Crece el negocio militar, urge una política de paz

A pesar del acuerdo de paz firmado entre Camboya y Tailandia, ayer se produjo una nueva escalda entre ambos países que dejó varios muertos. A la guerra de Ucrania y el genocidio en Gaza, este año también se han sumado los conflictos entre Afganistán y Pakistán y entre India y Pakistán, los ataque de Israel a Irán, Líbano, Siria y Yemen, la guerra de Sudan, el asedio estadounidense a Venezuela, etc. Por desgracia, en todo el mundo se está imponiendo de forma generalizada el uso de la fuerza como medio para conseguir objetivos políticos por encima de los medios políticos y diplomáticos.

Especialmente interesadas en la expansión de la guerra están las industrias del armamento que, como confirma el último informe del Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (Sipri), han visto cómo sus ingresos crecieron un 5,9% durante 2024. Una bonanza que también se refleja en las cotizaciones de estas compañías, que se mueven en función de las expectativas de paz: caen cuando las posibilidades de paz crecen y suben con cada nueva guerra. Un negocio que, además, exprimen al máximo con precisión de cirujano, tal y como lo atestigua la producción de proyectiles de artillería. Con la guerra de Ucrania, los países occidentales aumentaron su fabricación hasta alcanzar el millón anual. Una cantidad que sorprendentemente se mantiene constante. La razón es que superar ese umbral podría provocar una caída en el precio que pagan los Gobiernos europeos por esos proyectiles y que es del orden de 4-5 veces mayor que en Rusia y de ocho veces mayor que en India. Promueven la guerra, pero sin perder nunca de vista cuál es su negocio.

Al interés de la industria militar por aumentar su ganancia se une el afán de los Gobiernos europeos de tratar de solventar las diferentes crisis que atraviesan el viejo continente con más guerra. La retórica sobre la amenaza rusa se complementa con los cambios que ya han aprobado Croacia, Alemania, Dinamarca y el Estado francés para reintroducir el servicio militar obligatorio. En este creciente contexto bélico, la lucha por la paz se ha convertido en una prioridad absoluta.

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