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Maratón de Palestina: una maratón para derribar el muro

En 2013, setecientos corredores protagonizaban en la ciudad palestina de Bethlehem (Belén) una inusitada maratón. Desde la Iglesia de la Natividad, a lo largo del muro, a través de dos campos de refugiados y con punto de retorno en un «check point», Palestina iba a tener, al menos por unas horas, el derecho a correr y a vivir en libertad: el derecho al movimiento. Había nacido la Palestine Marathon. En su tercera edición, celebrada el pasado 27 de marzo, los corredores pasaban ya de tres mil.

(Asier VERA)
(Asier VERA)

La Maratón de Palestina es la carrera más restringida del mundo, debido al muro de 700 kilómetros de longitud que separa Israel y Cisjordania desde 2002 cuando el entonces primer ministro israelí, Ariel Sharon, ordenó su construcción. Para correr los 42,1 kilómetros de distancia, son necesarias dos vueltas al recorrido ante la barrera de hormigón de ocho metros de altura que fragmenta Palestina a causa de la ocupación israelí.

«Se trata de algo más que una maratón», destaca la representante del Comité Olímpico Palestino, Eitedal Ismail, que junto a la organización danesa Right to Movement, impulsa este evento que, más allá del carácter deportivo, tiene como principal objetivo concienciar al mundo sobre las limitaciones de los palestinos para moverse dentro de su propio territorio, debido al muro y los checkpoints del ejército israelí. «Corremos para construir un puente en lugar de un muro, ya que con esta maratón los participantes ven la realidad de Palestina y no lo que algunos medios cuentan», asevera Ismail.

La buena noticia este año fue que, por primera vez, el Gobierno israelí dio permiso a 48 atletas de Gaza, entre ellos, tres mujeres, para que pudieran participar en alguna de las tres carreras que se celebraban (Maratón, Media Maratón y 10 kilómetros). Eso sí, la autorización llegó solo 24 horas antes de que comenzara la carrera. No obstante, supone un avance teniendo en cuenta que el año pasado el corredor de élite gazatí Nader Al-Masri protagonizó los titulares de medio mundo cuando su petición de participar en este evento fue rechazada un día antes de celebrarse. «Ningún deportista debería verse privado de representar a su país», sostuvo en su día Al-Masri.


Miles de personas esperan a que dé comienzo la maratón. (Asier VERA)

En esta ocasión, pudo cumplir su sueño y no lo hizo solo, sino que vino acompañado de 47 deportistas gazatíes, como la joven Fátima Kamal Shamallkh, quien poco antes de participar en la prueba de 10 kilómetros reconoció estar «muy feliz», aunque «muy cansada» por las siete horas que tardaron en recorrer los 73 kilómetros que separan Gaza y Bethlehem, a causa de los exhaustivos controles a los que les sometió el ejército israelí. Nada más llegar a Bethlehem, uno de sus compañeros, Moad Altallaa, criticó los «obstáculos» que sufrieron, si bien incidió en que los atletas de Gaza participan en la maratón para «lanzar a todo el mundo el mensaje de que tenemos derecho al movimiento y a ir libremente de una ciudad a otra de Palestina». «Tenemos derecho a hacer lo que queramos en nuestra tierra, pero los soldados israelíes nos lo impiden», denuncia. Otro corredor palestino, procedente de Qalgelia, Munzer AbuBaker, recalcó que gracias a este evento deportivo, «tenemos la oportunidad de correr para exigir libertad y el fin de las restricciones».

El día amaneció soleado y desde primera hora de la mañana, la Plaza Manger, a escasos metros de la Iglesia de la Natividad, comenzó a acoger a los 3.000 atletas, de los que el 39 por ciento eran mujeres (1.203). Minutos antes de dar el pistoletazo de salida a las 08.00h, Eitedal Ismail protagonizó el acto más simbólico: liberar a decenas de palomas en un claro mensaje de paz, al tiempo que se soltaban globos con los colores de la bandera palestina. Una de las palomas llevaba atado un papel con el mensaje «Vuelta a Jaffa». Se trata de una localidad israelí junto a Tel Aviv, que llegó a ser el mayor centro árabe de Palestina hasta que los palestinos huyeron hacia Gaza y Líbano tras la ofensiva judía durante la guerra árabe israelí de 1948.


Momento en el que la representante del Comité Olímpico Palestino suelta una paloma con el mensaje «Vuelta a Jaffa». (Asier VERA)

Un avión militar se cuela en la maratón. Con un carácter festivo, comenzaron las distintas carreras; y nada más hacerlo, un avión militar israelí sobrevoló la zona por unos instantes, en una demostración más de fuerza. La prueba deportiva tuvo su punto álgido cada vez que los atletas pasaban por el muro, construido tras la segunda Intifada, iniciada tras la visita de Ariel Sharon a la Explanada de las Mezquitas cuando aún era el líder de la oposición y que provocó más de 5.500 muertos hasta 2005, la mayoría palestinos. La marea de corredores parecía insignificante ante la magnitud de la muralla, cuya construcción fue considerada ilegal por el Tribunal Internacional de La Haya en 2004, tal como recordaba una gran pancarta que sujetaban dos voluntarios bajo una de las torretas de vigilancia del ejército israelí.

La mayoría de palestinos que pasaba por el muro hacía con la mano el signo de la victoria, mientras que algunos corredores gritaban «Palestina libre». Entre los dibujos plasmados en el muro, que se ha convertido en todo un lienzo que oculta la fealdad del hormigón, destaca uno con la paloma de la paz coloreada con la bandera palestina, en el que se lee: «Palestina para gente inteligente». Otra de la frases pintadas es una cita de Kurt Tucholsky, periodista y escritor judío alemán, que dice que «un país no es solo lo que hace, sino también lo que tolera».

El segundo de los aspectos que hace única esta carrera es que atraviesa los campos de refugiados de Ayda y Ad Duheisha, gestionados por Naciones Unidas y que acogen a miles de palestinos que fueron expulsados de sus casas tras las guerras de 1948 y 1967. A la entrada del campo de Ayda, los atletas pasaban por debajo de una gran escultura de una cerradura y una llave, que simboliza las llaves de las casas en las que vivían antes de que sus aldeas fueran destruidas por el ejército israelí. Se conoce como la «Llave del retorno», dado que los palestinos cogieron las llaves de sus casas pensando que su regreso era inminente, sin saber que iban a ser derruidas.


Una corredora pasa junto al muro qie separa Israel de Cisjordania. (Asier VERA)

«Acompañar al pueblo palestino». Esta situación excepcional es la que hizo que Miren Igartua, procedente del municipio guipuzcoano de Aretxabaleta, se animara a participar en la carrera de 10 kilómetros para «acompañar al pueblo palestino en su camino a poder vivir de manera libre y feliz». «Hemos venido de nuestras casas para decirles que estamos con ellos y que no están solos», recalcó, al tiempo que se mostraba «orgullosa» de ese pueblo por ser un «ejemplo en mayúsculas de lo que significa vivir».

Igartua fue testigo del apoyo de los ciudadanos de Bethlehem, que animaron las calles con música y aplausos, mientras que 450 voluntarios se afanaban en ofrecer zumos, fruta y agua a los participantes, muchos de los cuales hicieron la prueba andando, debido al intenso calor.

Un grupo de tres mujeres aprovecharon también este evento para pasearse con una gran cruz de madera en la que habían colocado diversa munición utilizada por el ejército israelí para dispersar las protestas contra la ocupación.

Finalmente, el ganador de la maratón fue el gazatí Nader Al-Masri, que fue recibido como un héroe, si bien la carrera aún continúa para el pueblo palestino, hasta que consiga el reconocimiento como un Estado de pleno derecho.