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Ginebra

El caso de las municiones de la II GM sumergidas en los lagos suizos reflota en Ginebra

El Ejército suizo renunció hace años a repescar toneladas de municiones sumergidas en su territorio tras la Segunda Guerra Mundial, pero la cuestión ha vuelto a la superficie en Ginebra tras el descubrimiento de cajas resquebrajadas en el lago Lemán.

Un barco navega por el lago Lemán cerca de la ciudad suiza de Ginebra. (Fabrice COFFRINI/AFP)
Un barco navega por el lago Lemán cerca de la ciudad suiza de Ginebra. (Fabrice COFFRINI/AFP)

Las autoridades ginebrinas preparan apresuradamente varias operaciones en las próximas semanas para hacer el inventario del arsenal que duerme desde hace décadas en el fondo de este emblemático lago, el más grande de los Alpes.

«En otoño vamos a probar las técnicas de localización. Vamos a detectar masas metálicas desde barcos que van a usar sondas sumergidas», explica a AFP el geólogo Jacques Martelain.

La búsqueda se desplegará en primer lugar en una zona de poca profundidad (50-100 metros). En función de los resultados de estas investigaciones técnicas y del estudio de riesgo, Ginebra decidirá si recupera o no las municiones.

Miles de toneladas de municiones y explosivos militares fueron lanzados a los lagos suizos durante el siglo XX, particularmente tras la Segunda Guerra Mundial, simplemente para librarse de esas armas tras registrarse explosiones en algunos almacenes.

«Se trata principalmente de bombas de aviación, granadas, cartuchos usuales y residuos de explosivos», detalla una portavoz del Departamento Federal de Defensa, Mireille Fleury.

Un peligro público

En Ginebra no fue el Ejército quien las sumergió, sino la empresa de armamento Hispano-Suiza, que lo hizo hasta principios de los años 1960. Las autoridades ginebrinas han iniciado indagaciones para determinar si alguna normativa de la época podría llevar a esta empresa a pagar parte del saneamiento que debe realizarse.

Análisis efectuados a principios de los años 2000 por el Departamento Federal de Defensa estimaron entre 150 y 1.000 toneladas el peso del material sumergido, sin poder determinar su localización exacta ni su tipología.

«En principio, hay bombas y obuses, y probablemente municiones para fusiles», mientras que algunos evocan también la presencia de bombas de fosgeno, un gas mortal, comenta Martelain.

Salima Moyard, antigua diputada ginebrina y buceadora, batalla desde hace años para que la ciudad se ocupe de la cuestión. «La única solución viable a largo plazo es el saneamiento completo», subraya.

«Algunas personas podrían plantearse el pequeño reto de ir a buscar las municiones para ponerlas junto a su chimenea. Esto puede ser verdaderamente grave: para las propias personas, para los vecinos, para el medioambiente», señala en declaraciones a AFP.

Sedimentos que lo cubren todo

Más de 8.000 toneladas de municiones fueron sumergidas por el Ejército en el siglo pasado en los lagos Thun, Brienz y Cuatro Cantones, en el centro del país, en aguas más profundas que las del lago Lemán y con menos movimiento.

Las autoridades suizas aseguran que las municiones están recubiertas por una capa espesa y creciente de sedimentos, y por ahora no representan peligro ni generan ningún impacto negativo en el agua. Aun así, vigilan la situación regularmente.

Ginebra confiaba también en estos sedimentos hasta que buzos de la organización francesa Odysseus 3.1 descubrieron en 2019 algunas cajas resquebrajadas con munición a 50 metros de profundidad.

«A partir de que estas municiones no están recubiertas todo el tiempo por sedimentos y de que nos encontramos en aguas poco profundas, podemos imaginar razonablemente fenómenos de corrosión más importantes» que en el resto de lagos suizos, advierte Martelain.