«No habrá cierre», ha zanjado Jair Bolsonaro durante una visita a la ciudad de Chapecó, en el estado de Santa Catarina (sur), tras 24 horas en las que el país ha registrado 4.200 muertes por covid-19.
El dirigente ultraderechista ha vuelto a defender lo que ha llamado el «tratamiento precoz» de la enfermedad, con el uso de medicamentos sin eficacia probada y que, según la Asociación Médica de Brasil, deberían prohibirse para tratar el covid-19.
Precisamente, Bolsonaro ha acudido este miércoles a Chapecó para cerrar una unidad de cuidados semiintensivos para pacientes con coronavirus.
Según la información recogida por el portal G1, el último paciente de las instalaciones fue trasladado el sábado y se ha procedido al cierre de la estructura, con espacio para 75 personas.
«Un ejemplo a seguir»: más muertos que la media nacional
Bolsonaro ha elogiado la gestión de la pandemia de Chapecó. «Un ejemplo a seguir», ha señalado, subrayando que sirve «para mostrar a todo Brasil que el virus es grave, pero sus efectos se pueden combatir».
No obstante, Chapecó tiene más muertes por covid que el promedio estatal y nacional. La tasa de mortalidad por cada 100.000 habitantes es de 240,6, mientras que en Santa Catarina el índice se sitúa en 161,2 y en el conjunto de Brasil se ubica en 160,3.
Con una intensa presión sobre su sistema sanitario, esta ciudad de 224.000 habitantes suspendió las actividades no esenciales durante 14 días a finales de febrero.
Algunos servicios como restaurantes o mercados, que sí pudieron permanecer abiertos, redujeron sus horarios de apertura y disminuyeron los aforos.
En las últimas semanas, la ciudad ha visto una disminución en el número de casos activos de coronavirus y pacientes con la enfermedad esperando para ser ingresados en UCI. Las autoridades locales lo achacan a un aumento de la capacidad diagnóstica, un tratamiento a los pacientes oportuno, medidas restrictivas y supervisión de las mismas.
Más de 13 millones de personas contagiadas
Bolsonaro, que ha minusvalorado la gravedad de la pandemia en repetidas ocasiones, se ha negado reiteradamente a imponer restricciones en Brasil para contenerla.
Brasil es el segundo país más golpeado por la enfermedad del mundo, con más de 13,1 millones de personas contagiadas y cerca de 337.000 víctimas mortales a causa de la enfermedad.