El esloveno Tadej Pogacar logra la triple corona al vencer en solitario en el Mundial de Zúrich
Tras ganar Giro y Tour en el mismo año, se ha colgado el oro en un Mundial en el que ha vuelto a demostrar que está un escalón por encima del resto y ha vencido con una escapada a 100 kms de meta. O'Connor ha sido plata y Van der Poel bronce. Aranburu ha sido 58º; Bilbao y Landa han abandonado.
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Tadej Pogacar ha cumplido con las apuestas y se ha colgado la medalla de oro en el Mundial de Zúrich de ruta, conquistando en solitario su primer maillot arcoíris con una exhibición de otra época, atacando a 100 kilómetros del final, y completando los últimos 51 solo, lo que supone un suma y sigue para una temporada inmaculada e histórica del esloveno.
Además, ha logrado un reto que solo han culminado otros dos corredores en toda la historia: la triple corona. Un título honorífico que distingue al ganador en un mismo año de un Mundial y de dos grandes rondas por etapas. El esloveno ya se anotó el Giro y el Tour y este domingo se ha vestido con el cotizado maillot arcoíris.
Además de él, el formidable triplete solo lo han sellado el belga Eddy Merckx, en 1974, y el irlandés Stephen Roche, en 1987. Ambos se proclamaron campeones del mundo en ruta tras imponerse en el Giro y el Tour. En el ciclismo de carretera no hay un logro más difícil de conseguir. Algunos estuvieron muy cerca de alcanzarlo, imponiéndose en dos grandes vueltas y estando en el podio o muy cerca de él en un Mundial, como Fausto Coppi (en 1949), Bernard Hinault (1978) y Miguel Indurain (1992 y 1993).
No obstante, al contrario que Merckx y Roche, Pogacar sumó además un 'monumento'. Lo hizo con la Lieja-Bastoña-Lieja.
Tras Pogacar (Klanec, 1998), el australiano Ben O'Connor se ha hecho con la medalla de plata y el neerlandés Mathieu van der Poel ha ganado la de bronce, aunque ha quedado claro que ha habido dos carreras, la del esloveno y la del resto. Entre los vascos, Álex Aranburu ha sido 58º, mientras que Pello Bilbao y Mikel Landa han tenido que abandonar. El futuro se presenta negro para los demás en todas las citas en las que esté Pogacar.
Pogacar ha marcado un tiempo de 6h:27:30 en los 273,9 kilómetros de recorrido en un circuito en Zúrich, con un desnivel acumulado de 4.470 metros, a un promedio de 42,410 km/h, en una cita en la que después de tres días lluviosos ha lucido el sol. Han tomado la salida 195 ciclistas de 57 países.
En la carrera se han completado en siete ocasiones las subidas a Zürichbergstrasse (1,1 km al 8% y máximas del 15%) y Witikon (2,3 km al 5,7% y máximas del 9%).
La lucha por las medallas
El pulso en los kilómetros finales se ha centrado en la conquista de las medallas, por las que han estado pugnando un buen rato Ben Healey y Tom Skujins. Por detrás venía un grupo de elegidos con el balear Enric Mas y el barcelonés Roger Adriá, Marc Hirschi, Bauke Mollema, Ben O'Connor, Romain Bardet, Quinn Simons y los siempre presentes Evenepoel y van der Poel.
Tras unos kilómetros de tanteo con intentos a cargo de los más modestos, la primera fuga se ha conformado definitivamente a los 43 kilómetros con ocho ciclistas. Varios componentes ya eran referentes para su selección como el suizo Silvan Dillier, el noruego Tobias Foss, el portugués Rui Oliveira o el alemán Simon Geschke.
El sexteto –también estaban el polaco Piotr Pekala y el luxemburgués Luc Wirtgen– ha llegado a gozar de una diferencia por encima de los 5 minutos y medio sobre el grupo principal, en el que los eslovenos no han tardado en asumir las responsabilidades junto a los belgas. Pogacar y Evenepoel no querían sorpresas inesperadas.
En esos primeros kilómetros, lo más destacado ha sido la caída del francés Julian Alaphilippe. El doble campeón del mundo se ha visto obligado a retirarse con una clavícula rota y también ha resultado afectado el gernikarra Pello Bilbao, que ha abandonado, al igual que el alavés Mikel Landa y el danés Mattias Skeljmose.
Todavía con el sexteto por delante, la selección española ha pasado al ataque con Pablo Castrillo a 130 km de meta. Ha acelerado en Witikon y ya ha empezado a endurecer la carrera.
La réplica el movimiento de Castrillo no ha tardado en llegar y una decena de corredores han conseguido abrir hueco hasta que, sin tardar mucho, han terminado formando un grupo cabecero de dieciséis unidades.
Fuera de cualquier cálculo
Lo que no entraba en ningún cálculo, ni en el de los más optimistas, era que Tadej Pogacar lo intentara cuando faltaban más de 100 kilómetros para llegar a la meta. En los últimos años se ha ido elevando poco a poco el listón del límite de kilómetros para lanzar un ataque ganador, pero ninguno se había registrado con más de dos horas de máximo esfuerzo por delante. Ni Evenepoel ni van der Poel ni ninguno otro de los aspirantes se han movido. El monstruo esloveno no lo ha dudado.
A 100 km de meta, conocedor de que su equipo no sería capaz de mantener el pulso con la todopoderosa selección belga, se ha mostrado dispuesto a buscar la victoria en solitario.
Pogacar contra el mundo
Era Pogacar contra el mundo, encarnado en esos momentos por el equipo de Bélgica, que ha puesto a todos sus efectivos a trabajar. Poco a poco se han sumado otros como los neerlandeses ¿Aguantaría el esloveno? Esa era la duda a despejar, pero en muy poco tiempo había alcanzado la barrera del minuto.
Eslovenia ha quemado el único efectivo que tenía para mantener a su líder al frente, sin importarle los catorce corredores de otros combinados que le acompañaban. Jan Tratnik se ha dejado hasta el último gramo de sus fuerzas para mantener la ventaja para 'Pogi'.
Tras un breve respiro, ha vuelto a acelerar a 78 km de meta y se ha quedado solo. Ha tenido alguna duda de si seguir en solitario o quedarse con algún acompañante y lo ha encontrado en el francés Pavel Sivakov, que era rival, pero también compañero de equipo. Los intereses empezaban a difuminarse.
Por detrás, Evenepoel no se conformaba, pero sin encontrar a nadie que le acompañase. Parecía un quiero y no puedo del flamenco, pero también del resto. A van der Poel le ha costado, pero también ha temrinado por involucrarse. Aunque la impotencia ha sido la que ha marcado las acciones de sus rivales, incapaces de echar abajo la fuga del esloveno.