Iñaki Vigor

Bittori Etxeberria, mujer clave en una red de espionaje antifranquista que se recuerda en Iruñea

«Cuando llegó el 18 de julio nos saquearon y nos destruyeron la ikastola y el ropero, quemaron la biblioteca en la plaza pública y varios, que con tanto entusiasmo habíamos trabajado en aquello, fuimos despachados del pueblo». Así lo recordaba Bittori Etxeberria, vecina de Elizondo que luego llegó a ser figura clave de la Red Alava, una organización de espionaje antifranquista y de solidaridad con los represaliados. Una exposición rememora en Iruñea los hitos principales de esta red.

Bittori Etxeberria, en una fotografía de época.
Bittori Etxeberria, en una fotografía de época.

La Red Alava toma su nombre de Luis Alava Sautu, un ingeniero agrónomo nacido en Murgia en 1890 que se afilió al PNV en 1934 y puso en marcha una organización de información y espionaje después de que el golpe de estado de 1936 le sorprendiera en su ciudad natal.

Esta red llegó a contar con casi medio centenar de integrantes de toda clase social de Hego Euskal Herria, como labradores, obreros, empleados de la administración y sacerdotes. La media de edad de todos ellos rondaba los 40 años, siendo Luis Alava el mayor de todos ellos.

Sin embargo, tal como se muestra en la exposición del Palacio del Condestable, en Iruñea, las que verdaderamente articularon la red fueron cuatro mujeres vascas: la navarra Bittori Etxeberria, las guipuzcoanas Itziar Mugika y Delia Lauroba, y la vizcaína Tere Verdes.

«Creo firmemente que la mujer puede tomar partido en cuestiones que se ventilen fuera del hogar sin detrimento de su feminidad», decía Bittori Etxeberria para explicar un compromiso personal que resumió con estas palabras: «No podíamos permanecer indiferentes las mujeres, porque se trata de defender a nuestra patria».

Esta elizondarra era conocida con su nombre de guerra, ‘Pepita Etxano’, y se decía que «de ella nació la organización» y que dio los primeros pasos para articular una red civil de espionaje que llegó a desarrollar una gran labor a pesar de las condiciones en que sus miembros tenían que moverse.

De hecho, el trabajo de la red no solo se limitó a actividades solidarias con los prisioneros antifranquistas, sino que también consistió en recoger información sobre aspectos militares, como la composición detallada de las divisiones del ejército franquista, información exhaustiva sobre la Legión Cóndor, estudios pormenorizados sobre las fortificaciones en el Pirineo occidental, sobre los movimientos de tropas, entradas y salidas de barcos en puertos del Cantábrico, las industrias de guerra y la trama política del régimen franquista.

Así mismo, la Red Alava canalizó hacia Europa una amplísima información sobre las peculiaridades vividas en el seno de la Iglesia vasca en el marco de la guerra y de la posguerra, y constató la persecución sufrida por parte de los sacerdotes vascos y los fusilamientos de algunos de ellos por parte del Ejército franquista, así como el encarcelamiento de muchos de ellos.

Toda esta información se encontraba en la delegación del Gobierno vasco en París cuando se produjo la ocupación del Estado francés por parte de los nazis. La colaboración entre la policía alemana y la española posibilitó la caída de la Red Alava. En el invierno de 1940-41, con el franquismo ya asentado en el Estado español, fueron detenidos medio centenar de miembros de esta organización clandestina, de los que 21 fueron juzgados. Un tercio de los encausados eran navarros: Bittori Etxeberria, Agustín Ariztia, Esteban Etxeberria, Rafael Goñi, Felipe Oñatebia, Modesto Urbiola y Rafael Gómez.

Entre los detenidos también se encontraba Luis Alava, que fue el único condenado a muerte. La exposición del Palacio del Condestable muestra la noticia de su fusilamiento recogida el 10 de mayo de 1943 por ‘Euzko Deya’, periódico editado en Buenos Aires por exiliados vascos que lograron escapar del franquismo.

Por su parte, Bittori Etxeberria fue detenida el 20 de diciembre de 1940 y no recuperó la libertad total hasta el año 1947. El testimonio del ‘alma mater’ de la red de espionaje puede escucharse en el Palacio del Condestable gracias a una entrevista que el periodista y escritor Eugenio Ibarzabal mantuvo en los años 70 con esta elizondarra y con dos compañeras suyas, Itziar Mujika y Delia Lauroba, quienes también narran sus experiencias dentro de la organización. La muestra se completa con el documental titulado ‘Red Alava, la red de mujeres invisibles’, producido por Baleuko y con guión de Ane Azkue.

La exposición, que recoge paneles con fotografías, objetos, planos y diarios relacionados con la Red Alava, además de documentos inéditos hasta la fecha, está basada en un trabajo de investigación realizado por el historiador y profesor Josu Chueca, las historiadoras Karmele Pérez, Begoña Bilbao, Gurutze Ezkurdia, Elixabete Pérez y Luzia Alberro, así como Roman Berriozabal, Iñaki Goiogana y Txema Montero.

Esta exposición itinerante ha sido organizada por Sabino Arana Fundazioa y está apoyada por diversas organizaciones e instituciones, entre las que se encuentran el Gobierno de Nafarroa y el Ayuntamiento de Iruñea.