Gorka Berasategi, Eider Casanova y Jon Otegi
Comité de la Federación de Servicios Públicos de LAB

La pandemia está evidenciando que los servicios públicos no han sido una prioridad para el Gobierno, ni antes ni ahora

La clase trabajadora está dando una lección con su esfuerzo y dedicación, mientras que los responsables políticos improvisan. Ahora es cuando ponen en valor el sistema público de salud, después de haber promovido las privatizaciones.

Alguien podría decirnos que ahora no es el mejor momento para hacer crítica, que todos tenemos que «remar en la misma dirección», y afirmaciones del estilo, sin embargo, en nuestra opinión, es imprescindible hacer una reflexión. Más aun, a sabiendas de quién está sacando provecho del impacto social de esta pandemia en una sociedad en shock y blanquear ciertos asuntos. Para muestra un botón, ¿a qué responde, si no, sacar a luz, justo en este momento, el escándalo del ex rey? ¿alguien se acuerda ya de esto? Entendemos la crítica como una oportunidad única de mirar los problemas cara a cara. Tenemos que remar juntos, por supuesto, pero con un rumbo claro y consensuado- Dejen ya de dar palos de ciego, porque nuestra sensación es que el timón está en manos no de los gobiernos, si no del Capital.

A Urkullu y su gobierno ahora se les llena la boca elogiando el trabajo del personal sanitario, sumándose también a los aplausos, un elogio que, sin embargo, llega tarde. El lehendakari ha cumplido la promesa que hizo en campaña electoral de «adelgazar las administraciones». De esta manera, el gasto del conjunto del sistema sanitario disminuye año tras año a favor de otros intereses, mientras aumenta el agujero innecesario del TAV. El propio Urkullu se enfrenta a un sindicalismo que apuesta por la defensa y el desarrollo de un sistema de servicios públicos de calidad, y es habitual ver al Lehendakari escenificando enfrentamientos ante las cámaras con representantes sindicales en la defensa de las condiciones laborales y un sistema sanitario de calidad. Este señor ha dejado claro que la salud del conjunto de la clase trabajadora le importa poco, nos considera como un mero instrumento al servicio de los beneficios empresariales. En Zaldibar también ha demostrado que la salud y la vida de las y los trabajadores no es para nada su prioridad.

Las prioridades deben ser otras, hemos de garantizar unos servicios públicos fuertes y de calidad porque es la vida lo que hay que poner en el centro de la sociedad, no el capital. La salud de los trabajadores y trabajadoras es ahora prioritaria. Las personas trabajadoras que realizan labores de cuidados, sanitarios y otros trabajos y empleos prioritarios deben de tener acceso a todos los medios materiales y medidas de seguridad y, todas aquellas con empleos considerados no esenciales, a casa, tal y como aconsejan los expertos sanitarios para poder hacer frente a esta pandemia. No es momento de maniobras e intentos de sacar la cara a la patronal para justificar que diariamente estemos mandando a trabajar a miles de personas para realizar trabajos no esenciales, o simplemente a “estar” en su lugar de trabajo, aunque no haya actividad porque así lo han decidido.

El grado de surrealismo ha llegado tan lejos que mientras nuestro personal sanitario, de cuidados y limpieza carece de recursos o nuestros servicios públicos adolecen por los recortes, la falta de estabilidad, personal insuficiente o cargas de trabajo insufribles, se les ocurre enviar al ejército ataviados hasta los dientes con todos sus recursos innecesarios, pagados minuciosamente, en un ejercicio de derroche económico y marketing social, y ahí la policía del Gobierno Vasco recibiendo y aplaudiendo a la Guardia Civil «juntando sus manos». Irresponsables.

Cómo olvidarnos de los grandes medios de comunicación, aquellos cuyos propietarios comparten responsabilidades en bancos y grandes empresas, y es que además de cumplir con su función de informar, comunicar y entretener, su gran aportación es colaborar fielmente con el discurso oficial, sin salirse del guion. Que nadie haga crítica de ningún tipo, que nadie intente ir a la raíz del problema, que nadie diga que vamos tarde, que nadie cuestione.

Tenemos una nueva consigna ensalcemos la «heroicidad de las personas profesionales», y es lógico y era sencillo, porque, efectivamente, si hay algo que es incuestionable es la profesionalidad del personal sanitario y de las personas responsables de los cuidados, limpieza, fundamentalmente mujeres, hasta ahora invisibilizadas o no reconocidas en su labor. Luchan de manera heroica para hacer frente a esta enfermedad, a pesar de la falta de personal y recursos que desde hace tiempo venían denunciando.

La clase trabajadora está dando una lección con su esfuerzo y dedicación, mientras que los responsables políticos improvisan. Ahora es cuando ponen en valor el sistema público de salud, después de haber promovido las privatizaciones.

Nos despertarán de esta pesadilla de manera suave y delicada pero aplicando a estos héroes y heroínas los mismos o nuevos recortes.

No estamos simplemente «en guerra contra un virus que todos derrotaremos juntos». Estamos haciendo frente a una pandemia, y el primer objetivo es no colapsar el sistema sanitario. El virus será vencido por el propio cuerpo, por la vacuna, por los cuidados. Las medidas que se están tomando llegan tarde, y el Gobierno Vasco y Madrid siguen con el freno de mano metido. Sabiendo que van a tener que tomar medidas más drásticas, ¿cuál es la razón de que no se apliquen cuanto antes? ¿Económica? Entonces, por favor, guarden ustedes los aplausos y las mentiras, y no repitan que todas las decisiones responden a criterios técnicos y que lo primero es la salud de la población. Viendo el número de muertos, y teniendo en cuenta los que se pueden evitar, ¿todo esto no tiene el aspecto de una negligencia mortal?

El lehendakari de la CAV también ha dicho que «no hay gobierno, ni oposición», justo tras decretarse como única autoridad. En ese escenario inmejorable en que siempre ha buscado, no quiere espacios para más críticas, pero lo que ha encontrado ha sido que su poca autoridad desapareció de golpe y plumazo y desde Madrid se le ha dejado bien claro quién manda aquí. Repetir el «tenemos que hacer autocrítica» sin contenido, ya no le sirve a Urkullu. Ha perdido oportunidades para la autocrítica, ya no tiene credibilidad. Más que palabras, hacen falta cambios de fondo y el PNV no será quien vaya a promover esos cambios, el PNV es especialista en perpetuar los problemas y hacer que nos acostumbremos a ellos.

Necesitamos cambios eficaces en beneficio de los servicios públicos para situar la vida en el centro, al margen de grandes operaciones de marketing con el ejército al frente, y de los grandes decretazos que durante años hemos sufrido desde Madrid y gustosamente han aplicado aquí.

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