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Truss insiste en su plan económico y trata de recuperar la autoridad en el partido

La primera ministra británica, Liz Truss, ha salvado los muebles en el congreso conservador, donde ha insistido en su plan económico y la bajada de impuestos que ha dividido incluso a su partido y ha debilitado su autoridad. En caída en los sondeos, aún puede reactivarse la revuelta tory.

La primera ministra británica, Liz Truss, con su marido, aplaudida por los delegados conservadores.
La primera ministra británica, Liz Truss, con su marido, aplaudida por los delegados conservadores. (Oli SCARFF | AFP)

Muy debilitada tras apenas un mes en el poder, la primera ministra británica, Liz Truss, ha tratado de recuperar el control en el último día de un congreso del Partido Conservador minado por disensiones internas sobre la política a seguir para salir de la crisis en Gran Bretaña y que se asoma a una debacle electoral.

«En estos tiempos difíciles, debemos actuar. Estoy decidida a hacer avanzar al Reino Unido para sacarnos de la tormenta», ha afirmado Truss en un discurso frente a electos y militantes de su partido reunidos en Birmingham, en el que ha vuelto a abanderar la controvertida bajada de impuestos.

Con el deseo de renovar el poder conservador que lleva al frente del país 12 años, la primera ministra ha afirmado que quiere «terminar con el ciclo de crecimiento débil» y ha recalcado su objetivo de «hacer crecer la economía británica». «El statu quo no es una opción», ha insistido.

Tratando de silenciar a quienes, incluso en sus filas, la acusan de estar ya fuera de juego tras apenas un mes en el poder, ha insistido en sacar adelante su programa basado en tres puntos: la rebaja de impuestos, la reducción de la deuda neta a medio plazo –se espera que esto conlleve recortes del gasto público– e iniciativas para facilitar la expansión económica, como, entre otras, la relajación de las normas de construcción, la erosión del derecho de huelga o la mejora de los servicios de cuidado infantil.

Truss ha admitido que su plan es «disruptivo» pero ha mantenido que «beneficiará a todos» los británicos, aunque al principio cause trastornos.

El pasado lunes, el ministro de Economía, Kwasi Kwarteng, revocó su rebaja del 45 al 40% de la franja más alta del impuesto sobre la renta e indicó que adelantará la presentación de su plan económico completo de la fecha prevista del 23 de noviembre para calmar a sus filas y a los mercados financieros.

Protesta de Greenpeace

Truss ha atacado lo que llamó la «coalición contra el crecimiento» que reúne a partidos de oposición, sindicatos y organizaciones ambientales.

Precisamente, su discurso ha sido interrumpido por activistas de la ONG Greenpeace que protestaban contra el fin de la moratoria sobre fractura hidráulica decidida por su gobierno y que han sido expulsados entre abucheos de los conservadores.

La primera ministra también ha defendido una vez más su enfoque presupuestario, que ha calificado de «responsable», a pesar de que el «minipresupuesto» que presentó el 23 de septiembre para hacer frente a la crisis del costo de vida generó una oleada de duras críticas por sus recortes presupuestarios y bajadas de impuestos financiados con deuda, que incluso llegó a hacer caer la libra esterlina.

La propuesta generó malestar incluso entre las filas conservadoras, que amenazaron con una revuelta interna, Así, bajo la presión de su propia mayoría, el Gobierno desistió el lunes de abolir el tramo impositivo más alto, un cambio radical en pleno congreso que debilitó a la primera ministra.

Pero este miércoles, entre los militantes presentes en el congreso, el discurso parecía haberlos tranquilizado. «Mucho mejor de lo que esperaba», señalaba Debbie Richard, una electa de 66 años de Suffolk (este de Inglaterra), que llegó preocupada tras el paso atrás del lunes.

Salva los muebles pero la crítica permanece

Truss parece haber salvado los muebles, pero aún está por ver si será suficiente este discurso para reafirmar su autoridad definitivamente.

Las encuestas electorales reflejan una debacle electoral e incluso una mayoría absoluta de los laboristas. El lunes, algunos electos daban por perdidos los comicios.

Una encuesta de YouGov publicada justo antes del discurso da a Liz Truss un índice de aprobación aún más bajo que el peor puntaje de su predecesor, Boris Johnson. Solo el 14% de los encuestados tiene una opinión favorable de la líder conservadora.

La ministra de Interior, Suella Braverman, acusó el martes a los conservadores que criticaban abiertamente a Truss de haber lanzado un golpe contra ella.

El exministro de Transporte Grant Shapps, quien respaldó al exministro de Finanzas Rishi Sunak contra Truss en la contienda de Downing Street tras la dimisión de Boris Johnson, advirtió de que los parlamentarios del partido no se quedarán «inactivos» si las encuestas resultan calamitosas.

Varios asuntos espinosos pendientes aún podrían alimentar la revuelta tory, como la eliminación del tramo máximo de impuestos para los más ricos, que Truss se negó a abandonar definitivamente después de haberlo excluido de su «minipresupuesto».

Pero la ira gira sobre todo en torno a la futura revalorización de las prestaciones sociales, sobre las que el nuevo Gobierno no se considera obligado por el compromiso asumido por Boris Johnson de incrementarlas en línea con la inflación.

Otras voces reclaman a Truss que no se aleje demasiado del programa de Boris Johnson, que en diciembre de 2019 le había valido a los conservadores un triunfo sin precedentes desde Margaret Thatcher, primera ministra de 1979 a 1990.

Las próximas elecciones se esperan en menos de dos años y la oposición laborista salió fortalecida de su congreso a finales de septiembre.

«Los conservadores aún se niegan a dejar de lado su presupuesto kamikaze que hizo estallar la economía», ha tuiteado el líder laborista Keir Starmer.

Una encuesta reciente da a los laboristas 33 puntos por delante de los conservadores, una brecha que no se veía desde finales de la década de 1990 y la llegada al poder de Tony Blair (1997-2007).