INFO
Elkarrizketa
Dafne Calvo
Académica, coautora de ‘Bulos y barro’

«En la dana no solo hubo desinformación, algunos monetizaron la tragedia en la comunicación»

La académica Dafne Calvo, coautora de ‘Bulos y barro’, analiza el ecosistema mediático que rodeó la tragedia de València, en la que «muchos actores, sin ser periodistas, entran en juego porque saben que es rentable». Pide apoyar a los medios responsables y no entrar «acéfalamente» al juego.

Dafne Calvo, con ‘Bulos y barro’. (NAIZ)

Ya queda poco para que una de las peores tragedias humanas del Estado español tenga su primer aniversario. La dana en l’Horta Sud valenciana ha dejado muchas lecciones y una de ellas también debería ser el tratamiento mediático y la dinámica de comunicación que se produjo en aquellos días dramáticos. Con el objetivo de dar luz sobre ello, la palentina Dafne Calvo, doctora en Comunicación y profesora de la Universidad de València, coordinó el ensayo ‘Bulos y barro. Cómo la dana ejemplifica el problema de los desórdenes informativos’ (Ed Catarata, 2025), en el que también participaron Germán Llorca-Abad y Lorena Cano-Orón.

Calvo lleva cinco años en la capital del Pais Valencià y vivió en primera persona la tragedia de la dana. La tacha como un caso en el que se cumplen todos los criterios de «desorden informativo» y que además en su aspecto comunicacional fue «monetizado por actores no necesariamente periodísticos».

¿Por qué se les ocurrió hacer ‘Bulos y barro’?

Habíamos escrito un artículo sobre la tormenta Filomena en el que reflexionábamos sobre un bulo de ese momento; decían que la nieve era plástico porque una persona había intentado quemar la bola de nieve y se ponía negra. A partir de ese bulo viralizado, analizamos las tres dimensiones con un método que creamos, el MEDI. Cuando teníamos el libro sucedió la dana y pensamos que tendríamos que aplicarlo a ese caso específico.

Como era una cuestión que estaba candente y nos afectaba a nivel emocional y político, pensamos que había que hacerlo para que otros episodios similares tengan otro ambiente comunicativo. Así que no estuvo pensado para la dana, fue a posteriori. Escribimos como personas de la academia pero que también han sufrido muy de cerca las consecuencias de la dana. Es un ensayo escrito a tres.

¿Por qué el libro afirma que la tragedia fue un ejemplo de desorden informativo?

Por diferentes razones. En general, lo más relevante es que cuando hay una crisis, hay una necesidad de información. En el caso de la dana se unen una alta politización política y una implantación tecnológica, con lo que el escenario estaba preparado para que surjan estos desórdenes informativos.

Es un mito pensar que los bulos son el único problema por varias razones, hablar únicamente de los bulos es una forma de instrumentalizarlos, de hecho una de las personas que más dice la palabra fake news es Trump. No hay que entender la desinformación como una cuestión meramente mediática, el problema es estructural y no mediático. El desorden no son solo los bulos sino también los mensajes polarizantes, la información errónea. La aceleración informativa provoca que pasen esas cosas, los actores políticos también desinforman. Es decir, se desinforma desde muchos puntos y flujos de información.

En el libro dice que el caso particular del garaje de Bonaire [el centro comercial] «explica cómo la evolución del ciclo de difusión de una desinformación está totalmente vinculada a las lógicas económicas, estructurales y pragmáticas» de la comunicación. ¿Puede explicarlo?

Sí, es que ese caso ejemplifica todo lo que hemos ido viendo que sucedía en términos de desinformación. Primero surgió un bulo que genera una emocionalidad muy grande. Eso es lo que ayuda a que tenga impacto. Si te dicen que hay 100 personas muertas ahí, despierta miedo e indignación. Hemos visto que muchos agentes que no son periodísticos han generado desinformación a partir de este bulo, diciendo que estuvieron allí, o que hablaron con un primo de un bombero que estuvo allí, etc. Y además en este caso se ve la desafección con los medios y las instituciones, los medios lo hicieron bien, contrastaron y explicaron que no había muertos allí y que el parking estaba cerrado, pero a pesar de ello, parte de la población seguía creyendo lo contrario.

Actualmente parece que hoy el bulo goza de impunidad más que nunca. ¿Es así?

Creo que siempre ha habido desinformación, como explicamos en el libro. La desinformación sirve para transmitir determinadas ideas políticas y como andamiaje. Ahora bien, es verdad que es mucho más complicado saber dónde nace el bulo, es mucho más complicado ser capaces hoy de encontrar quién es el difusor, y también es mucho más complicado frenarlo, al ser internet una red descentralizada que facilita copiar información muchísimo más rápido que antes. El impacto es mucho más amplio actualmente por cuestión estructural, no solo cultural. Se hace más fácil la difusión del bulo, a la vez que más difícil luego pararlo. La impunidad del bulo tiene que ver con la dificultad que hay ahora en encontrar el primer difusor. Es muy complejo a nivel legislativo porque, claro, confronta un poco con la cuestión de la libertad de prensa y hay que tener cuidado con los límites legales.

«La impunidad del bulo actualmente tiene que ver con la dificultad para encontrar al primer difusor»


Dice que la dana, como toda tragedia, fue monetizada comunicacionalmente hablando. ¿En qué lo podemos ver?

Creo que los casos más claros no tienen tanto que ver con la desinformación sino con el clickbait. Todos los anzuelos no desinforman pero sí generan cierto desconcierto. Todos los mensajes en los que leemos sucesos de la dana, el ‘escalofriante testimonio de tal persona’ o el ‘entérate dónde será la próxima dana’, etc., sin ser desinformación necesariamente, evidentemente tienen un fin que no es el social. Muchos medios publican información que no rema en ese sentido. La monetización va mucho por la lógica de las grandes plataformas de internet, que necesitan generar un impacto que presentarán luego a las empresas que van a publicitar.

Han desarrollado el MEDI (Modelo estándar de la desinformación), ¿qué es?

Este modelo lo generamos para tratar de explicar que la desinformación no depende únicamente de cuestiones mediáticas sino de cuestiones estructurales, del sistema tecnológico actual, y también de las cuestiones económicas que afectan a los medios, que se trasladan a la cuestión de la propia práctica periodística.

El ejemplo claro es el lenguaje SEO: el gran buscador es Google, ahí esta la parte estructural. La gente accede a la información a partir de los buscadores, que tiene una jerarquización de la información y que deciden añadir antes o después determinadas informaciones. Estar en los primeros enlaces es una intención económica de los medios para poder monetizar más sus contenidos. ¿Cómo consiguen eso? A través de la adecuación de los contenidos periodísticos para satisfacer a los buscadores. No es un criterio periodístico sino un algoritmo que se explica por cuestiones económicas.

«Los medios compiten ahora en atención con otros actos que publican información no necesariamente con fin social y en muchos casos se tienen que adaptar a sus lógicas»

 

Nuestro MEDI es un modelo teórico y la intención era explicar que estas cuestiones se encuentran en procesos de desorden informativo. Los medios también se encuentran en una encrucijada, no tienen tampoco muchas opciones alternativas. En el caso de la dana logramos aplicar el modelo y ver que todas las dimensiones se daban. El benefactor de la información antes eran los medios de comunicación, ahora tienen una posición más descentralizada, compiten en atención con otros actores que publican información no necesariamente con fin social y en muchos casos se tienen que adaptar a sus lógicas. Esto es un problema porque se tienen que monetizar.

Las plataformas digitales también informan pero sin compromiso deontológico. ¿Qué rol tuvieron en la tragedia? ¿Hicieron todo peor?

A ver, nos encontramos con un contexto en que la mayor parte [de las plataformas] tienen como interés principal ganar dinero y no combatir la desinformación. Con determinados cambios políticos que han ocurrido, las normas se han rebajado. Meta ha decidido rebajar determinadas políticas internas. Contra estas plataformas es muy difícil luchar y son más grandes que muchos gobiernos. Es un sistema mucho más complejo y tiene una afectación directa en la gente. En el caso de la dana nos hemos encontrado con un X [ex Twitter] ya diferente a lo que era antes de Elon Musk. Evidentemente esto afecta a lo que las propias plataformas están dispuestas a hacer para combatir la desinformación. No he hecho un estudio comparativo pero sí te puedo mencionar el contexto, que es peor que hace un tiempo.

El final del libro dice: «No necesitas ser periodista para cuidar la comunicación. Tienes más poder del que imaginas. Decide bien antes de entrar acéfalamente en el juego comunicativo-informativo de unos pocos milmillonarios. Y haz pedagogía de la buena, toda la que puedas, frente a las personas que por desconocimiento, maldad o coacción niegan la realidad y los hechos. Mánchate las rodillas de barro por los motivos correctos». Un final muy motivacional de un ensayo académico.

Sí. Es que al final consumir medios y reivindicar a los medios es una cuestión política, no digo partidista sino política. Es cuidar nuestra democracia, cuidar el diálogo social, la información con fines sociales y con impacto civil importante. Tenemos una responsabilidad, como ciudadanos de un Estado democrático, de informarnos y reconocer a quienes informan y tratar de apoyarlos. Lo más visible igual es lo que desinforma pero socialmente sí existe gente organizada dispuesta a hacer cosas buenas. Pero informar no es gratis, tenemos que ser conscientes de ello y tratar de apoyarlo en la medida que podamos. La desinformación vive de simplificar los problemas de una realidad muy compleja.


«Tenemos una responsabilidad, como ciudadanos de un Estado democrático, de informarnos y reconocer a quienes informan y tratar de apoyarlos»

Si mañana volviese a ocurrir una tragedia igual, ¿habría el mismo desorden informativo?

Qué buena pregunta... Tal vez creo que ha habido determinados aprendizajes, como el de centralizar la información, esa necesidad está clara. Las personas acabaron cansadas de la desinformación y quizás serían capaces de seleccionar mejor. Sería importante mejorar la cuestión de los sistemas de alerta también en los medios. Creo que se entendió que se necesitan recursos públicos, también a nivel comunicativo, para que el impacto de estas situaciones, que vamos a tener cada vez más, se mitigue.