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WASHINGTON

FMI y BM, 75 años de blindaje capitalista entre EEUU y Europa

Hace 75 años que se crearon el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, dos instituciones que Estados Unidos y Europa han utilizado para repartirse el poder y afianzar el capitalismo.

El presidente del Banco Mundial, David Malpass. (Eric PIERMONT/AFP)
El presidente del Banco Mundial, David Malpass. (Eric PIERMONT/AFP)

En julio de 1944, casi un año antes del final de la Segunda Guerra Mundial, delegados de 44 países se recluyeron en las montañas del noreste de EE.UU. para sentar las bases de un sistema de cooperación económico mundial. Tres semanas después nacían el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM).

El acuerdo se conoce como la conferencia de Bretton Woods, un exclusivo centro turístico en el estado de Nuevo Hampshire, y estuvo capitaneado por el economista británico John Maynard Keynes y el secretario del Tesoro de EE.UU., Henry Morgenthau. El ambicioso objetivo: apuntalar la prosperidad económica mundial tras la guerra, nada más y nada menos.

«Las naciones han descubierto que no hay incompatibilidad entre la devoción a nuestros países y la acción conjunta. De hecho, hemos encontrado que, por el contrario, la única verdadera salvaguarda de nuestro interés nacional yace en la cooperación internacional», señaló Morgenthau en la cena de clausura, el 22 de julio de 1944. Una frase que hoy en día en Washington no se puede leer sin dejar escapar una mueca de ironía.

Capitalismo, un «sistema imperfecto»

No en vano, aunque ambas instituciones se mantienen en pie como ejes del capitalismo económico y el multilateralismo, en la última década han vivido importantes zozobras que han forzado a replantearse su papel y mirarse al espejo. En un discurso con motivo del aniversario, David Lipton, director gerente interino del Fondo, destacó esta semana en París que el capitalismo «ha sido el motor de todos los éxitos que hemos vivido», pero advirtió de que «es un sistema imperfecto que necesita corrección en el rumbo».

Por un lado, la gran y profunda crisis financiera de 2008-2010, que amenazó los cimientos de las economías desarrolladas, puso a prueba su agilidad y capacidad de respuesta. Por otro, y paradójicamente impulsado por Estados Unidos, anfitrión de Bretton Woods, el retorno del proteccionismo y el repliegue hacia el aislacionismo amenaza la misma razón de ser esgrimida por Morgenthau siete décadas y media atrás.

«Antes de la crisis de 2008, algunos incluso cuestionaban la necesidad del FMI. La crisis lo cambió todo. En un encuentro del G20 en Londres los miembros del informal pero poderoso club acordaron proponer un amplio aumento de los recursos del FMI, que fue rápidamente adoptado», indicaron los investigadores Brahima Sangafowa Coulibaly y Kemal Dervis, del centro de estudios Brookings Institution en Washington.

Reparto de poder

Uno de los grandes debates en el seno de las dos instituciones y la sombra que pesa sobre su credibilidad es el acuerdo no escrito que reparte la dirección de cada una de ellas para un europeo (FMI) y un estadounidense (BM).

«Este 'pacto' de hace 75 años es caduco e indignante en los tiempos actuales. En un momento de enormes desafíos económicos y el auge de líderes populistas que cuestionan la legitimidad y credibilidad del multilateralismo, no ha habido nunca una mayor necesidad de un proceso realmente democrático y representativo», aseguró Nadia Daar, directora de la ONG Oxfam, en declaraciones a Efe.

Pese a los insistentes llamamientos a la ruptura de este reparto de poder, la tradición se sigue imponiendo. El nuevo presidente del BM desde abril es el estadounidense David Malpass, a propuesta de Washington y sin enfrentarse a candidatos alternativos. Y esta misma semana, ante la reciente apertura del proceso de selección para sustituir a la francesa Christine Lagarde al frente del FMI, el bloque europeo ya ha adelantado su intención de que presentará un candidato de consenso para seguir ocupando el puesto.