Mikel Insausti

‘Algunas bestias’: Segundo largometraje del Haneke chileno

Jorge Riquelme Serrano recogiendo un premio en Donostia. (NAIZ)
Jorge Riquelme Serrano recogiendo un premio en Donostia. (NAIZ)

ALGUNAS BESTIAS
Chile. 2019. 97’
Dir. y Prod.: Jorge Riquelme Serrano/ Laberinto Films. Guion: Jorge Riquelme Serrano y Nicolás Diodovich. Int.: Paulina García, Alfredo Castro, Millaray Lobos, Gastón Salgado, Andrew Bargsted, Nicolás Zarate y Consuelo Carreño. Fot.: Eduardo Bunster. Mús.: Carlos Cabezas. Mont.: Jorge Riquelme Serrano y Valeria Hernández. Son.: Isaac Moreno y Peter Rosenthal.

 

Con su ópera prima ‘Camaleón’ (2016), el debutante Jorge Riquelme Serrano ya ganó el premio Pedro Sienna de la industría cinematográfica chilena al Mejor Director. No es de extrañar que con su siguiente proyecto acumulara la mayoría de premios del Cine en Construcción de Toulouse del 2018, y un año después ya era realidad ‘Algunas bestias’ (2019), que en el festival de La Habana se llevó el Premio Especial del Jurado y el Coral a la Mejor Dirección, mientras que Donostia salía triunfante en la sección de Nuevos Realizadores. A todos estos tempranos reconocimientos se suma la calificación extraoficial de ser bautizado por la critica como el Haneke chileno, aunque habría que aclarar que su segundo largometraje tiene toques de humor surrealistas que no provienen del cineasta centroeuropeo, sino más bien del griego Yorgos Lanthimos, y sobre todo de su genial creación sobre el encierro familiar ‘Kynodontas’ (2009).

La familia de ‘Algunas bestias’ (2019) está compuesta por seis miembros, suficientes para reunir a las tres generaciones de padres, hijos y nietos. La conexión intergeneracional se establece tanto a través del clasismo como de la ideología política, porque los abuelos representan al pinochetismo heredado dentro de la burguesía chilena en su totalitarismo explotador. En apariencia se muestran educados y respetuosos, pero en cuanto la situación se complica salen a relucir sus demonios internos y se convierten en las bestias humanas a las que alude de forma bien directa el título.

La película está rodada en la isla de Chaullín, frente a Calbuco, en la costa sureña de Chile. Cuando el barquero que les ha cruzado desde el continente desaparece, el sexteto queda aislado y sin recursos en un lugar virgen que se revela no tan idílico, aunque allí pretenden montar un negocio turístico. Con una herencia de por medio...