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Más de la mitad de la población afgana, en grave crisis alimentaria

Cerca de 23 millones de afganos, más de la mitad de la población, se enfrentarán a partir de noviembre a una de las peores crisis alimentarias del mundo, agravada por el conflicto y el aislamiento desde que los talibanes se hicieron con el poder, según un informe de Naciones Unidas.

Una familia abandona su hogar por la sequía en la provincia afgana de Badghis. (Hoshang HASHIMI/AFP)
Una familia abandona su hogar por la sequía en la provincia afgana de Badghis. (Hoshang HASHIMI/AFP)

Más de la mitad de la población afgana, 22,8 millones de personas, se enfrentarán a una «inseguridad alimentaria aguda a partir de noviembre», según el Grupo de Agricultura y Seguridad Alimentaria de Afganistán, codirigido por la FAO y el Programa Mundial de Alimentos de la ONU (PMA).

Entre los más afectados «se encuentran 3,2 millones de niños menores de cinco años que se espera que padezcan desnutrición aguda antes de fin de año», detalla.

«Afganistán está ahora entre las peores crisis humanitarias del mundo, si no la peor, y la seguridad alimentaria casi se ha derrumbado. Este invierno millones de afganos se verán obligados a elegir entre la migración y la hambruna», afirmó el director Ejecutivo del PMA, David Beasley.

El informe destaca que la sequía, el conflicto, el covid-19 y la actual crisis económica han «afectado gravemente las vidas, los medios de subsistencia y el acceso de las personas a los alimentos». Y se prevé que empeore con la llegada de un invierno «que amenaza con aislar áreas del país donde las familias dependen desesperadamente de la asistencia humanitaria para sobrevivir».

Así «más de uno de cada dos afganos se enfrentará a niveles de crisis o emergencia de inseguridad alimentaria aguda desde noviembre de 2021 a marzo de 2022, por lo que se requieren intervenciones humanitarias urgentes para satisfacer las necesidades alimentarias básicas, proteger los medios de subsistencia y prevenir una catástrofe humanitaria».

La necesidad de ayuda exterior choca con la falta de reconocimiento internacional del régimen talibán y la crisis ha empujado a la clase media afgana a vender sus pertenencias. Es el caso de Farid Khan, que trabajó como portavoz de la Policía en la provincia de Nangarhar hasta agosto, cuando dejó de percibir un salario con el que llegaba justo a fin de mes para alimentar a su familia de 12 miembros.

«Mis hijos tienen hambre, no tenemos comida en casa; yo ya no tengo trabajo ni una fuente de ingresos desde hace dos meses», explicó a Efe. La familia ya ha vendido todas sus pertenencias valiosas pero, aun así, el dinero del que disponen es insuficiente y ni siquiera puede pensar en el tratamiento de su esposa enferma de cáncer, a la que pretendía operar en Pakistán.