Martxelo DÍAZ
IRUÑEA

«Bajo tierra. Lur azpian» recopila las exhumaciones de las víctimas del franquismo en Nafarroa

La obra ‘Bajo tierra. Lur azpian’, editada por el Gobierno navarro, recoge las exhumaciones de víctimas del franquismo realizadas en Nafarroa desde 1939 hasta 2019. «Auna sentimiento y memoria», ha destacado la consejera de Relaciones Ciudadanas, Ana Ollo, en la presentación del libro en el Museo de Nafarroa.

Presentación de «Bajo tierra. Lur azpian» en el Museo de Nafarroa. (Iñigo URIZ/FOKU)
Presentación de «Bajo tierra. Lur azpian» en el Museo de Nafarroa. (Iñigo URIZ/FOKU)

El libro realiza una recopilación de las exhumaciones que se han realizado en Nafarroa. Desde las que realizaron los allegados de las víctimas entre 1978 y 1980, de una manera prácticamente clandestina; pasando por las impulsados por colectivos de familiares y memorialistas a partir de 2003 y concluyendo con la fase iniciada en 2015, cuando el Gobierno navarro se implicó en esta labor.

El director del Instituto Navarro de la Memoria, Josemi Gastón, ha recordado que en la primera fase, fueron cientos los famliares que participaron en la recuperación de los cuerpos de las víctimas del franquismo.

Josefina Campos, una de las participantes en aquella tarea, ha recordado que se remotó a noviembre de 1977, cuando José Laparra, hijo de un fusilado de Martzilla, planteó al cura tras una misa que se celebró en el cementerio por qué los suyos no eran recordados. Este fue el punto de partida de «un trabajo en secreto» para conseguir recuperar los cuerpos de los fusilados que se encontraban en fosas.

Un trabajo clandestino

Campos ha recordado cómo recuperaron en Azkoien una fosa de diez personas. Trabajaban por la noche, a escondidas. Vigilaban la carretera para que no viniera nada y se comunicaban con linternas para mandarse señales. Se tumbaban en la tierra para que nadie les viera. De hecho, nadie, más allá del pequeño grupo que participaba en la exhumación tenía conocimiento de esta labor en Azkoien.

El 19 de febrero de 1978, en Martzilla se realizó un homenaje a los 38 fusilados de la localidad. Según ha recordado Campos, este fue el origen de un movimiento que aglutinó a todos aquellos que tenían como objetivo dar sepultura a sus allegados que estaban en fosas y que recibió como nombre «Operación Retorno».

El proceso fue duro. Recuperaron cadáveres que tenían visible el tiro de gracia en el cráneo, prueba evidente del fusilamiento al que habían sido sometidos. 

«Ya estás en casa. Ya estás con nosotros. Ahora puedo morir tranquila», era la frase que decían las viudas de los fusilados cuando recuperaban sus cuerpos y podían darles una sepultura digna, según ha relatado Campos.

Junto a ello, ha destacado que muchos sacerdotes ayudaron en la recuperación de los cuerpos, después de que el obispo de Iruñea y Tutera de la época, José María Cirarda, diera instrucciones de que colaborasen. «Aunque no todos los sacerdotes aceptaron», ha señalado también.

Campos también ha querido agradecer el apoyo del historiador José María Jimeno Jurío y ha mostrado su deseo de que «nunca más haya una guerra fratricida».

Gastón ha recordado que a partir de 2003, gracias al trabajo de asociaciones de familiares, se pudieron recuperar los restos de 121 víctimas y se logró contactar con decenas de informados. Sobre todo, ha destacado que en ese periodo la sociedad navarra se convenció de que los familiares de las víctimas de 1936 tenían el derecho a recuperar sus cuerpos.

Tras la implicación del Gobierno navarro en 2015, se han llevado 21 exhumaciones, resultado de 50 prospecciones. En estos trabajos se han podido recuperar 89 cuerpos. Gracias al banco de ADN se ha logrado identificar a 24 de ellos, que han sido entregados a sus familiares.

Gastón ha subrayado la importancia de las visitas escolares a las exhumaciones para que las nuevas generaciones tengan un conocimiento directa de esta realidad histórica.

Ollo: Voluntad de continuar

Ollo ha destacado la labor que las asociaciones de familares han realizado durante años para mantener viva la memoria y ha mostrado el compromiso del Gobierno de continuar con la labor iniciado en 2015. En este sentido, ha agradecido a Álvaro Baraibar el trabajo realizado como director general de Paz, Convivencia y Derechos Humanos y ha avanzado que con su sustituto, Martín Zabalza, se continuará con la misma línea de trabajo.

En este sentido, ha subrayado que todavía queda mucha tarea por realizar, ya que en Nafarroa sigue habiendo un millar de desaparecidos.

Lourdes Errasti, de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, ha comentado las características técnicas de las exhumaciones. Ha destacado que la labor de los informantes, de las personas que tienen conocimiento de la existencia de una fosa, es fundamental para que puedan ser localizadas. Ha lamentado que habrá fosas que no podrán ser localizadas porque ya no hay informantes.

Junto a ello, ha explicado que estas fosas se ubican en los cementerios, pero tambiñen en el monte. Además, se han encontrado cuerpos en simas y cuevas, ya que se buscaba ocultar las muertes. El caso más paradigmático es el de Gaztelu.

La mayoría de los cuerpos hallados (un total de 206 en este último periodo) tienen las manos atadas y la causa de la muerte del 95% de ellos fue un disparo en la cabeza, evidencia de una ejecución sumaria. La mayoría de las víctimas encontradas son hombres adultos jóvenes de entre 20 y 45 años. El caso de la sima de Gaztelu es la excepción.