Beñat ZALDUA

Filtraciones del TS, paracaidistas y pitidos a Sánchez, protagonistas del 12-O en Madrid

La imagen ha sido, sin duda, la de un paracaidista con banderas españolas chocándose contra una farola en pleno desfile del 12 de octubre. El sonido, habitual a estas alturas, el de los pitidos en contra de un presidente del PSOE, aunque esté en funciones. Y el contexto, las filtraciones sobre la condena del TS a los líderes independentistas catalanes, que según auguran los medios españoles, se publicará el lunes y se decantará por los delitos de sedición y malversación.

El paracaidista accidentado esta mañana en el desfile militar. (Óscar DEL POZO/AFP)
El paracaidista accidentado esta mañana en el desfile militar. (Óscar DEL POZO/AFP)

España colgada de una farola. A estas horas de la jornada serán pocos los que no hayan visto ya la imagen que quedará para el recuerdo del 12 de octubre de 2019. Un paracaidista con la bandera española debía poner la guinda al desfile militar con el que anualmente se empacha el orgullo patrio español por estas fechas, pero una farola se ha interpuesto en su camino hacia la gloria, ante la mirada de un defraudado Felipe de Borbón, al que no es la primera vez que le arruinan una exhibición de estas características.

Anécdotas jugosas al margen, la celebración del 12 de octubre ha estado marcada, tanto en Madrid como en Barcelona, por la inminencia de la sentencia del Tribunal Supremo contra el 1-O. Si bien hasta ahora se conocían detalles con cuentagotas, hoy la mayoría de medios españoles han coincidido en avanzar que la condena será por sedición, como defendió la Abogacía del Estado, y no por rebelión, como querían la Fiscalía y el juez instructor, Pablo Llarena.

El adelanto parcial del contenido de la sentencia ha sido generalizado y sin apenas contradicciones entre las versiones de los diversos medios, lo que hace muy difícil no pensar en una detonación controlada por parte de los mismos responsables de la sentencia, por mucho que el presidente del tribunal y ponente de la redacción, Manuel Marchena, se haya mostrado después «disgustado» por las publicaciones.

De las filtraciones, a la espera de una confirmación que, si nada se tuerce, los medios españoles anuncian para el lunes, cabe rescatar la calificación penal de la condena, con una advertencia: el hecho de pasar de un delito de rebelión a otro de sedición no supone que las penas vayan a ser más ligeras de forma automática, ya que por el delito de sedición, el Código Penal contempla penas de 10 a 15 años si el condenado es persona «constituida en autoridad».

Además, al delito de sedición se le suma el de malversación de caudales públicos, por lo que el Supremo tendrá a su disposición un amplio abanico de posibilidades a la hora de decidir la pena concreta a la que condena a los dirigentes independentistas catalanes.

A modo de resumen, lo único que se puede deducir de momento de la opción de descartar el delito de rebelión, es la incapacidad del tribunal de demostrar la existencia de un «alzamiento violento» en otoño de 2017. Pero esto no quiere decir que las penas vayan a ser menores, como bien demuestra el caso de Altsasu, en el que cayó la acusación de terrorismo, pero en el que se inflaron las penas con diversos agravantes.

El 10N en el retrovisor

Aunque la sentencia acapara a esta hora la mirada del público, las maquinarias de los partidos tienen la vista fijada ya en el 10 de noviembre. El del candidato del PSOE, Pedro Sánchez, no ha sido el mejor día, pues ha tenido que aguantar los pitidos de los asistentes al desfile militar, que le han reprochado la exhumación de Franco –es la misma gente que ha aplaudido al Rey, mientras en el Valle de los Caídos otro grupo de franquistas se ha enfrentado a la Guardia Civil, por impedirles el paso a la basílica–. El presidente en funciones, en cualquier caso, ha asegurado estar tranquilo pese a que las encuestas empiezan a inflar la posibilidad de remontada por parte del PP.

La derecha, por su parte, ha centrado sus esfuerzos en Barcelona, donde un año más el españolismo ha fracasado en su intento de competir en la calle con el independentismo. La plaza Catalunya ha vuelto a quedar demasiado grande para las centenares de personas que han acudido al llamado del unionismo.

Pero la derecha española no ha sido la única en unir 12-O, sentencia y elecciones. Desde Podemos, Pablo Iglesias ha llamado hoy a «acatar la sentencia» y «hablar de reconciliación», mientras en Catalunya, partidos y entidades han aprovechado la jornada para llamar a las movilizaciones que se preparan, con cierta discreción, como respuesta a la decisión del Supremo.