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Los feriantes de la CAV se sienten «sin la más mínima oportunidad» de trabajar

La Asociación de Feriantes Autónomos de Euskadi, que lleva sin trabajar desde el inicio de la pandemia, remarca que la «sensibilidad» de Eudel y el Gobierno de Lakua es «cero sobre cero». En Nafarroa el colectivo está a la espera de la respuesta de los ayuntamientos, que se han mostrado receptivos.

Una atracción de feria en la Aste Nagusia de Donostia de 2019. (Iñigo URIZ / FOKU)
Una atracción de feria en la Aste Nagusia de Donostia de 2019. (Iñigo URIZ / FOKU)

La Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP), bajo las directrices del Ministerio de Sanidad, publicó a finales de abril una guía de buenas prácticas para que los autónomos feriantes y vendedores ambulantes puedan volver a la actividad en verano, después de un año sin poder trabajar, salvo contadas excepciones.

Distanciamiento, higiene, control de aforos, entradas y salidas diferenciadas… son algunos de los aspectos contemplados en la guía. En Sevilla, por ejemplo, en abril se instaló una feria de 80.000 metros cuadrados, con un centenar de puestos y un aforo máximo para 9.200 personas.

Sin embargo, el secretario general de la Asociación de Feriantes Autónomos de Euskadi (Asfae), Alberto Domínguez, ha lamentado que en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa «Eudel dijo que no había atracciones», por lo que el sector se siente  «completamente discriminado y sin la más mínima oportunidad».

Recintos cerrados

Entrevistado por Efe, Domínguez apunta que se han dirigido a los ayuntamientos pero que a día de hoy «la sensibilidad» de estos y del Gobierno de Lakua «con este problema y con los cientos de familias es cero sobre cero».

A excepción de algunas camas elásticas en Gipuzkoa y de las churrerías, los feriantes de la CAV llevan sin trabajar desde el comienzo de la pandemia. «En nuestro interior, creíamos que en verano, con las medidas anti-covid que están ya aprobadas, íbamos a poder funcionar. También pensábamos que en Navidad iba a haber PIN al aire libre y tampoco. ¿Cuánto podemos resistir? Estamos ya fuera de vueltas», ha lamentado Domínguez.

«Tenemos compañeros, a los que les da vergüenza reconocerlo por la familia o los amigos, pero que viven de la caridad, yendo a coger comida. Hay gente que tendrá que vender a chatarra, porque ¿quién compra una atracción que no puede montar? Y encima sin plazo definido», ha remarcado.

Los créditos de los bancos

González y su mujer están saliendo adelante gracias a sus dos hijas que trabajan y les ayudan, ya que sólo contarían con los 600 euros que reciben como autónomos. Para él lo peor acaba de llegar, porque «ahora, con el fin del estado de alarma, los bancos van a empezar a cobrar las moratorias que teníamos con los créditos y ese va a ser nuestro fin. No podemos pagar al no tener ningún tipo de ingreso».

Tiene tres atracciones para niños guardadas en un almacén. «Nosotros estamos acostumbrados a vivir en la calle, la feria es vida, atractivo, la sonrisa de los niños. Cuando te levantas y vienes al pabellón a ver tus cosas y las ves paradas ahí, se te cae el alma a los pies. Eso es lo que más echamos en falta, la vida, la que hoy por hoy no tenemos», lamenta.

Nafarroa

En Nafarroa, la Asociación de Industriales Feriantes (Aifna), integrada por unos 125 socios, envió el pasado febrero una carta a los ayuntamientos, planteando la posibilidad de montar recintos feriales cerrados con vallas, como si fueran un parque de atracciones, de tal forma que se puedan organizar los accesos, el número de gente, el sentido de circulación…

En principio, con la pandemia todavía en cifras altas, no se ha concretado nada, aunque desde el colectivo apuntan que los consistorios se han mostrado receptivos ante esta propuesta.