Pello Guerra
Redactor de actualidad / Aktualitateko erredaktorea
Elkarrizketa
Xabier Tirapu
Sociólogo

«La agudización de la precariedad es lo que impide que la juventud alcance la adultez deseada»

La precariedad está convirtiendo en una misión casi imposible el paso de la juventud a la adultez, ya que la falta de estabilidad económica provoca que ese proceso, que era «natural e irrevocable», haya pasado a ser «un fenómeno de ida y vuelta», según recoge la tesis del sociólogo Xabier Tirapu.

Xabier Tirapu ha dedicado su tesis doctoral a la precariedad en la juventud de Nafarroa.
Xabier Tirapu ha dedicado su tesis doctoral a la precariedad en la juventud de Nafarroa. (UPNA)

La adultez a la que aspira la juventud se ha convertido en una meta difícil de alcanzar a causa de la extensión y agudización de la precariedad, según se recoge en la tesis doctoral defendida en la UPNA por el sociólogo Xabier Tirapu. En su trabajo, evidencia la necesidad de revisar conceptos relacionados con las personas jóvenes para adaptarlos a las nuevas realidades que afectan a este segmento de la población, que curiosamente se culpabiliza de manera individual por los devastadores efectos de una situación que, en el fondo, es generacional.

Su tesis doctoral se ha centrado en la precariedad en las personas jóvenes navarras. ¿Qué le ha llevado a estudiar en profundidad esta materia?

Lo cierto es que, como creo que ocurre en muchas tesis, el tema nace de un interés bien distinto: a partir de mi trabajo de fin de grado (o TFG) en el que estudié la representación mediática juvenil, mi intención era seguir profundizando en esa dirección, poniendo en contacto la juventud y la opinión pública. Pero, cuando junto a mis directores empecé a indagar en la parte teórica, leyendo sobre qué es la juventud o la adultez, me di cuenta de que estamos en un contexto en el que estas dimensiones están cambiando a causa de la precariedad o, al menos, la manera en la que deberíamos observarlas. A partir de aquí, decidí virar el tema y centrarme en las trayectorias de las personas jóvenes navarras hacia la adultez. Además, también destacaría un segundo factor, y es que me pareció que, al menos en Navarra, no abundaban demasiado las investigaciones sobre juventud y precariedad que dieran voz, precisamente, a las personas jóvenes, por lo que traté de ubicar sus experiencias narradas por ellos mismos en el centro de la tesis.

Frente al término «prolongación de la juventud», le parece más idóneo utilizar la expresión «negación de la adultez». ¿Por qué considera que es más precisa esa última?

En ocasiones, hablar de «prolongación de la juventud», creo que puede llevar a malentendidos, ya que mediante esa expresión colocamos la responsabilidad de esa prolongación en el joven. Me explico: si la adultez viene determinada por la estabilidad en el trabajo, en la emancipación y, en definitiva, en la cotidianeidad, el término «prolongación de la juventud» hace referencia a lo esquivos que resultan estos hitos, a lo que cuesta estabilizar la vida de uno. Por lo tanto, considero que cuestiones como el aumento de la edad media de emancipación no obedecen (no es, al menos, la explicación medular) a cambios psicosociales o a una decisión generacional de prolongar la juventud, sino que se debe a un impedimento estructural para alcanzar la adultez. Por ello, creo que hablar de «negación de la adultez», en lugar de ubicar al individuo en el centro, hace referencia a los impedimentos estructurales que enfrenta una generación y que explica, al menos en mayor medida, los datos, situaciones y realidades que derivan de esa prolongación.

«Hablar de ‘negación de la adultez’ en lugar de ‘prolongación de la juventud’ hace referencia a los impedimentos estructurales que enfrenta una generación y que explican mejor esa prolongación»



También plantea que no se pude entender la juventud como un todo, ya que existen muchos matices. ¿Cuáles son esos condicionantes y cómo llegan a crear diferentes grupos dentro de los jóvenes?

Al leer sobre ese concepto de juventud, (resumiendo mucho) se definía como el tránsito desde la adolescencia hasta la consecución de la adultez. Pero, a su vez, como se plantea Enrique Martín Criado, si la adultez viene marcada por la consecución de un empleo y la emancipación estables y una situación económica mínima, ¿tiene sentido que englobemos a todas las personas que tienen entre 18 y 35 años como si compartiesen realidad? A mi parecer, no debe observarse como un todo homogéneo, ya que, si nos centramos únicamente en la edad, nos estaremos perdiendo factores que determinan enormemente esas transiciones a la adultez, como lo pueden ser la clase social o el género.

Otro aspecto en el que se centra su tesis tiene que ver con el desfase que se llega a dar con algunos datos ofrecidos sobre la juventud a partir de encuestas e informes. ¿A qué se debe esa discrepancia y cómo le parece que se podría corregir?

Diría que tiene que ver con la explicación anterior. En algunas ocasiones, nuestra manera de acercarnos al fenómeno juvenil y, en especial, a las transiciones a la adultez, emplea una mirada más propia de otro contexto, de otro tiempo. Ahora se dice que las transiciones erráticas están sustituyendo a las transiciones clásicas a la adultez. Esto es que mientras antes hitos como el empleo o la emancipación estable eran eso, hitos que difícilmente se perdían; ahora se tratan de condiciones de ida y vuelta, revocables. Pensemos, por ejemplo, en que hoy en día es mucho más frecuente el retorno al hogar de origen, al familiar, en comparación con años atrás.

En consecuencia, lo que ocurre es que estamos mirando ciertas encuestas con los ojos de una transición clásica marcada por la estabilidad, mientras que nuestro contexto nos habla de incertidumbre. Por ello, lo que se concluye es que necesitamos repensar nuestra manera de abordar cuantitativamente las transiciones a la adultez para poner el foco en esos itinerarios de ida y vuelta que escapan al modelo clásico y que son cada vez más frecuentes.

«Antes, hitos como el empleo o la emancipación estable difícilmente se perdían; ahora se tratan de condiciones de ida y vuelta, revocables. Hoy en día es mucho más frecuente el retorno al hogar familiar»

En su trabajo, recoge diferentes espacios de precariedad: laboral, adquisitiva, formativa… ¿Cómo se manifiestan y en qué medida marcan la vida de los jóvenes?

Diría que la precariedad se extiende a distintas esferas de la vida juvenil, como bien dice, a las condiciones laborales o al poder adquisitivo, pero según el discurso de la juventud, la cuestión central aquí es la de la emancipación. En definitiva, como decía una participante, es el espacio que necesitas para poder vivir con independencia y hacer tu vida de adulto y, al mismo tiempo, el factor que en mayor medida escapa a los deseos de las personas jóvenes. De hecho, el problema de acceso a la vivienda, tanto en alquiler como en propiedad, resulta cada vez más grave y evidente.

Y respecto a en qué medida marcan la vida de la juventud, diría que resultan determinantes, ya que esta extensión y agudización de la precariedad es la que impide que alcancen la adultez deseada. Creo que un buen resumen de todos estos factores interconectados puede ser el marcado deseo juvenil de hallar la estabilidad, que colisiona con la incertidumbre que impregna esas distintas y múltiples esferas de su vida.

¿Qué segmentos de la juventud son especialmente vulnerables ante la precariedad?

En esto habría que profundizar y siempre reducimos parte de la realidad cuando empleamos categorías, pero lo que los datos revelan es que las personas migradas, las mujeres jóvenes o la juventud que no cuenta con formación más allá del nivel de estudios básicos tiene un grado de exposición más alto a la precariedad. Esto se puede ver, por ejemplo, en las rentas que perciben, en la ayuda que reciben en el hogar, en posibles cargas familiares, en la información que se tiene sobre las ayudas públicas o en las dificultades que se afrontan para llegar a final de mes.



«El discurso de la juventud no apunta hacia una situación de precariedad generacional, sino que se entiende la inestabilidad como una consecuencia propia, debida a las decisiones tomadas y no tomadas»


¿El origen –por ejemplo, ser extranjero– hace que haya jóvenes con más posibilidades de ser víctimas de la precariedad?

Como decía, aquí entran muchos factores en juego, pero los datos indican que las personas migradas, por muy diversos motivos, como pueden ser, entre otros, una red de apoyo menor o menos robusta, problemas con las convalidaciones de títulos o por posibles problemas de acceso a información y ayudas terminan estando más expuestas a la precariedad. Estas figuras de vulnerabilidad se trabajan muy bien (en la tesis me apoyo en ello) en el barómetro de opinión pública del Parlamento de Navarra de 2022 dedicado a la vulnerabilidad de la juventud.

Llama la atención el dato que recoge en su investigación de que los jóvenes viven esa precariedad generacional como algo privado, que existe una especie de «culpa individualizada». ¿En qué consiste este fenómeno y cómo se explicaría?

Así es. Lo que encontramos en el discurso de la juventud es que, de alguna manera, la lectura que hacen de su situación de incertidumbre pasa por una autorresponsabilización, lo que en sociología se ha llamado individualización de la culpa. Esto resulta muy interesante y para mí es medular en la explicación: la juventud ha heredado y ha integrado como propias las expectativas de un contexto pasado, es decir, la transición clásica a la adultez que venía marcada por un paulatino logro de la estabilidad, primero en lo laboral y vinculado a un trabajo que realiza a la persona, posteriormente en el plano de la emancipación y, finalmente, una estabilidad «vital».

Sin embargo, esta expectativa choca con una experiencia marcada por lo inestable, lo revocable y lo incierto. Ante esto, parece que el discurso de la juventud no apunta hacia una situación de precariedad generacional y compartida, sino que se entiende como una consecuencia propia, debida a las decisiones tomadas y no tomadas durante esta transición. Aunque, al mismo tiempo, se trata de un fenómeno social vivo y podrían estar generándose pequeñas reinterpretaciones de este fenómeno que deriven en una lectura común, quién sabe si como primer paso para cambiar la situación.