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Merkel elogia la «obligación a desobedecer» que movió conjura contra Hitler en su 75 aniversario

«Hay momentos en que la desobediencia es obligatoria», apuntó la líder alemana, en el 75 aniversario de la llamada 'Operación Valkiria', el atentado fallido contra Hitler cuyo autor material fue el coronel Claus Schenk von Steuffenberg.

Merkel homenajeó a los miembros de la conjura militar que intentó acabar con la vida de Hitler. (John MACDOUGALL/AFP)
Merkel homenajeó a los miembros de la conjura militar que intentó acabar con la vida de Hitler. (John MACDOUGALL/AFP)

La canciller alemana, Angela Merkel, homenajeó hoy a los miembros de la conjura militar que el 20 de julio de 1944 intentó acabar con la vida de Adolf Hitler como unos «patriotas», movidos por la «obligación a desobedecer» a la dictadura nazi.

Merkel llamó a «cuidar su memoria para que las lecciones de la historia no se desvanezcan» y recordó que el «derecho a la resistencia« en defensa del orden democrático está contemplado en la Constitución alemana, redactada cinco años después de la Capitulación del Tercer Reich.

«Fueron soldados modelos que se levantaron contra la tiranía», destacó la ministra de Defensa, Annegret Kramp-Karrenbauer, quien asumió esa cartera esta semana tras la elección de su antecesora, Ursula von der Leyen, para presidir la Comisión Europea (CE).

Sttaufenberg está considerado un héroe de la oposición a Hitler surgida en la cúpula militar, mientras que los hermanos Sophie y Hans Scholl, dos estudiantes miembros del grupo Die Weisse Rose -La Rosa Blanca-, guillotinados en 1943, simbolizan la resistencia social.

La conjura militar evidenció que la oposición a Hitler había alcanzado a la Wehrmacht, aunque, según reconoció en un mensaje previo al homenaje el presidente del país, Frank-Walter Steinmeier, esa resistencia al nazismo fue demasiado débil.

La ceremonia de hoy siguió a la tradicional jura de la bandera en el Bendlerblock, sede del ministerio de Defensa y lugar donde fue ejecutado Von Stauffenberg.

El coronel fue quien colocó un maletín con una bomba activada bajo la mesa donde Hitler se reunía con el Estado Mayor, en su cuartel de Prusia Oriental, en Ketrzyns, una trama minuciosamente preparada durante meses por un grupo de aristócratas y militares.

En el interior del maletín había dos artefactos, pero solo estalló uno y provocó la muerte de cuatro de las veinticuatro personas presentes, mientras que Hitler sufrió apenas heridas leves y se dirigió unas horas después por radio al país.

Stauffenberg abandonó el cuartel poco antes del estallido y regresó a Berlín sin saber aún que Hitler seguía vivo, dispuesto a seguir con su plan de negociar el fin de la guerra con los aliados.

Esa misma noche fue ejecutado con varios de los suyos, cientos de implicados en la 'Operación Valkiria' perdieron la vida en los días siguientes, mientras que sus familiares sufrieron la represión nazi.

Stauffenberg era entonces un oficial de 36 años, casado y padre de familia, que había perdido un ojo, la mano derecha y dos dedos de la izquierda en África.

Su figura sigue rodeada de controversia, sea por quienes le tachan de traidor o por quienes sostienen que los conjurados no actuaron movidos por el horror ante la monstruosidad del nazismo, sino frustrados ante el discurrir de una guerra que veían perdida.

Algunos habían sido fervientes nazis, enardecidos por las primeras ofensivas contra Polonia y la Unión Soviética y vieron en Hitler un instrumento para recuperar la dignidad perdida tras la I Guerra Mundial.

Manifestaciones contra marchas neonazis

Miles de manifestantes salieron a la calle este sábado en Kassel (oeste de Alemania) en protesta contra una marcha neonazi, convocada siete semanas después de la muerte de un político alemán local a manos de un ultraderechista.

Alrededor de 8.000 personas participaron en la manifestación contra los neonazis, según datos policiales, mientras que el desfile del partido radical Die Rechte fue secundado por unos 500 seguidores.

La protesta había sido convocada ante el propósito de esta formación ultraderechista de denunciar lo que considera «instrumentalización» de la muerte de Walter Lübcke, un político local muerto de un disparo en la cabeza en la terraza de su casa.

Lübcke, de la Unión Cristianodemócrata (CDU), había sido reiteradamente amenazado por la ultraderecha desde que, en 2015, defendió públicamente la política de acogida de refugiados de la canciller alemana Angela Merkel.

El presunto autor es un reconocido ultraderechista, Stephan Ernst, de 45 años, quien tras su detención confesó su autoría, pero luego retiró esa primera declaración.

'Die Rechte', un partido marginal con unos 600 militantes, considera que el caso se ha instrumentalizado para desprestigiar a su organización, con la que estuvo vinculado el sospechoso.

En otra ciudad alemana, Halle (este), se registró asimismo una manifestación del movimiento de Los Identitarios, en contra de la decisión del espionaje alemán de calificarlos como partido ultraderechista, lo que implica que están bajo vigilancia de los servicios secretos.

Las marchas neonazis se consideran una provocación en esta jornada, en la que se conmemora el 75 aniversario de la llamada 'Operación Valquiria'.