naiz
Washington

Las empresas de EEUU expresarán su opinión contra los aranceles

El temor a que la nueva ola de aranceles anunciada por Donald Trump reduzca sus ganancias e, incluso, provoque la pérdida de empleo, empuja a muchas empresas de Estados Unidos a intentar frenar la escalada de la guerra comercial con China.

El fundador de la empresa china San Wood, ubicada en Shanghai, muestra a qué lugares de EEUU exportan maderas. (Hector RETAMAL / AFP).
El fundador de la empresa china San Wood, ubicada en Shanghai, muestra a qué lugares de EEUU exportan maderas. (Hector RETAMAL / AFP).

Durante las audiencias organizadas por el Gobierno a partir de este lunes, los empresarios estadounidenses tienen intención de mostrar su rechazo a una eventual ola de aranceles sobre las importaciones chinas.

En el transcurso de estas sesiones públicas, que se prolongarán durante siete días en Washington, las empresas estadounidenses lanzarán sus advertencias sobre la posibilidad de despidos, reducción de ganancias y pérdida de parte del mercado.

Si algunos sectores industriales, como la producción de acero y aluminio, se han beneficiado de la política comercial de Donald Trump y apoyan firmemente los aranceles, la mayoría reclama al presidente que no los aplique a las importaciones de las que dependen.

En caso de que entren en vigor, tras la interrupción en mayo de las negociaciones con Pekín, los nuevos aranceles sobre 300.000 millones de dólares de mercancías, eso significaría que serían gravados el total de los más 500.000 millones de dólares en bienes adquiridos por EEUU a China cada año.

Carta a Trump

En una carta enviada el pasado jueves a Trump, cientos de empresas –entre ellas los gigantes de la distribución Target y Walmart– advierten de que esta nueva salva de tasas podría costar dos millones de empleos y reducir el crecimiento del PIB estadounidense en un punto porcentual.

Hasta ahora, se han incrementado los derechos de aduana sobre más de 250.000 millones de dólares en mercancías chinas, pero esto todavía no ha entrañado un alza importante de los precios de los bienes de consumo.

Para William Reinsch, experto del Center for Strategic and International Studies (CSIS), los nuevos aranceles podrían afectar más a los consumidores.

«Contrariamente a lo ocurrido en la ocasión anterior, creo que habrá una fuerte reacción negativa de la gente –declaró a AFP–. Si estas medidas entran en vigor en julio, habrá subidas de precios inmediatas en muchos productos, justo en el momento en el que la gente hace sus compras de la rentrée».

No hay té «made in America»

Más de 300 personas ofrecerán sus testimonio durante las audiencias públicas en Washington. Y la Oficina de Comercio Exterior también ha recogido más de 1.200 comentarios escritos.

«No estamos en disposición de transferir rápidamente toda la fabricación hacia otros países suministradores, lo que conllevará un alza de los precios para el consumidor estadounidense medio», advierte Patrice Louvet, presidente de la firma de moda Ralph Lauren.

El gigante de los servicios petroleros Halliburton ha puesto en guardia contra la supresión de empleos y una reducción de las prospecciones de petróleo y gas si los aranceles aumenta el 25% sobre la baritina, un mineral crucial utilizado en los fluidos de perforación del cual China posee las mayores reservas del mundo.

También las pequeñas empresas se han posicionado sobre el tema.

«El sector de la distribución está a punto de sufrir un gran golpe y rezamos para que el Gobierno actual consulte con Dios», comentó un importador de sillas y árboles de Navidad artificiales de Kentucky.

Por su parte, Lu-Yu, vicepresidenta de la Cámara de Comercio e Industria de China, encargada de productos alimentarios, considera que gravar el té chino no tiene ningún sentido: «Estados Unidos no es un país productor de té».

«La industria del té de Estados Unidos no tiene necesidad de ser protegida con aranceles», añadió.

Próximo encuentro con Xi

El presidente estadounidense espera hallar una solución al conflicto comercial durante el encuentro con su homólogo chino, Xi Jiping, previsto para finales de junio en la cumbre del G20 en Japón.

Sin embargo, su secretario de Comercio, Wilbur Ross, enfrió las esperanzas de solución el domingo en París al indicar que «a lo mejor» los dos mandatarios se pondrán de acuerdo «para reanudar las negociaciones».

«No es a nivel presidencial donde se van a discutir los detalles de la aplicación de un acuerdo», puntualizó en una entrevista al “Wall Street Journal”.

El viernes, Kevin Hasset, jefe del Consejo Económico en la Administración Trump, había señalado a la CNBC que el encuentro entre Trump y Xi podría aportar rápidas mejoras.

«La esperanza es que durante la cumbre del G20 los dos presidentes puedan comenzar una aproximación desde el punto de partida en el que estaban hace unos meses, cuando realmente estábamos muy próximos a un acuerdo», declaró.

Riesgo político

El espectro del impacto de los nuevos aranceles en el bolsillo de los consumidores también constituye un riesgo político para Donald Trump.

Sondeos realizados por las universidades de Monmouth y de Quinnipiac en mayo muestran que una mayoría de estadounidenses desaprueba su política comercial.

Para Reinsch, Trump se va a encontrar ante un dilema, en la medida en la que es improbable que Pekín acepte sus exigencias más estrictas. «El presidente debe elegir: aceptar un acuerdo más débil o continuar la guerra», resaltó. «No hay una solución fácil a la vista».