nivel federal de 7,25, mientras que los restantes tienen un mínimo más alto. Actualmente, veinticinco estados prohíben que las ciudades y los condados bajo su jurisdicción establezcan un salario local más alto que el nivel estatal, según Resourceful Compliance, que hace un seguimiento de la legislación laboral.

Según el proyecto de ley llevado por los demócratas a la Cámara de Representantes y el Senado, el salario mínimo aumentaría a 9,50 la hora tres meses después de la promulgación de la ley, y luego llegaría a 15 en cuatro intervalos durante un período de cinco años.

La propuesta también aumenta el salario base para los camareros y otros empleados que dependen de las propinas, y ordena al secretario de Trabajo de Estados Unidos que calcule anualmente el salario medio por hora para todos los empleados.

Los detractores de la iniciativa de un salario más alto apuntan a un informe de la Oficina de Presupuesto del Congreso de 2019 que decía que elevar el nivel a 15 dólares por hora resultaría en que 1,3 millones de trabajadores perderían sus trabajos.

Pero los defensores de la medida señalaron que el mismo informe señala que la propuesta sacaría de la pobreza a 1,3 millones de personas y aumentaría los salarios de hasta 27 millones de trabajadores más, lo cual, argumentan, lleva a que estos beneficios contrarresten los empleos perdidos.

No hay consenso sobre los efectos, como se muestra en Seattle, que en 2014 se convirtió en la primera ciudad importante de Estados Unidos en adoptar un salario mínimo de 15 dólares.

Un estudio de 2018 de la Universidad de Washington asegura que esa política redujo la nómina total en trabajos de bajos ingresos, con salarios que aumentaron un 3%, pero que las horas laborales disminuyeron entre un 6% y un 7%. Sin embargo, un estudio de 2017 de la Universidad de California en Berkeley encontró que la política hizo subir los salarios en la industria de servicios alimentarios sin pérdida de empleo.

Howard Wright, director ejecutivo del Seattle Hospitality Group y coautor de la iniciativa de 2014, sostuvo que descarta en gran medida las evaluaciones contradictorias de la política de Seattle. «Nuestra economía ha estado en un auge muy fuerte hasta la llegada del covid», indicó Wright.

Japón

Cada uno de los 47 departamentos del país fija su propio salario mínimo en función de las negociaciones anuales entre representantes del Ministerio de Trabajo, patronal y empleados. Existen, además, regímenes especiales en algunos sectores dentro de cada departamento, como por ejemplo en el de componentes para automóviles.

Es más alto en los departamentos más urbanizados. Así, el salario mínimo por hora en Tokio (el más alto) es de 1.013 yenes (8 euros) y el más bajo, de 792 yenes (6,3 euros) la hora, se encuentra en los departamentos de Akita (norte) y Okinawa (suroeste), eminentemente rurales.

En el ejercicio 2020-2021, que empezó el 1 de abril de 2020, el salario mínimo por hora medio era de 902 yenes (7,10 euros), tan solo un yen más que en 2019. Se trata de la subida más débil de ese indicador en 16 años, mientras que en los cuatro ejercicios precedentes había aumentado más de 20 yenes cada año, sobre todo bajo el impulso del Gobierno de Shinzo Abe, que incentivaba la revalorización de los sueldos para apoyar el consumo e, indirectamente, la inflación.

Según el ministerio de Trabajo, el 1,9% de los empleados de las empresas con al menos 5 trabajadores perciben el salario mínimo o incluso menos (pues existen excepciones).