Ingo Niebel

El ÖVP austríaco entra en crisis y arrastra a la derecha europea

Austria ha sido referente para los partidos conservadores de Europa que se identifican con «demócrata cristiano» o «popular». Quienes buscaban una alternativa a Angela Merkel se habían fijado en Sebastian Kurz, del ÖVP. Pero su ídolo acaba de arrojar la toalla.

Sebastian Kurz, durante la comparecencia en la que anunció su retirada de la política. (Joe KLAMAR/AFP)
Sebastian Kurz, durante la comparecencia en la que anunció su retirada de la política. (Joe KLAMAR/AFP)

Mal empezó el jueves para el gobernante Partido Popular de Austria (ÖVP) cuando po la mañana las agencias de noticias difundieron que el excanciller Sebastián Kurz, de 35 años, había dimitido de todos sus cargos y se retiraba de la política.

Tras dejar la Cancillería en octubre, todavía presidía el partido y al grupo parlamentario en el hemiciclo de Viena. Por la tarde, saltaba la noticia de la renuncia del canciller, Alexander Schallenberg, cuyo ejemplo siguió el ministro de Hacienda, Gernot Blümel.

Por el momento, el baile de dimisiones evidencia la crisis del ÖVP, pero no afecta a su socio de Gobierno, los Verdes. Aún así, los cambios en la cúpula de los conservadores podrían desembocar en otras elecciones anticipadas. En 2019, los conservadores y el Partido Socialdemócrata de Austria (SPÖ) ya adelantaron los comicios como reacción a un escándalo político protagonizado por el ultraderechista Partido Liberal de Austria (FPÖ). En aquellas elecciones, Kurz volvió a triunfar con el 38% de los votos. Cambió de socio –el FPÖ por los Verdes–, pero no su rumbo político que situó al ÖVP entre la CDU de Angela Merkel y el PP de Pablo Casado.

Intervino por videoconferencia en la convención que su «partido hermano», el PP español, celebró en octubre en València. Kurz se inclinó por el neoliberalismo mientras a nivel europeo rechazaba la acogida de refugiados procedentes de Afganistán. El PP cortó el video enviado por el austríaco. En el mismo evento intervinieron el premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa y el expresidente francés Nicolás Sarkozy, respecto al que Casado dijo que «queremos tomar los buenos ejemplos de gestión».

Veinticuatro horas después, un tribunal francés condenó a Sarkozy por corrupción. Pocos días más tarde, el nombre de Vargas Llosa, quien aleccionó sobre «votar bien», apareció en los Papeles de Pandora por gestionar sus derechos de autor a través de una sociedad «offshore». Una semana después, Kurz dimitió de su cargo de canciller de Austria porque la Fiscalía especializada en crímenes económicos y corrupción (WKStA) le investiga por soborno, malversación y declaración falsa bajo juramento.

Kurz aguantó dos meses más siendo jefe del ÖVP hasta que tiró la toalla. «No soy ni un santo ni un criminal, soy un ser humano con mis cualidades y debilidades», declaró al justificar su retiro con el reciente nacimiento de su hijo y por sentirse perseguido y desilusionado de la política. No se pronunció sobre su futuro pendiente de la Justicia austríaca.

«No soy ni un santo ni un criminal, soy un ser humano con mis cualidades y debilidades», declaró Kurz al justificar su retiro con el reciente nacimiento de su hijo
y su desilusión por la política. No habló de
su futuro pendiente de la Justicia»

En buena medida Kurz es responsable de su propia caída. En 2017 ganó las elecciones con la promesa de acabar con el antiguo sistema político en el que el ÖVP y el SPÖ se turnaban gobernando el país con un estilo caracterizado por la corrupción y las intrigas, los favores y las puertas giratorias. Kurz inició su salto al poder formando un bipartito con el ultra FPÖ, cuya aliada alemana, la xenófoba Alternativa de Alemania (AfD), ya veía venir un futuro en el que gobernaría con la Unión Demócrata Cristiana (CDU) en una era pos-Merkel.

Estos entusiásticos sueños vivieron un fuerte revés en 2019 con la aparición de un vídeo, grabado de forma ilegal dos años antes en Ibiza, en el que el líder FPÖ y vicecanciller, Heinz-Christian Strache, explicaba a la supuesta sobrina de un oligarca ruso como podría hacer llegar dinero a su partido esquivando el control estatal. Strache y un correligionario suyo detallaban también cómo los supuestos rusos podrían hacerse con el influyente diario conservador y cercano al ÖVP “Kronen-Zeitung”, para convertirlo en altavoz del FPÖ. A cambio, Strache se comprometía a recompensar a los «inversores rusos» con obras publicas. El vicecanciller tuvo que dimitir y una moción de censura apartó a Kurz del cargo.

No obstante, en otoño de 2019 el joven político regresó arrasando y triunfando sobre un  diezmado FPÖ. «¿Kurz, un ejemplo para la CDU?», preguntó, retóricamente, el diario sensacionalista alemán “Bild”. Su editora Springer lleva años promocionando a todos aquellos políticos de la CDU que se sitúan a la derecha de Merkel. Después de que la CDU perdiera las elecciones generales, su organización juvenil y destacados dirigentes alabaron el ejemplo de Kurz y de su ÖVP.

Tras los aplausos, vino el sonoro silencio cuando se descubrió que su partido hermano había pagado, supuestamente, con dinero público las encuestas electorales que hicieron triunfar a Kurz en 2019. A este y otros escándalos se han sumado deficiencias estructurales en la gestión de la pandemia y en la denominada «lucha antiterrorista». Hace un año el servicio secreto interior no evitó un atentado que dejó cuatro muertos en Viena aunque disponía con antelación de informaciones sólidas. Estos asuntos afectan también al recién nombrado canciller y líder del ÖVP, el titular de Interior, Karl Nehammer. Aunque el partido sigue en el poder, ha de someterse, como la CDU, a un proceso renovador.