Mikel Insausti
Crítico cinematográfico

«Le milieu de l’horizon»

El segundo largometraje de Delphine Lehericey, cineasta suiza afincada en Bélgica, participó en el SSIFF 67 dentro de la sección New Directors, recibiendo al premio Lurra Greenpeace por su temática medioambiental de fondo, vista desde una perspectiva feminista. En los premios del cine suizo fue premiada como Mejor Película y Mejor Guion, este segundo compartido entre Lehericey y su colaboradora Joanne Giger, por su adaptación de una novela de Roland Buti, localizada en los años 70.

En su ópera prima ‘Puppylove’ (2013) la cineasta de Lausanne escogió como protagonista del relato a una adolescente de 14 años, cuya amistad con una chica extranjera influía en su crecimiento y desarrollo personal. En ‘Le milieu de l’horizon’ (2019), que se estrenará el 19 de marzo distribuida por Elamedia y con el título de ‘El horizonte’, vuelve a repetir el mismo esquema de historia iniciática, pero otorgando el protagonismo a un chaval de 13 años.

El cambio de sexo se debe a que la autora busca un testigo neutral en un periodo de cambio, alguien poseedor todavía de una mirada inocente y sin contaminar. De esta manera, el chico observa cómo se produce una revolución a su alrededor, con la decadencia del patriarcado rural y el empoderamiento de las mujeres de su entorno, que ya no se conforman con el doble trabajo en las faenas de la granja y en las tareas domésticas y, sobre todo, ante el hecho de que se les niegue cualquier poder de decisión en la economía familiar a la que tanto aportan.

Una escena clave en la película es cuando el pequeño Gus (Luc Bruchez) ve a su madre Nicole (Laetitia Casta) besarse con su nueva amiga Cécile (Clémence Poésy), que es quien le ha introducido en el club de lectura y le ha descubierto el derecho a ser libre sin ceder al sometimiento al hombre, bajo el secular pretexto de la dureza de la vida del campo. A partir de ese instante Gus empieza a perder la referencia paterna, a la vez que asiste al derrumbe del hombre de la casa (Thibaut Evrard), incapaz de sacar adelante su negocio ligado al aprovechamiento de los recursos naturales.

La acción se sitúa justo en la época de transición, en la cual las explotaciones agrícolas y ganaderas adoptan modelos de producción capitalista, nada respetuosos con el medio. Jean apuesta por la crianza intensiva de pollos, una huida hacia adelante que supondrá su deshumanización, a medida que va perdiendo la identidad local y el amor por sus verdaderas raíces culturales. Un declive que viene a coincidir con la liberación de las mujeres de su hogar liderada por Nicole, mostrando a la audiencia de esta forma el origen de un movimiento que nos ha llevado a la situación actual por la igualdad.

Si el contenido de la película es del máximo interés, también lo es su tratamiento visual, ya que una muy valiente Delphine Lehericey se atreve con el rodaje analógico en 35 mm., a fin de dotar a la imagen de una luz naturalista y fiel a las localizaciones reales que aparecen en pantalla.

Así obtiene una atmósfera muy tangible, que transmite las sensaciones que viven los personajes en plena naturaleza, bajo un sol de justicia. La fotografía de Christophe Beaucarne nos traslada a aquel verano de 1976, cuando en el interior del viejo continente se vivió una sequía extrema que resultó terriblemente dañina para el campo y los animales.

Y la constante sensación de agobio hace que las reacciones tanto del chico como de las personas adultas que le rodean sean por demás creíbles, y aunque ‘Le milieu de l’horizon’ por su vertiente narrativa tenga una apariencia clasicista, presenta una descarga sensorial como para lograr llenar de intensidad una obra que acaba siendo muy sensorial. Esto la diferencia de otras tantas realizaciones recientes instaladas dentro del subgénero de las historias iniciáticas veraniegas. Un tramo estival que en esta ocasión se alarga más allá de julio y agosto, con tal de ahondar en un tiempo de transformación.