Según el escrito de acusación provisional del Ministerio Público, los hechos sucedieron sobre las 3.30 de la noche, cuando el inculpado, que por entonces tenía 20 años, se dirigió a su domicilio acompañado por la víctima con la que, una vez en la vivienda, comenzó a mantener relaciones sexuales «aceptadas en un primer momento» por la chica.

No obstante, «durante el transcurso de las mismas», la joven «manifestó» al inculpado que «no deseaba» continuar la relación sexual, al tiempo que le pidió que «parase» e hizo «patente su negativa», si bien el procesado «hizo caso omiso y continuó». La adolescente siguió intentando parar la agresión «oponiendo fuerza física», pero «no logró su propósito».

Posteriormente, la joven regresó a su domicilio, donde contó lo ocurrido a su madre y seguidamente, ese mismo día, presentó una denuncia por estos hechos.

Los informes periciales, tras las pruebas a las que fue sometida, revelaron la existencia de «restos biológicos del procesado» en el cuerpo de la menor.

La Fiscalía considera que estos hechos son constitutivos de un delito de violación por el que reclama nueve años de prisión para el imputado y que se le impida comunicarse con su víctima y aproximarse a ella durante otros 19 años.