@imanolintziarte

El Alavés añade más plomo a la caída en picado de la Real

El tempranero gol de Calleri da los tres puntos al conjunto de Abelardo, que cierra el año en puestos europeos. Los donostiarras suman su cuarta derrota seguida y estrenarán 2019 en el Bernabéu. Página especial de NAIZ

Willian José, rodeado de jugadores del Alavés, no consigue eludir a Maripán. (Juan Carlos RUIZ / FOKU)
Willian José, rodeado de jugadores del Alavés, no consigue eludir a Maripán. (Juan Carlos RUIZ / FOKU)

Enésima decepción realista en Anoeta y cuarta derrota consecutiva. La crisis adquiere tintes muy preocupantes, y la próxima cita, el día de Reyes en el Bernabéu, no invita al optimismo.

El que este viernes se ha llevado los puntos del castillo de arena donostiarra ha sido un Alavés que ofrece una imagen mucho más definida de equipo hecho que sabe lo que quiere y cómo conseguirlo.

Los de Abelardo llegaban con dos días menos de descanso, pero han tenido el acierto suficiente para anotar a los diez minutos con un gol de Calleri a centro de Borja Bastón. No era una jugada aislada, porque antes ya había avisado Jony en una carrera a la que le sobró un control largo.

Otra vez le tocaba a la Real remar en contra por un gol encajado en el primer cuarto de hora. Igual que contra el Valladolid. Igual que contra el Getafe. El Betis tardó más, 33 minutos. Otra vez la misma impotencia para derribar el muro. Las llegadas morían en la orilla, la mayoría de los saques de esquina se arrojaban a la papelera y tampoco ha habido acierto en algunas opciones claras, como un testarazo de Oyarzabal a bocajarro.

El Alavés ha hecho su partido, ordenado atrás y confiando en su fortaleza defensiva. Los de arriba daban aire a su equipo y metían el miedo a una grada que está bastante harta y a la que le ha indigestad la txistorra de Santo Tomás.

Abelardo llegó a Gasteiz con un equipo en naufragio y le está sacando petróleo. La permanencia está a tiro de piedra y a partir de ahí puede mirar a metas más altas.

En Donostia, como suele suceder en estos casos, ahora todas las soluciones pasan por meter la dinamita y despedir. A Garitano, a Olabe y todo su renovado organigrama de Zubieta, a media plantilla, a Aperribay y su Consejo, e incluso a un señor con bigote que pasaba por allí. En diciembre.

La única nota positiva ha sido el estreno de Ander Barrenetxea, a punto de cumplir 17 años. Ha sido el primer jugador nacido en 2001, y por tanto en este siglo, en debutar en la máxima categoría.

Este enfermo tiene muy mal color, aunque sabemos que en el fútbol un par de buenos resultados cambian las dinámicas. Pero el 6 de enero al Bernabéu. Habrá que empezar a creer en Melchor, Gaspar y Baltasar. Página especial de NAIZ