Beñat Zaldua
BARCELONA

Gobierno de recortes

El pasado miércoles, el presidente Mariano Rajoy confirmó la subida del IVA, un secreto a voces que recorría la opinión pública desde hacía semanas. Junto al anuncio, nuevos recortes a funcionarios y desempleados. Las últimas medidas de un Gobierno que ha desmantelado, a golpe de recorte, buena parte del Estado de bienestar en sus primeros siete meses de mandato.

Mariano Rajoy, presidente del Gobierno español (Miguel RIOPA/AFP PHOTO)
Mariano Rajoy, presidente del Gobierno español (Miguel RIOPA/AFP PHOTO)

Opacidad, autismo, improvisación, incomunicación, descoordinación. Son algunos de los calificativos que han utilizado las voces más críticas con el Gobierno de Mariano Rajoy, que durante los primeros meses de su mandato ha intentado parar el golpe de los mercados a base de recortes y austeridad. Unas medidas que la realidad del rescate ha mostrado como inútiles pero que han desnudado los pilares básicos de lo que hasta ahora conociamos como un Estado de bienestar.

El primer medio año de Gobierno del PP ha dejado un rosario de recortes presupuestarios y medidas que ningún ciudadano votó en las elecciones del 20 de noviembre, ya que no estaban incluidas en el programa electoral del partido vencedor. Sanidad y educación, como viene siendo costumbre con la derecha en el poder, han sido dos de los pilares más afectados. Pero no los únicos. La cooperación, la investigación, las radios y televisiones públicas, todo tipo de subvenciones, las ayudas a la dependencia y un largo etc. forman parte de una lista que parece no tener fin.

Mención aparte se merece la política laboral del Gobierno, que complació a la patronal con una reforma laboral regresiva que, como el mismo Rajoy predijo, le costó al Ejecutivo la primera huelga general de su mandato.

Y mientras las entidades financieras son rescatadas con millones de euros de dinero y deuda públicas, la presión sobre las personas no para de crecer. A la gravedad de una tasa de desempleo cercana al 25% y la falta de políticas activas de empleo y crecimiento económico se une un aumento progresivo de la presión fiscal hacia los ciudadanos, en forma de aumento de impuestos que dejan de lado cualquier noción básica de progresividad. El más grave de ellos, el reciente aumento del IVA, que parece haber olvidado la campaña «No más IVA» que lanzó contra su antecesor en el cargo. La reciente subida de la factura del luz y del gas no es más que otra medida de ahogo para las familias con menos recursos.

Pero más allá de la infinidad de recortes presupuestarios y medidas impopulares, el Gobierno del PP se ha caracterizado también por una manera de hacer ‘sui generis’, que quizá tenga en la ya conocida como «neolengua» una de sus máximas expresiones. Un lenguaje ambiguo y lleno de eufemismos llevado a la histeria con la negación del concepto de rescate y llevado al insulto al explicar que el recorte a los desempleados se realiza «para animarlos a buscar empleo». Junto a la «neolengua», toda una manera de hacer plagada de ocultismo, improvisación y unilateralidad, con un presidente ausente incapaz de dar la cara ante la ciudadanía.

Los recortes y el modo de aplicarlos –a golpe de decretazo y notas de prensa– no han convencido, sin embargo, ni a los mercados, que han impuesto el rescate aumentando la prima de riesgo sin piedad, ni a la ciudadanía del Estado, que ha pasado de preguntarse cómo saldrá de esta crisis a cuestionarse qué quedará cuando la tormenta haya marchado.