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El juzgado de Picassent deja en libertad al agresor de Izar, hija de la expresa Sara Majarenas

El pasado viernes Sara Majarenas recibió el auto del Juzgado de Instrucción de Picassent que decreta la libertad provisional de su expareja y agresor confeso de su hija Izar. A la espera de que mañana se celebre una vista para notificar el auto de procesamiento y decidir si el acusado sigue en libertad o ingresa en prisión hasta que concluya el proceso judicial contra él, el Juzgado tilda de «excepcionalísima» la prisión provisional y deja libre a quien intentara acabar con la vida de Izar en enero de 2017.

Sara Majarenas junto a su hija Izar tras salir de prisión. Juan Carlos RUIZ | FOKU
Sara Majarenas junto a su hija Izar tras salir de prisión. Juan Carlos RUIZ | FOKU

Desde el pasado viernes 15 de febrero Stytianos Messinezis, expareja de la expresa vasca Sara Majarenas y agresor de Ia pequeña Izar, hija de ambos, permanece en libertad. Así lo decidió el Juzgado de Instrucción de Picassent alegando que «la instrucción se ha excedido en el tiempo» y a la falta de unos informes médicos periciales de ambas afectadas. Considera la juez que la prisión provisional es una «medida excepcionalísima», por lo que decreta la libertad del agresor de Izar a la espera de que mañana se celebre una vista para notificar el auto de procesamiento y decidir si el acusado sigue en libertad o vuelve a ingresar en prisión hasta que culmine el proceso en su contra.

El auto, al que ha tenido acceso NAIZ, sostiene que «la instrucción se ha excedido en el tiempo por causas no imputables a este Juzgado por cuanto se acordó la práctica de sendos informes periciales que hasta la fecha y a pesar de los recordatorios efectuados a los organismos e instituciones competentes no se han recibido, se considera dado el tiempo transcurrido que procede la puesta en libertad del investigado».

Asimismo, se establece una serie de medidas cautelares y de protección a las víctimas. El acusado debe comparecer diariamente ante la Guardia Civil de Picassent y semanalmente todos los lunes en sede judicial. Se le prohíbe la entrada, estancia o residencia en la CAV al tiempo que se le impone la prohibición de aproximarse a Majarenas e Izar a menos de 2.000 metros de su domicilio, lugar de trabajo, centro escolar o domicilio de los progenitores de Sara Majarenas. Para garantizar el cumplimiento de esta medida se ha colocado al acusado y a la propia Majarenas una pulsera de control telemático. Además, agentes de la Ertzaintza mantienen vigilancia policial sobre la pequeña Izar.

Messinezis ingresó en prisión el 17 de enero de 2017, dos días después de la brutal agresión que dejó a Izar entre la vida y la muerte. En mayo de 2018 se acordó la prórroga de la instrucción porque estaban pendientes informes médicos periciales de Majarenas y su hija. Tras la vista que tendrá lugar mañana, en la que se decidirá si Messinezis vuelve o no a ingresar en prisión, quedaría por notificar el auto de conclusión de sumario. La causa se elevará entonces a la Audiencia Provincial, que será quien juzgue al acusado. Este proceso podría llevar meses, con lo que supondría para Majarenas e Izar en caso de tener que permanecer bajo control telemático y policial.

Una agresión atendida en la excepcionalidad

La situación abierta con la puesta en libertad de Messinezis y las medidas impuestas a Sara Majarenas e Izar se suman al calvario vivido por ambas tras la agresión a la pequeña en enero de 2017. Izar, que tenía entonces dos años y residía junto a su madre en la prisión de Picassent, fue acuchillada por su padre, un expreso social, durante un permiso de fin de semana. El agresor creyó haberla matado pero tras haber notificado él mismo a Majarenas lo que había hecho, la Guardia Civil y profesionales sanitarios lograron rescatar a Izar de la vivienda donde sucedieron los hechos.

A partir de ahí comenzó un largo periplo hospitalario. Izar estuvo en estado muy crítico los primeros días, entre la vida y la muerte, y los obstáculos para que la presa donostiarra pudiera estar junto a su hija fueron constantes. En un principio, Majarenas solo podía acudir  a visitar a su hija cada dos días durante unas horas. Pasaron tres semanas hasta que el juez de Vigilancia Penitenciaria autorizó el traslado permanente de Majarenas al hospital, lo que generó un enorme sufrimiento en la la pequeña y su madre.

A su vez, Majarenas y su entorno debieron afrontar la lucha para evitar la separación de madre e hija. Izar estaba a punto de cumplir tres años, la edad límite para que una niña pueda vivir en prisión junto a su madre. Finalmente consiguieron permanecer juntas en un piso de acogida gestionado por la prisión en Madrid. Pese a la difícil situación de ambas y entre importantes movilizaciones que reclamaban la libertad de Majarenas, que contaba con los tres cuartas partes de la condena cumplidos, allí permanecieron hasta que cumplió íntegramente la pena y fuera puesta en libertad en marzo del pasado año.

Tras recuperar la libertad, Majarenas relató en entrevista con GARA lo vivido desde la agresión a Izar. Cómo se sintió de alguna manera desatendida como víctima de la violencia machista a la vez que denunciaba la excepcionalidad a la que fue sometida por parte de la justicia española.