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El British Open desembarca en el norte de Irlanda con las miradas puestas en Rory McIlroy

Portrush acoge la edición número 148 del Abierto Británico, que sale de Inglaterra y Escocia 68 años después. La situación política y la gran generación de golfistas locales tiene mucho que ver en ello.

Rory McIlroy, en uno de sus entrenamientos en Portrush (Paul ELLIS / AFP)
Rory McIlroy, en uno de sus entrenamientos en Portrush (Paul ELLIS / AFP)

Rory McIlroy, que no cata la victoria en un Grand slam desde hace cinco años, espera poner fin a su sequía en el British Open de golf que comienza el jueves en el norte de Irlanda, en su casa, por primera vez en 68 años. «Honestamente, esto lo significa todo para mí. Levantar el "Claret Jug" una vez más sería un éxito increíble», ha declarado el número tres mundial, que levantó el famoso trofeo, una jarra de plata, en el Abierto Británico de 2014, en Liverpool.

Originario de Holywood, a unos sesenta kilómetros al sur, McIlroy juega en territorio conocido, ya que con solo 16 años logró batir el récord del recorrido del Royal Portrush con una tarjeta de 61 golpes (11 bajo par). Sin duda, sus fans animarán mucho, pero el irlandés, que ya ganó en casa el Irish Open de 2016, ha querido minimizar la presión.

«Voy a sentirme como en cualquier otro British. He jugado unos cuantos, ya sé qué esperar, aunque es verdad que este igual será un poco más ruidoso», asegura el golfista de 30 años, favorito en las casas de apuestas.

Lo que es indudable es que la presente edición, la número 148, ha generado grandes expectativas, no en vano es la primera que se juega fuera de Inglaterra o Escocia desde 1951. La pequeña ciudad de Portrush, de 7.000 habitantes, vive al ritmo de un torneo para el que ya no hay entradas.

El regreso al norte de Irlanda ha sido impensable durante mucho tiempo debido al conflicto político, con sus años más duros entre finales de los sesenta y finales de los noventa. Pero el acuerdo del Viernes Santo en 1998, y la posterior aparición de una generación excepcional de golfistas norirlandeses –McDowell, McIlroy, Clarke–, han permitido que la competición más antigua entre los grandes torneos internacionales vuelva a este territorio.

«Cuando era niño, aprendí a jugar al golf en Dungannon, que era probablemente el club más afectado por los atentados en Irlanda del Norte», ha declarado recientemente al "Daily Mail" el ganador del British Open de 2011 Darren Clarke, que vive en Portrush y que va a dar el primer golpe del torneo.

Brooks Koepka es el otro favorito

Pero los locales tendrán mucho trabajo que hacer para apoderarse del trofeo. El aspirante más peligroso parece el estadounidense Brooks Koepka. El número uno mundial ha ganado cuatro de los últimos nueve grandes que ha disputado, aunque también es verdad que su mejor resultado en el British es un sexto puesto en 2017.

Además, el campo del Royal Portrush, situado al borde del mar, es ventoso y bastante engañoso. Dos hoyos, el 6 y el 7, han sido diseñados especialmente para el torneo. Toda preparación será poca, como demuestra el caso Tiger Woods, quien busca su cuarta victoria en el British. El número 5 mundial se ha obligado incluso a levantarse a la una de la madrugada en su casa de Estados Unidos para disminuir el efecto de la diferencia horaria.

Pero desde que ganó su decimoquinto Grand Slam en el Masters de Augusta de abril, poniendo fin a una sequía de casi 11 años, el estadounidense de 43 años ya no brilla tanto, contentándose con un 21º puesto en el US Open de junio.

Francesco Molinari, ganador del año pasado, y Justin Rose, segundo, serán otros de los favoritos, entre los que querrá meterse el vizcaino Jon Rahm. También participa el guipuzcoano Adrián Otaegui.