Natxo MATXIN

De Johnson a Maya, político es profesión de riesgo ante el Covid-19

El ingreso de urgencia en cuidados intensivos de Boris Johnson, la necesidad de atención hospitalaria del alcalde Iruñea, Enrique Maya, y el fallecimiento de un exconcejal del Consistorio iruindarra, Pepe Núñez, –son los ejemplos más relevantes y cercanos de una realidad a escala mundial– revelan que la clase política, por unas razones u otras, se está viendo especialmente afectada por la actual pandemia.

El primer ministro británico, Boris Johnson, último mandatario en ser hospitalizado. (AFP PHOTO)
El primer ministro británico, Boris Johnson, último mandatario en ser hospitalizado. (AFP PHOTO)

«El roce hace el cariño», dice el refranero. No siempre. En esta oportunidad, el trato cercano ha sido del todo contraproducente. Y toda una pléyade de mandatarios políticos lo están sufriendo en propias carnes. Bien por su labor institucional diaria, bien porque no han sabido contraponer las estrictas medidas de seguridad sanitarias, a diferencia del común de los mortales confinados en sus domicilios, muchos de ellos han dado positivo por coronavirus en las pruebas que se les han realizado e incluso, en algunos casos, han necesitado de atención hospitalaria.

Uno de ellos ha sido, por cercanía, el del primer edil de la capital navarra, Enrique Maya, quien ahora podrá comprobar in situ hasta qué punto los servicios sanitarios navarros han visto mermada su calidad y atención en los últimos años, algo en lo que tendrá que ver la política aplicada por su partido tiempo atrás. Peor suerte ha corrido un excompañero de corporación, el exedil del PP Pepe Núñez, cuyo fallecimiento a causa del coronavirus se conocía ayer, a la edad de 63 años.

Por repercusión mediática, el ingreso que más está dando que hablar es el del primer ministro británico, Boris Johnson, cuyo estado de salud se ha agravado en las últimas horas, al pasar a cuidados intensivos y necesitar de un respirador. Su preocupante situación contrasta con la indiferencia que él mismo aplicó ante la llegada de la pandemia a Europa, restándole importancia al no adoptar decisiones de calado para combatirla en un primer momento.

Tal inicial indolencia ha traído consigo que Downing Street se haya convertido en todo un foco de contagios, enfermando los titulares de Sanidad, Defensa y Escocia, con el agravante de que también lo hizo la actual compañera de Johnson, que se encuentra embarazada y, al parecer, ha superado el proceso vírico.

Los tentáculos de la pandemia han llegado hasta las más altas esferas, incluida la realeza. Después de hacerse viral un video en el que el príncipe Carlos bromeaba con otros mandatarios a cuenta de la recomendación médica de no darse la mano como forma de saludo, el eterno aspirante al trono británico pasaba a engrosar la lista de contagiados, a la que hubo que añadir también a Alberto de Mónaco. La sangre azul no escapa a la plaga.

Sea como fuere, la lista de dirigentes políticos es profusa. Por proximidad, la secretaria general del PSE, Idoia Mendia, también ha necesitado de cuidados hospitalarios en Cruces, toda vez que pocos días antes su marido, Alfonso Gil, teniente de alcalde y concejal de Movilidad y Sostenibilidad en el Ayuntamiento de Bilbo, comunicase que permanecía aislado al sufrir los síntomas del Covid-19.

En consonancia con la complicada situación que se vive en Madrid, la comunidad autónoma más afectada por el coronavirus, el Gobierno español también ha sido una de las administraciones más perjudicadas con la incidencia de la enfermedad, rozando incluso al propio presidente, Pedro Sánchez, tras hacerse público que su mujer había dado positivo y ser dada de alta hace escasos días. De hecho, en una entrevista este fin de semana la consejera de Salud de Lakua, Nekane Murga, ha dejado caer que Sánchez puede estar sufriendo también la infección.

En el mismo gobierno, casi en cascada la titular de Igualdad, Irene Montero, la ministra de Política Territorial, Carolina Darias, y la vicepresidenta primera y ministra de Presidencia, Carmen Calvo, acabaron enfermando. En el caso de la primera, incluso recayendo en el coronavirus y obligando a su compañero, vicepresidente segundo y ministro de Derechos Sociales, Pablo Iglesias, a recluirse en una cuarentena de la que le han acusado haberse saltado hasta en dos ocasiones por cuestiones gubernamentales.

Al igual que se ha extendido por el común de los mortales, el Covid-19 también se ha expandido entre la clase política madrileña, llegando a la número uno de la Comunidad, Isabel Díaz Ayuso, o a su compañera de partido, la que fuese presidenta del Congreso español, Ana Pastor, sin olvidarnos de la antecesora de Ayuso, Esperanza Aguirre, o la ex secretaria general del PP, Dolores Cospedal.

O a dirigentes de Vox, como Santiago Abascal o Javier Ortega Smith, uno de los primeros casos que trascendió a la opinión pública. Se da la circunstancia de que en esta provincia española es donde se ha producido otro de los escasos episodios que han acabado en fallecimiento de un representante institucional: se trata del que fuese secretario de Energía y posteriormente presidente de Red Eléctrica, José Folgado.

Catalunya es otra de las zonas donde más repercusión social está teniendo la crisis sanitaria y de ello no han sido ajenos sus representantes gubernamentales, empezando por el propio presidente de la Generalitat, Quim Torra, también positivo en coronavirus, al igual que el vicepresidente de dicha institución, Pere Aragonès.

Dando el salto a otros estados, en el francés, fue el ministro de Cultura, Franck Riester, el primero en reconocer de manera pública que padecía Covid-19, habiendo realizado en los días previos toda una ronda de consultas en la Asamblea Nacional, de la que salieron otros cinco diputados con síntomas de la enfermedad, uno de ellos ingresado y necesitando de respiración asistida.

De momento, los líderes mundiales, atrincherados en sus respectivos búnkeres, no han dado muestras de estar aquejados por el coronavirus, pero sí lo han hecho algunos de sus asesores o familiares más cercanos. Es el caso de Justin Trudeau, primer ministro canadiense, que, al igual que Sánchez, también se ha visto obligado a aislarse de su esposa, quien dio positivo a mediados de marzo.

La canciller alemana, Angela Merkel, debió guardar una cuarentena de quince días tras haber mantenido contacto con un médico afectado por el Covid-19, episodio idéntico al que le ocurrió al presidente ruso, Vladimir Putin, tras darle la mano al jefe del hospital moscovita de Kommunarka, que posteriormente resultó positivo en los test.

La pandemia sigue su curso y todavía son muchas las zonas del mundo en las que el pico de contagios está por llegar a su punto más álgido. A buen seguro que en dichos países todavía van a darse episodios de mandatarios que acabarán enfermando porque, aunque es cierto que no todo el mundo tiene la posibilidad de acceder a los mismos recursos sanitarios, sí que es verdad que el virus no hace distingos en cuanto a colores políticos ni clases sociales.