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Bilbo

El «suplicio diario» ha unido aun más al trío alpino

Iñurrategi, Vallejo y Zabalza han explicado con palabras e imágenes inéditas su travesía por la Antártida, un viaje del que han regresado «muy contentos». Esperan presentar nuevos proyectos «en un futuro no lejano».

La expedición ha tenido que superar varias adversidades. (BAT Basque Team)
La expedición ha tenido que superar varias adversidades. (BAT Basque Team)

Toda valoración necesita ser recapacitada y darla a conocer en frío, sea cual sea la disciplina deportiva y ámbito social al que se represente. Así, 48 horas después de regresar a casa tras una travesía de 3.500 kilómetros por la Antártida, los alpinistas Alberto Iñurrategi, Juan Vallejo y Mikel Zabalza comparecieron ante los medios de comunicación para presentar imágenes inéditas de la aventura y ofrecer una valoración más pausada.

Vallejo fue el más explícito de los tres a la hora de describir la experiencia vivida en el continente helado. «Ha sido un suplicio, más duro de lo que pensábamos, y bastante más de lo que se pueda pensar cuando se ven los planos con las cometas. El cansancio es físico y psicológico, con el miedo constante a romper algo que diera al traste con la expedición, y a todo ello se añade la monotonía y el frío», relató el gasteiztarra.

Tomando como referencia esos miedos, Alberto Iñurrategi ha reconocido que «a pesar de que íbamos preparados para el frío extremo de la Antártida, Juan y yo perdimos sensibilidad en los dedos de los pies cuando apenas llevábamos 15 días de marcha, lo que nos hizo temer por las posibles congelaciones que hubiesen terminado con la expedición».

En este sentido, Vallejo ha relatado que «en todo momento estás con un miedo real de romper algo: un esquí, el trineo, una pierna, un tobillo... da igual, porque en cualquiera de los casos supone poner fin a la travesía».

Mikel Zabalza también ha tenido que afrontar dificultades iniciales que podrían haber echado al traste la aventura. «Mis compañeros son más corpulentos, y al comienzo los trineos pesaban cerca de 170 kilos que había que arrastrar sin apenas ayuda del viento, así que sufrí mucho para seguir el ritmo de Juan y Alberto. Pero, cuando sopla el viento adecuado, recurrir a las cometas es un método sencillo y eficaz para realizar una travesía inmensa como esta en un tiempo razonable», ha relatado el iruindarra.

Frío extremo

Los tres alpinistas también han tenido que hacer frente a temperaturas que llegaron a rondar los 40 bajo cero. Aunque hubo más contratiempos, porque los «sastruguis», profundos surcos que el viento cava en la superficie del hielo, no les permitieron tener «ni un día de disfrute», excepto cuando alcanzaron el Polo Sur.

Uno de los instantes más graves ha sido cuando en la parte inicial de la travesía, el trineo de Vallejo, de 160 kilos de peso, cayó por una grieta y estuvo a punto de arrastrarle y hacerle caer de una altura de más de treinta metros: «Se quedó en un susto bastante grande, pero a partir de ahí tomamos más precauciones porque fue como una advertencia de que este tipo de travesías tienen también su riesgo».

Después de haber sabido adecuarse a este nuevo terreno y hacer frente a las adversidades mencionadas, Iñurrategi ha valorado la aventura de manera muy positiva: «Al igual que en la alta montaña, lo mejor ha sido ser capaces de superar todas las dificultades gracias al trabajo y a la perseverancia. No somos especialistas en travesías polares ni expertos en el manejo de cometas, pero estamos muy contentos de haber experimentado una prueba como esta, aunque no sabemos si volveremos a intentar algo parecido».

De cara al futuro, ha señalado que «proyectos siempre hay que tener. Hemos regresado reforzados en cuanto a convivencia, así que tenemos la idea de mantenernos como equipo, y en un futuro no lejano esperamos presentar nuevos proyectos».