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Cuatro activistas africanas reciben el Premio Internacional a la Solidaridad de Nafarroa

La presidenta de Nafarroa, Uxue Barkos, en su intervención en la entrega del XVI Premio Internacional Navarra a la Solidaridad, a cuatro activistas africanas ha afirmado que la presencia de la mujer en puestos de responsabilidad es imprescindible para superar los retos de la humanidad.

Barkos, junto a las cuatro activistas africanas galardonadas. (GOBIERNO DE NAFARROA)
Barkos, junto a las cuatro activistas africanas galardonadas. (GOBIERNO DE NAFARROA)

Las cuatro activistas que han recibido el premio, en el Salón del Trono del Palacio de Navarra, son Theresa Kachindamoto (Malaui), Hulo Gillabert (Senegal), Victoria Nyanura (Uganda) y Oumou Sall-Seck (Mali).

Entre esos retos, la presidenta ha citado el empobrecimiento, la violación de los derechos humanos y el desarrollo sostenible, unos objetivos importantes «para humanizar y reconciliar la sociedad a todos los niveles».

El premio, promovido de manera conjunta por el Gobierno de Nafarroa y Laboral Kutxa, está dotado con 25.000 euros a repartir entre las cuatro premiadas, cuatro diplomas y cuatro reproducciones de la escultura Arri Ernai zaintzailea (piedra vigilante) de Jorge Oteiza.

La presidenta Barkos, tras trasladar su reconocimiento a las cuatro premiadas, ha recordado que el empoderamiento de las mujeres y su vínculo con el desarrollo sostenible es uno de los objetivos prioritarios de Naciones Unidas y de la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible.

No obstante, la presidenta ha lamentado la situación en la que se encuentran las mujeres, no sólo en África, sino también en otros continentes.
«Las cifras mundiales son alarmantes: representan el 60 % de todos los pobres del mundo, dos tercios de las personas enfermas de VIH en todo el globo y el mismo porcentaje se repite en el grado de analfabetismo, una de cada tres mujeres ha sufrido alguna forma de violencia de género, y solo el 10 % de los gobiernos del mundo están en manos de mujeres», ha destacado.

Estas circunstancias, ha indicado, «provocan que muchas mujeres se encuentren en situación de desigualdad, inferioridad y vulnerabilidad, puesto que no pueden desarrollarse como personas con pleno disfrute de sus derechos».

Por su parte, el vicepresidente Miguel Laparra ha afirmado que, en esta edición, el jurado ha otorgado el premio «a una candidatura diferente a la de años anteriores, en el sentido de que se trata de reconocer el papel de las mujeres en el desarrollo sostenible del continente africano».

Para ello, a propuesta de la institución Casa África, «se ha puesto el foco en las vidas de estas cuatro excelentes mujeres», ha destacado el vicepresidente.

Finalmente, el presidente de Laboral Kutxa, Txomin García, ha puesto de manifiesto que, «la solidaridad entre las personas, entre los pueblos, entre las naciones, sigue siendo muy necesaria. En este mundo globalizado, si no se preservan ciertos valores y su práctica, las desigualdades agrandan cada vez su abismo y las injusticias crecen».

Las cuatro mujeres africanas premiadas trabajan en el ámbito de los derechos de las mujeres, de la infancia y de la paz en conflictos.
Theresa Kachindamoto, de Malaui, es la gobernadora de Dezda y su lucha está enfocada a erradicar el matrimonio infantil, mientras que Hulo Guillabert, de Senegal, es defensora de la infancia, principalmente de menores mendigos, víctimas de la trata y de la explotación económica de las personas adultas en su país.

Por otra parte, Nyanjura, de Uganda, ayuda a niños afectados por la guerra como asistente en el Proyecto de Justicia y Reconciliación (JPR), y como coordinadora de la Red de Defensa de la Mujer.

Oumou Sall-Seck, de Malí, embajadora de su país en Alemania, está comprometida en la reconstrucción de su nación tras los años de ocupación yihadista, con un enfoque que revela el papel esencial de la mujer en la sociedad y en el campo de la política.

Kachindamoto ha subrayado en su intervención que las mujeres de Malaui son «modelos de rol» en muchas zonas y trabajan activamente en la defensa de los derechos de la infancia, como en el distrito de Dezda, donde se ha logrado que ocho niños hayan accedido a la enseñanza superior.

En ese sentido, Guillabert ha resaltado que África tiene que volver a posicionarse como «el lugar original de los derechos humanos» y ha dedicado el premio a «los muchos niños que siguen viviendo en las calles».
«Dejemos que la juventud africana viva en paz, porque ella es nuestro futuro», ha asegurado.

Nyanjura, por su parte, ha lamentado las personas desplazadas en Uganda y «los niños en cautividad de los que se desconoce su identidad» y ha instado a «no callarnos nuestras historias, las violaciones que hemos sufrido».

Por último, Sall-Seck, de Malí, ha afirmado que «el diálogo es fuente de paz» y, acerca de la situación en su país, ha comentado que «hay que resistir ante las amenazas y las provocaciones de los extremos» para perder el miedo y que las víctimas tengan reconocido «su derecho a la verdad y la justicia».

Esta labor, ha aseverado, «requiere mucha humildad, paciencia y un sentido de empatía muy pronunciado».

Sall-Seck, quien ha dedicado el premio a todas las mujeres de su país, ha señalado que dedicará el dinero del galardón a la construcción de un pozo de agua o de un dispensario.