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Barcelona

Caixabank alcanza la cumbre bancaria en el Estado con la absorción de Bankia

La fusión de CaixaBank y Bankia es la absorción de mayor calado que ha protagonizado la entidad catalana en su dilatada historia y llega tras una década marcada por continuas adquisiciones que han contribuido a llevar al banco de La Caixa a la cumbre financiera en el Estado español y también en la Unión Europea.

La sede central de Caixabank en Barcelona. (Lluís GENÉ | AFP)
La sede central de Caixabank en Barcelona. (Lluís GENÉ | AFP)

La absorción de Bankia por Caixabank, que previsiblemente rubricarán este jueves sus respectivos consejos de administración, dará lugar al mayor banco del Estado español, con unos activos de más de 664.027 millones de euros (el 25% del sector), más de 6.700 sucursales (el 28% del total) y 51.500 personas empleadas (el 29%).

La operación se ha materializado con la bendición del Banco Central Europeo (BCE) y en pleno terremoto económico por el coronavirus, pese a que el mismo consejero delegado de CaixaBank, Gonzalo Gortázar, había asegurado en los últimos meses que la entidad no apostaba por protagonizar nuevas fusiones y que estaba centrada en crecer de forma orgánica.

Con esta fusión se hace también realidad una vieja aspiración de Isidre Fainé, actual presidente de la Fundación Bancaria La Caixa –el principal accionista del banco a través de Criteria– y que fue durante años presidente de CaixaBank y antes de La Caixa.

Transformación de caja a banco

CaixaBank tiene su origen en La Caixa, que se creó en 1990 fruto de la fusión de la Caixa de Pensions –fundada en abril de 1904– y Caixa de Barcelona –surgida en 1844-.

En 2011, La Caixa se transformó de caja a banco y dio lugar a CaixaBank, que se ha convertido en el primer banco de Catalunya y una de las mayores entidades financieras del Estado español, con unos activos de 445.572 millones de euros, 35.589 empleados y 4.460 oficinas.

La actual CaixaBank, presidida por Jordi Gual, debe su tamaño a las adquisiciones que ha llevado a cabo en los últimos años, como consecuencia, sobre todo, de la anterior crisis económica global.

En 2008 compra la división de banca privada de Morgan Stanley en el Estado; en 2010 se hace con Caixa Girona; en 2012 integra Banca Cívica; en 2013 se fusiona con Banco de Valencia; y en 2015 anuncia la compra del negocio de banca minorista, gestión de patrimonios y banca corporativa de Barclays Bank en el Estado.

En diciembre de 2018, adquiere el 100% de las acciones del banco portugués BPI, su última gran compra de la última década.

CaixaBank ganó 205 millones de euros en el primer semestre de este año, un 67% menos que en el mismo periodo de 2019, tras realizar provisiones por importe de 1.155 millones debido a la pandemia del coronavirus.

El rápido ocaso de Bankia

Muy distinta ha sido la trayectoria de Bankia, una marca que desaparecerá sin haber llegado a cumplir su décimo aniversario. Una corta vida que ha estado salpicada de escándalos mayúsculos, como el caso de «las tarjetas black», su propia salida a bolsa o el rescate que puso en jaque al conjunto de la economía del Estado español.

Aunque el germen de Bankia se fragua desde 2010, la historia real de la entidad comienza en marzo de 2011, cuando el entonces presidente del grupo, Rodrigo Rato, presenta la marca en un acto multitudinario en la Ciudad de las Artes y las Ciencias de València.

Un nombre corto sin ninguna referencia a las siete cajas que integraron la nueva entidad: Caja Madrid, Bancaja, La Caja de Canarias y las cajas Laietana, Ávila, Segovia y Rioja.

Tan sonora fue la campaña de publicidad con la que Bankia se estrenó que la Justicia todavía trata de esclarecer si sirvió para que Rato cobrara comisiones en la adjudicación de estos contratos, con anuncios en la calle, en radio y televisión que animaban a ser «bankeros» participando en la inminente salida a bolsa.

Su debut bursátil fue de uno de los grandes golpes para la marca Bankia, pero no el único, pues también se vio salpicada por las preferentes. Y el caso de «las tarjetas black» mantiene en prisión a Rato, exdirigente del PP, exvicepresidente del Gobierno español y exdirector del Fondo Monetario Internacional (FMI).

Goirigolzarri llega con el rescate... del Estado

Un economista y banquero vasco, José Ignacio Goirigolzarri, relevó a Rato en la presidencia de Bankia en mayo de 2012, planteando una recapitalización de la entidad que obligó directamente al Estado español a pedir apoyo a sus socios europeos para poder destinar más de 22.400 millones a reflotar el grupo. De hecho, el Estado es el propietario de Bankia, ya que controla casi el 62% de su capital.

Goirigolzarri tuvo las manos libres para reformar a fondo la gestión: un nuevo consejo de administración y el inicio de una nueva etapa para mejorar las cuentas y reforzar la solvencia, aunque para conseguir todo ello acometió el mayor ERE de la historia del Estado español, que afectó a cerca de 6.000 empleados, y echó el cierre a cientos de sucursales.

La marca Bankia fue poco a poco recuperando algo de prestigio y ganó fuerza tras integrar a BMN, el banco creado por Caja Murcia, Caja Granada y la balear Sa Nostra.

Los distintos gobiernos que se sucedían en La Moncloa siempre mostraron su apoyo al nuevo equipo, que apenas consiguió devolver 3.300 millones de las ayudas públicas (2.122 millones con la venta de acciones y 1.180 millones con el pago de dividendo).

En los últimos tiempos el banco presumía de solvencia y tenía la aspiración de pagar un dividendo extraordinario de unos 2.500 millones. Sin embargo, la pandemia y las malas perspectivas económicas han hecho que esos planes queden en el aire y se opte por la fusión con CaixaBank.