
El Museo de Bellas Artes de Bilbo ha ampliado su colección con la incorporación del ‘Retrato de Erik Satie’ pintado en París por un joven Ignacio Zuloaga hacia 1893-1894 y que la pinacoteca bilbaina ha comprado gracias al legado de Begoña María Azkue (Bilbao, 1944-2023).
El director del Museo de Bellas Artes, Miguel Zugaza, ha presentado este miércoles el retrato del compositor y pianista francés junto con el presidente del patronato de la Fundación del Museo y alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto.
Al acto han asistido allegados de la bilbaina Begoña María de Azkue, quien en su testamento formalizó un legado a favor del museo con la estipulación de que fuera dedicado íntegramente a la compra de obras de arte que enriquezcan la colección.
Gracias a ese legado, la primera incorporación al museo bilbaino fue en 2023 el óleo sobre lienzo ‘El voto en Sainte-Anne d'Auray’ (1870), del academicista francés William Bouguereau, adquirida en la casa de subastas Ansorena (Madrid) por 165.466 euros.
‘Retrato de Erik Satie’ ha sido la segunda obra incorporada tras ser adquirida en la subasta de Giquello en el Hotel Drouot (París) en diciembre de 2023 por 54.000 euros.
«No hay dos sin tres y la tercera pintura llegará pronto», ha avanzado Zugaza, quien ha señalado que a las dos anteriores se sumará próximamente una obra de Mariano Fortuny, que se expondrá previamente en Sevilla.
Con ‘Retrato de Erik Satie’, el Museo de Bellas Artes de Bilbo incrementa con una obra temprana en la producción de Zuloaga el conjunto de pinturas (10) del artista vasco conservado en el museo.
En la obra, Zuloaga (Eibar, 1870 - Madrid, 1945) utiliza un cromatismo restringido y una iluminación en penumbra. En el cuadro se ve el busto de Erik Satie (Honfleur, Calvados, Normandía, 1866-París, 1925) con el rostro de perfil apenas iluminado y con la imagen bohemia de Montmartre, con barba y cabello largo, quevedos y levita.
Zuloaga pintó al compositor en París, en un momento inicial de su carrera, con 23 años. El pintor vasco viajó a París con el intención de completar su formación autodidacta en contacto directo con la modernidad.
Allí formó parte de la bohemia de poetas, pintores, músicos, y del numeroso grupo de artistas vascos y catalanes que se reunía en cafés y cabarets.
Desde finales de 1892 fue vecino en la rue Cortot de la pintora Suzanne Valadon, que en 1983 mantuvo un idilio con Erik Satie. Para entones, Zuloaga ya debía conocer al compositor ya que tocaba el piano en un cabaret que solía frecuentar.
El cuadro fue un regalo con dedicatoria de Ignacio de Zuloaga al músico, quien lo conservó hasta su muerte en 1925.
En el mismo acto de presentación, el coordinador de Conservación e Investigación del Museo de Bellas Artes de Bilbo, Javier Novo, ha destacado la importancia de la obra «por su belleza y calidad» y el protagonismo de «dos titanes del arte», el retratista y el retratado.
Novo ha señalado que gracias al legado de la bilbaina Begoña María Azkue se ha podido incorporar una obra de la etapa de juventud de Zuloaga. De esta forma, el museo completa un período, el de la producción de juventud del vasco, en el que la oferta en el mercado es prácticamente inexistente.

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